viernes, julio 29, 2016

El club de la lucha 2, Chuck Palahniuk / Cameron Steward


Ilust. Cameron Steward. Trad. Carlos Mayor Ortega
Reservoir Books, Barcelona, 2016. 288 pp. 21,90 €

Santiago Pajares

Ya está aquí la novela que llevabas más de quince años esperando, desde que en 1999 vieras en el cine la película y corrieras (alguno) a comprar la novela en tu librería. Sólo que no es una novela, es un comic. Es el regreso de Tyler Durden.
¿Por qué un comic? Es que un escritor prolífico como es Chuck Palahniuk (ha escrito 14 novelas, libros de relatos y ensayos) está buscando acaso conectar con otra generación más visual? ¿Experimentar con otros formatos narrativos? ¿Sacarnos de la cabeza de una vez las caras de Edward Norton y Brad Pitt? Lo cierto es que no es importante, porque Tyler ha vuelto y nadie que conozca la historia del fabricante de jabón puede esperar a saber más. Han pasado diez años, y ahora, el narrador sin nombre se llama Sebastián. Sebastián, ya con menos pelo, tiene una vida con Marla. Tiene un trabajo, una casa en las afueras, un hijo y un montón de pastillas que mantienen latente a su alter ego. Pero Tyler Durden es una presencia tan fuerte y poderosa que no puede ser reprimida por unas simples pastillas de colores. Con la ayuda de su psiquiatra, Tyler mantiene vivo el proyecto Estragos, un proyecto que, al contrario que la vida de Sebastián, nunca se ha detenido. Por todas partes vemos a sus acólitos, en supermercados, en tiendas de flores, en lavaderos de coches, con la cara magullada y los labios partidos diciendo a Sebastián: «No me debe nada, señor Durden, no se preocupe». Y es que una vez que has creado un ejercito, no puedes abandonarlo. Y de eso sabe el propio Chuck Palahniuk que, como un personaje más del libro al que los otros personajes acuden en busca de inspiración, es plenamente consciente que ha creado un arquetipo que se ha inmiscuido en el consciente colectivo de una generación como Papá Noel en las navidades.
Por las páginas del comic veremos pasar a todos los personajes a los que echábamos de menos. A Marla, que trata de ser una madre modelo pero al mismo tiempo no puede evitar crear una fuerza armada con los chicos de las reuniones de progeria, ancianos prematuros que buscan desesperados algo grande a lo que entregar sus vidas. A Robert Paulson, ahora un monstruo al que se le puede invocar como un demonio. A Cloe, la enferma terminal de cáncer desesperada por echar un polvo. Todos un poco más viejos, pero con las mismas ganas de dar un sentido a su existencia, aunque sea un sentido violento, contrario a las normas sociales y, en cierto sentido, comandado por Tyler Durden.
Tenemos 276 páginas a todo color para disfrute de todos los amantes de El club de la lucha, aquellos que descubrimos a Chuck Palahniuk a raíz de la película de David Fincher. Y algo más, un prefacio del primer editor de Palahniuk, aquel que consiguió que aquella novela excesiva y llena de violencia se imprimiese en papel pese a la negativa de sus socios. Una joyita que los fans del autor, y de Tyler Durden, no pueden perderse.
Y es que Chuck Palahniuk sabe que si consigue que todo el mundo crea en Tyler, deja de ser un amigo imaginario para convertirse en una leyenda.

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