jueves, junio 08, 2006

Solo con invitación: Salvador Gutiérrez Solís

El sentimiento cautivo
Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2005. 292 páginas, 15€

Elena Medel

¿Qué entendemos por literatura popular? ¿La deliberadamente orientada al gran público? ¿La que los propios lectores convierten en obra de masas? ¿Resultan incompatibles la calidad y la cercanía? Salvador Gutiérrez Solís provoca, desde sus primeros títulos, estas preguntas: un escritor de vocación mayoritaria, que desarrolla historias muy atractivas con un estilo sencillo y visualmente potentísimo, muy cinematográfico, atrapando desde las primeras líneas. Obras como La novela de un novelista malaleche o Spin off no desentonarían en el catálogo de una editorial todopoderosa, o sí: endiabladamente bien escritas, su carpintería revela a un autor de solvencia bastante superior a la media. Esta situación podría —debería— cambiar con El sentimiento cautivo.
Lejano por tono y tema a sus obras anteriores, El sentimiento cautivo es, desde su planteamiento, un texto de oficio. La estructura —fascinante— es, a la vez, un juego cervantino y de matriushkas: tras escribir un artículo sobre los creadores censurados en la Córdoba de la dictadura, un periodista recibe, de manos de una anciana, el relato de un año en la vida de la madre de un célebre pintor coetáneo a él. Es decir, el periodista halla un manuscrito —las memorias de Adela Guzmán— que presenta como novela, bifurcando la acción en dos planos: el de la narración de Adela —a su vez, narración de los hechos vividos con Mercurio, y de un alegórico viaje posterior en su busca—, que transcurre en los años 50, y el de la lectura de Julio, en la actualidad, que transforma su labor creadora conforme la lectura avanza y los secretos se descubren. La historia es sencilla: Adela Guzmán, propietaria de una droguería, huérfana, emprende una relación —mitad amistad, mitad amor platónico— con el pintor Mercurio, bohemio y polémico en la posguerra provinciana.
Sobresalen, fagocitando a Julio, Adela y Mercurio, atípicos por características y contexto en la trayectoria del novelista. En ellos reside, creo, el mayor hallazgo de El sentimiento cautivo: sufre el lector con ellos, se alegra con ellos, se identifica porque son creíbles. Aunque el tono de Adela coquetea con el tópico —«También le sorprende a Julio el estilo literario de su madre. Un estilo cursi, ñoño y recargado para su gusto, pero que denota cierto manejo del lenguaje y de las formas», escribe en los primeros capítulos Gutiérrez Solís, en un gesto quizás autoparódico—, especialmente en el viaje en tren, no cae nunca en él, evolucionando la actitud de la mujer conforme la narración avanza. Sin embargo, y por encima de Adela, la verdadera estrella es aquí Mercurio: un personaje apasionante y apasionado, dibujado a base de excelentes diálogos, de los que valen —sí, es una sugerencia— para varias novelas.
El sentimiento cautivo habla, en resumen, de la libertad: para pensar, actuar y sentir. Pero también reflexiona en torno a la creación libre, la de Mercurio, la de Germán Bonares, la del propio Julio Guzmán tras conocer sus orígenes. Desconozco si sus próximas novelas continuarán el rumbo que El sentimiento cautivo ha iniciado, o se acercarán más a relatos como La memoria del fotógrafo, incluido en la antología Golpes (DVD, 2004). Lo que sí es cierto es que El sentimiento cautivo marca un punto de inflexión en la trayectoria de Gutiérrez Solís, amplificando público y probando en un terreno diferente, mucho más emocionante, que consigue el que —a mi juicio— debe ser objetivo prioritario: conectar con el lector. ¿Literatura popular, entonces? Si el fruto es una novela como El sentimiento cautivo, bienvenida sea, pues.


Salvador Gutiérrez Solís: «Lo que más me apasiona de la literatura es la posibilidad de seguir aprendiendo»

—La Guerra Civil y la posguerra más inmediata son temas habituales en la narrativa española reciente; sin embargo, tu novela aborda una época más desconocida para los lectores. ¿Crees que revisar desde la escritura estos años es necesario? ¿Por qué crees que el exilio, y más el exilio interior, ha atraído tan poco a los escritores?
—La mal llamada Guerra Civil y sus terribles aledaños han sido el argumento de infinidad de novelas; de hecho, en la actualidad vivimos una auténtica eclosión del tema, en lo que ya casi podríamos definir como un nuevo género –que los estudiosos bautizarán próximamente. Algunos títulos son piezas claves sin las que nos sería muy difícil de entender la narrativa española del siglo XX, y del XXI, a tenor de las últimas publicaciones.
No situaría El sentimiento cautivo dentro de este grupo de novelas. El franquismo sólo dibuja un triste decorado que se repite en todas las dictaduras, y del que me valgo para contar otras historias. En El sentimiento cautivo apenas me detengo en la represión política o en los sucesos o efectos de la guerra, que suelen ser características fundamentales de las novelas a las que me refería anteriormente. Abordo la represión artística, pero, sobre todo, El sentimiento cautivo es una novela sobre la represión emocional o sentimental que padecieron millones de personas. Una represión masiva, la gran pandemia del franquismo. Lesbianas, homosexuales, ateos, amas de casa, matrimonios fracasados, hijos ilegítimos, relaciones humanas, vidas, en definitiva, condenadas a desarrollarse en las alcantarillas de la sociedad porque no coincidían con la moral que el régimen impuso.
El franquismo creó millones de islas emocionales, personas que lo desconocían todo, que ignoraban otras formas de vida, de relacionarse, otras formas de amar. Adela Guzmán es una de estas islas, y, a su modo, con más arrojo que lógica, quiso escapar de su isla, una vez descubierta la desconcertante luz de Mercurio, su única brújula en la tormenta. Se pega un buen chapuzón mi adorada Adela, pero creo que sólo el viaje, intentarlo, le mereció la pena…
—El humor (en forma de sátira, parodia o ironía) era una constante en tus anteriores novelas. Sin embargo, en El sentimiento cautivo ocupa un plano más que secundario... ¿La historia no lo pedía?
—Como lector me aburren profundamente esos escritores que repiten la misma novela, una y otra vez, a lo largo de su vida literaria. Como escritor lo que más me apasiona y atrae de la literatura es la posibilidad de seguir aprendiendo —formal/técnica/humanamente—, siempre en el camino, avanzando, sin ver ese rótulo donde debe aparecer la palabra «meta». En El sentimiento cautivo me he probado una vez más, de diferentes maneras: colándome bajo la piel de una mujer; adoptando una nueva voz; alejándome de todas mis anteriores novelas; construyendo una historia «más normal» sin renunciar a ser yo mismo; visitando registros y lugares que me eran desconocidos.
Indiscutiblemente, el tema, la historia, no dejaban mucho espacio para el humor y la ironía. No podemos olvidar que fueron cuarenta largos años de millones de lágrimas y apenas unas cuantas sonrisas, y casi siempre cautivas.
—¿Conoceremos los lectores otro año de Mercurio más? ¿O es un personaje cuyo ciclo ya se ha cumplido?
El sentimiento cautivo es el principio y final de Mercurio, Adela, Julio y todos los personajes que habitan la novela. No se me ha pasado por la cabeza mantenerlos o continuarlos en una nueva historia. Ya me tuvieron que aguantar mucho, los pobrecillos, con la que ya tuvieron que aguantar ellos, además, como para que les siga dando la tabarra…
—Tras el punto de inflexión que El sentimiento cautivo supone, ¿en qué proyecto trabajas actualmente?
—Me devano los sexos en una novela muy extensa que mis editores tratarán de liposuccionar, en la que se entrecruzan tres historias completamente diferentes, que podrían funcionar perfectamente individualmente, pero que globalmente adquieren otra dimensión, igualmente unitaria. Una novela muy contemporánea, muy urbana.
Igualmente, estoy bombeando sangre, malaleche y humor en el alocado corazón de Germán Buenaventura. O lo que es lo mismo: reviso el regreso del Novelista Malaleche, que para este otoño —presumiblemente— estará de nuevo en las librerías. Aún no quiero adelantar el título, pero sí puedo avanzar que es mucho más divertido, más tenaz, más incisivo y más metaliterario que La novela de un novelista malaleche.
Como antes decía: más camino, más aprender o intentarlo, buscar en el baúl de las palabras, querer contar las cosas de otro modo, o a mi modo, no sé.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

En cuanto a la entrevista me parece muy interesante, pero la crítica no está a la altura de la novela. Creo que se necesita más formación para abordar el análisis de una obra como esta.
Sigo a Gutiérrez Solís desde La Fiebre del Mercurio, y me parece un novelista de gran interés.

Anónimo dijo...

Elena Medel es una autora de sobrados méritos. No creo que sea función de este blog realizar análisis sesudos de autores y obras, sino reflejar una opinión personal sobre uno u otro libro. A mí me ha parecido interesante su texto.

Anónimo dijo...

Interesante reseña y magnífica novela. Muy recomendable.

Anónimo dijo...

Vayamos por partes, como dijo el descuartizador de Milwaukee... La función de esta reseña no es más que incitar a profundizar en la lectura de un determinado autor,o, en el caso contrario, fomentar la creación de brigadas de barrio que procedan al linchamiento de un autor determinado. Cada cual verá el camino escogido. A mí me parece que Elena Medel ha cumplido con su objetivo, que no es otro que abrir el apetito del que, como yo, no conocíamos este libro. Así que, ñam ñam y buen provecho.
Samuel (Maspalomas, Gran Canaria)

Anónimo dijo...

Si hacemos un análisis serio de la crítica, vemos que consta de tres elementos:
1.Supuesta reflexión sobre la literatura popular que se queda en fuegos de artificio.
2.Adjetivos como "fascinante", "apasionante" y expresiones con el mismo contenido alabador.
3.Exposición del argumento de la novela, que estaría muy bien si hubiese ido acompañada de un mínimo examen crítico, que brilla por su ausencia.
No sé ni me importa si Elena Medel "es una autora de sobrado méritos", como dice más arriba un/a desaforado/a fan. Pero desde luego aquí no utiliza todo el supuesto arsenal de que dispone.
Eso sí, la entrevista es muy buena, tanto por las preguntas como por las respuestas.

Anónimo dijo...

Este es un blog de recomendación de lecturas, por lo que, entiendo, son reseñas positivas. Te puede gustar o no, pero ya lo de hacer juicios de valor como que Medel tiene que estar más preparada para analizar la obra...
En todo caso, ¿un autor no puede alabar una obra ajena?
Aunque algunas de las reseñas de este proyecto me parezcan flojas, ésta me ha interesado más por alguna razón -llamémoslo x-. Elena expone varios argumentos por los que cree que la novela merece la pena, razonados además, otra cosa es que no concuerden con el parecer de algunos o que como artificio barato se aluda a supuestas "mejores preparaciones" para poder opinar.

Anónimo dijo...

Evidentemente estoy con Laura Serrano. Eso se llama argumentar sobre un texto escrito, al margen de las consideraciones (personales) de la crítica/poeta. Lo demás no interesa.
No nos engañemos, por favor, la poesía de E. Medel puede gustar a algunos, muy bien, muy respetable es, como al que no le gusta; pero eso sí, de ahí no se concluye que sea una buena crítica. Pongamos las cosas en su sitio, con un poco de honestidad, que hace falta.

Anónimo dijo...

Y luego está la entrevista. Veamos:

Dice el autor: "Me devano los sexos [¿ironía consciente? ¿metedura de pata hasta el corbejón?] en una novela muy extensa que mis editores tratarán de liposuccionar [el propio autor ya reconoce que le sobra grasa a la novela, pero va a intentar colársela a los editores], en la que se entrecruzan tres historias completamente diferentes, que podrían funcionar perfectamente individualmente, pero que globalmente adquieren otra dimensión, igualmente unitaria. Una novela muy contemporánea, muy urbana.
Igualmente... [¿no hay demasiados adverbios en mente?], (...) pero sí puedo avanzar que es mucho más divertido, más tenaz, más incisivo y más metaliterario que La novela de un novelista malaleche.[Esta sensación me la poducen muchos de los escritores actuales. Leo sus entrevistas y noto que se esfuerzan muchísimo en explicar su obra y que, en general, la describen mucho mejor que la escriben.]

Anónimo dijo...

¿Mejor preparación? Por favor. Ni que esta novela fuera el Ulises. Si la crítica fuese anónima, ¿opinarías lo mismo? Pedís mayor erudición. ¿Es este blog, por espíritu y extensión, el lugar para encontrarla?

Anónimo dijo...

No soy un fan desaforado, simplemente leo la prensa.

Anónimo dijo...

El sentimiento cautivo es una novela que está bien, se lee con agrado y está muy por encima de la media de lo que se publica en este país. Sin embargo, a alguien que ha escrito La fiebre del mercurio o Más de cien bestias atrapadas en un punto habría que exigirle mucho más. Analizar las respuestas de un escritor en una entrevista me parece...

Anónimo dijo...

Por lo que a mí respecta, no pido erudición, que sólo es exigible en ediciones críticas de libros, ensayos, tesis doctorales y ahora mismo no caigo qué otros sitios ad hoc. Lo que sí espero es cierto afán crítico, que obviamente hay que encauzar de forma didáctica y amena. No me refiero a que se deba poner un libro de vuelta y media, porque este blog sólo trata de buenos libros y éste no me cabe duda que también lo es, sino a que se argumente mínimamente el porqué ese libro es tan bueno. Lo que no espero, en suma, ni de la para mí desconocida Medel (lo siento, no suelo leer poesía) ni de ningún otro crítico es que intenten tomarme el pelo hilando vaguedades, aunque su intención sea respetabilísima.
Pero es sólo mi humilde opinión.

P.D.: Cariñosamente te digo, fisher, que como lo de "No soy un fan desaforado, simplemente leo la prensa" sea porque te crees todo lo que lees en los periódicos, no sé qué pensar de ti.

Anónimo dijo...

La crítica (¿destripe? ¿paráfrasis?) no está a la altura de la novela.
Gutiérrez Solís no arriesga tanto como en otras de sus obras, pero por el contrario con El sentimiento cautivo ha ganado en emoción.
Mi enhorabuena.

Anónimo dijo...

Falta de formación. La crítica no está a la altura. Coño, Harold Bloom. Yo creo que la RESEÑA cumple con su función: informa sobre el libro sin desvelar más de lo debido, opina sobre él y anima a leerlo. No pido más. Las he leído peores en este blog, mal escritas por autores ya talluditos, y nadie protesta. Imagino que habrá algo personal, o que simplemente divierte el juego de ver quién critica más al crítico. No estaría de más hablar sobre la novela, que al fin y al cabo es la protagonista, y no quien escriba la reseña. ¿Tanta importancia dais al crítico, por encima del libro sobre el que escribe?

Conociendo obras anteriores del autor (no 'La fiebre del mercurio', que aquí elogian, ¿dónde está publicada?), 'El sentimiento cautivo' me deja frío. Mejor que 'Spin off', que fui incapaz de terminar, pero inferior a 'Más de mil bestias'. La historia de Julio Guzmán cojea. Aunque pudiera ser que el propio relato de su madre, que es la novela verdadera (¿por qué no "fascinante" y "apasionante"? A mí este libro, en algunos tramos, me lo parece), se comiera el resto con patatas. Comparto la opinión de otro visitante: se lee con mucho agrado. Es digna. Vamos, a seguir tirando piedras, a ver si conseguimos quedarnos solos.

Anónimo dijo...

La fiebre de Mercurio (Diputación de Córdoba, Col. Biblioteca de Creación Literaria, 2001, Córdoba) obtuvo I Premio de novela corta de la Diputación de Córdoba. Tengo un ejemplar (dedicado) gracias a la generosidad del autor.
Es una obra muy interesante, muy postmoderna, y cargada de hibridismo.
Creo que es muy difícil encontrar en las librerías, porque su distribución no fue buena, pero si la buscais en www.iberlibro.com podreis comprarla por doce euros.

Anónimo dijo...

Laura, no me digas que me mienten los periodicos que me das un disgusto.

Anónimo dijo...

De acuerdo sólo en parte. La fiebre del mercurio es una buena novela, pero no es la mejor de SGS. El que sea difícil de conseguir le viene muy bien, ya que la transforma en "obra de culto". El Sentimiento Cautivo es muy buena, y sus personajes protagonistas los mejores que nos ha ofrecido SGS.

Anónimo dijo...

Parece que aún no está claro que en este blog se habla de obras que han gustado a quien las reseña, y que por lo tanto será muy dificil encontrar una crítica destructiva: si un libro no gusta, no se reseña y punto. Tengo la sensación de que hay por aquí mucha gente frustrada que encuentra un malsano placer en despedazar a los integrantes del blog. Ya que sois tan válidos y tan inteligentes, os sugiero que creéis vuestro propio blog y habléis de lo que os venga en gana.