jueves, junio 01, 2006

Los excluídos, Elfriede Jelinek

Debolsillo. Barcelona, 2005. 256 págs. 8,50 €

Marta Sanuy

A los personajes centrales de esta novela, cuatro amigos adolescentes en la Alemania de la segunda posguerra mundial —una época poco literaturizada en la que apetece indagar—, los une su excentricidad, mejor dicho, sus respectivas excentricidades, distantes entre sí pero con una característica común: el afán por explorar estéticamente la agresión y la violencia. Pertenecen a la generación de los hijos de quienes participaron en la contienda y proceden de familias tan distintas que, entre los cuatro, abarcan todo el espectro social de la Alemania de aquella época: El padre de Rainer y Anna fue miembro de las SS y es un mutilado de guerra. La familia de Sophie es rica y permaneció neutral. Hans es hijo de sindicalistas; su padre fue asesinado y su madre, que sigue levitando de esperanza con cada pegada de carteles, le considera un traidor a su clase. Viven en la Alemania de la reconstrucción y el ánimo que el Estado les reclama para llevarla a cabo es un ánimo esperanzado.
Jelinek ha heredado el magnífico y pesado fardo de la literatura austriaca, y utiliza una prosa envolvente, hecha con diferentes ritmos y diferentes voces, que convierte la narración en pensamiento casi sin que nos demos cuenta. Tiene capacidad para aislar detalles, teje la novela adensando unos pocos y haciéndolos recurrentes; son los hilos que tensan la historia y arrastran a los personajes, anécdotas aparentemente accidentales que, a pesar de ser casi inaprensibles, definirán la memoria de lo que estamos leyendo. Hay otras imágenes, éstas tan rotundas como la de las maletas y las cajas apiladas, convertidas en paredes, en la casa de Rainer y Anna, cuyos padres tienen un agudo síndrome de Diógenes con graves repercusiones en el carácter de sus vástagos; su casa les influye y determina tanto como la mutilación del padre, mutilación que ellos heredan en lo espiritual y que proyectan a través de la poesía, la música y la violencia. Sophie y sus caricaturescas descripciones, la Musa perfecta, con su atuendo de tenista, rica, ágil, bella y sádica. O Hans y el mundo que le rodea, el de los obreros, del que intenta escapar a través del deporte y de esos tres amigos con ínfulas intelectuales
Esta novela de iniciación aborda muchos temas delicados: la imposibilidad de sustraerse a la cadena genética, la crueldad como exploración y camino de auto-conocimiento, el sexo, el arte, la creatividad y el valor del dinero, el poder, la estética, pero el tema que mejor trata es el de la necesidad de un grupo cerrado como el elemento fundamental para mantener el espejismo; el grupo es el que permite a sus miembros apuntalarse mutuamente y conservar su complejo de superioridad. Un complejo que para aquellos que no triunfan, y triunfar es conseguir la atención continua que su bestia requiere, se convierte en una patología grave: pasada la adolescencia, época de esplendor de la paranoia egocéntrica, los individuos que siguen padeciendo esta dolencia suelen perecer auto-devorados. En ese momento deja Elfriede Jelinek a sus personajes, cuando caen, presas del deslumbramiento.

Elfriede Jelinek
Mucho hemos sabido de esta escritora Austriaca, nacida en 1946, desde que el 7 de octubre de 2004 se le concediera el premio Nobel de Literatura. Su personalidad, sus opiniones y sus gestos no dejan a nadie indiferente, si bien lo más comentado ha sido su imposibilidad de recoger el premio porque padece fobia social. Aunque Elfriede Jelinek fue conocida un poco antes, cuando en el año 2001 el director de cine Michael Haneke filmó una película basada en su obra; La profesora de piano.
Esta autora, que manifestó su temor de que Austria se colgara una medalla con su premio Nobel y cuya influencia en su país natal es tan fuerte que el líder del partido de extrema derecha Jörg Haider, acuño como consigna electoral la frase «¿Prefiere cultura o Jelinek?», esta cercana en sus opiniones a Thomas Bernhard o Peter Handke, y lo esta también a un interesante grupo de autores austriacos denominados «los anti-patria» cuyos nombres y obras traducidas queremos mencionar y recomendar: Ernst Weiss, El testigo ocular (Siruela) Jarmila. Una historia de amor de Bohemia (Minúscula); Franz Werfel, La muerte del pequeño burgués (Igitur) y Los cuarenta días del Musa Dagh (Losada). Veza Canetti, Las Tortugas (Seix Barral); Christoph Ransmayr, El último mundo; (Seix Barral); Norbert Gstrein (1961), Los años ingleses, Tusquets; Robert Menasse, La expulsión del Infierno, Alianza Editorial.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

felicidades por vuestro blog.

Anónimo dijo...

Hoy ha salido un débil sol en la puerta que se abría en tu presencia.
El invierno se aleja de ti.
Tienes la mirada altiva, la poesía irradia por tu piel.
Tu cuerpo es primavera. Tu cuerpo es primavera viva.
Sientes el aire cálido que llega a tu cara como las primeras flores que nacen de una estación.
Estás tan radiante que detienes en cada esquina de la ciudad una mirada,
Que buscas y ansías refugiarte en cualquier parque de verdes columnas en movimiento para observar como resurge todo en
Este mes.
Es tu cuerpo. Tu cuerpo es primavera. Tu cuerpo es primavera viva.


Andrea Bernal: www.volveraviena.blogspot.com

Anónimo dijo...

Así que la literatura centroeuropea existe!!
Gracias Marta por ayudarnos a descubrirla!!
Qué buena reseña

Anónimo dijo...

Hola!
Estoy interesada en esta autora, pero nunca he leido ningún libro suyo. Para empezar cual me recomendariais???

Me está gustando mucho vuestro blog.

Carolina Carbajal dijo...

Grande Jelinek! He quedado en estado de shock con sus libros, aunque Los Excluidos pareciera ser el mas suave esconde verdades terribles y dolorosas detras de el, un libro que vale la pena diseccionarse. DESEO me parece la obra maestra, Sade solo es un adolescente junto a ella. Sus palabras son musica. Su frialdad nos acusa con un dedo que tambien esta manchado de sangre. En los azules y profundos ojos de Jelinek ella nos muestra el ardiente mar con que nos acabara asfixiando. Diosa!