miércoles, diciembre 03, 2008

Como una historia de terror, Jon Bilbao

Premio Ojo Crítico 2008. Salto de Página, Madrid, 2008. 248 pp. 18,50 €

Nere Basabe

Tras su primera novela El hermano de las moscas, que tan buenas críticas le deparó, Jon Bilbao (Ribadesella, 1972) vuelve a publicar en la editorial Salto de Página un libro de relatos esta vez, Como una historia de terror, siete historias que vienen a confirmar la acertada apuesta y solidez de esta nueva voz.
Uno de los rasgos principales –y sin duda, su mayor acierto- que unifica estos relatos recae en la sorprendente capacidad de Jon Bilbao para convertir situaciones de la vida cotidiana (con preferencia por las relaciones de pareja) en un verdadero thriller, sin pistolas ni asesinatos, pero que no por ello desmerece de lo mejor del género, haciendo en muchas ocasiones del amor “una historia de terror”, como reza el título del último de los relatos. Jon Bilbao rinde así homenaje a la literatura de terror más clásica, sin sangre ni estridencias, y recrea unos ambientes de suspense y amenaza en las situaciones más banales, sosteniendo una tensión narrativa, inquietante y a veces angustiosa, que sin duda constituye lo mejor de este libro.
La amenaza suele provenir en estas historias de elementos exteriores en principio anodinos: pequeños animales (una rata, unas ardillas), objetos de deseo (un juguete sexual que se mantiene en la incógnita, la ropa interior de una vecina) o visitas que irrumpen de fuera y pronto se convierten para los protagonistas en algo perturbador: una pareja que insiste en penetrar en una casa de veraneo convencidos de que es la suya, un vecino que llama reiteradamente a la puerta solicitando trabajo, unos ocasionales compañeros de viaje, otro vecino que cría cerdos y se empeña en regalar a los nuevos habitantes de la casa grotescas figuritas talladas por él mismo… El paisaje también juega un papel destacado como un protagonista más –casi siempre, acechante- de muchos de estos relatos: varios bosques, un lago, una casa de paredes de cristal, expuesta al exterior… Pero detrás de esos elementos perturbadores late tal vez lo más inquietante, la asfixia y las sombras de la intimidad de la pareja, los monstruos que muchas veces llevamos dentro y a los que cualquier anécdota nos puede obligar a enfrentarnos, con lo que Jon Bilbao lleva sus historias, muchas veces anecdóticas, al terreno de una reflexión más profunda.
El primero de los relatos lleva por acertado título Prolegómenos, y constituye en efecto una inmejorable introducción, una invitación a la complicidad, a seguir leyendo y descubrir el misterio. Desde mi caprichoso punto de vista Prolegómenos es tal vez el relato más logrado y cerrado de todo el libro: en un tiempo especialmente breve, acompañamos a una pareja en un taxi londinense a recoger un artículo encargado en un sex-shop y, emocionados e impacientes por estrenarlo, acuden antes a cenar a un pequeño restaurante italiano. Y aunque la acción principal es sin duda la que acontecerá tras la cena, ésta nos es arrebatada; es el argumento y la elipsis de todo el relato: “Sin hacer caso a quienes nos rodean nos recostamos en nuestras sillas, excitados y esperanzados, porque éstos no son más que los prolegómenos”, concluye así el relato. Pese al frío y la inclemente lluvia de la noche londinense que los envuelve, y cierta siniestra premonición acerca del juego sexual que les espera, el ambiente de esta historia resulta especialmente acogedor, algo que no se volverá a repetir en este libro. Jon Bilbao sabe hacernos mantener la expectativa, y quizá sea éste precisamente uno de los pequeños problemas que presentan otros relatos, lo que contrasta este primer cuento, Prolegómenos, con el que da título al libro, Como una historia de terror.
Frente a la pasión encendida de los primeros, el último relato, mucho más extenso, nos presenta a una pareja en descomposición que, como tantas, opta por la huída y el exilio rural con la esperanza de borrar su vida anterior y empezar de cero; un punto de partida que, ya desde el principio, sabemos equivocado, pero que se intensifica ante los problemas prácticos y amenazas invisibles que la nueva casa, en pleno bosque y “en medio de la nada”, comienza a presentar. Sueños recurrentes y terroríficos, la desaparición del perro, del anterior propietario de la casa, un vecino jorobado y siniestro y el progresivo distanciamiento de la pareja, que calla por no reconocer su error, parecen venir a vaticinar lo peor, en un suspense que se intensifica a cada página. Pero como en otros tantos relatos, ese intenso suspense que fuerza los límites de lo razonable alcanza el clímax unas cuantas páginas antes de su desenlace (mención aparte merece también el interesantísimo y opresivo relato El hambre en los alrededores del lago, las inesperadas consecuencias de una dieta que da miedo), para disolverse después en una un tanto deshilvanada vuelta a la rutina y la trama de la sensatez, que parece venir a darnos, en las últimas líneas de cada relato, unas palmaditas en la espalda como queriendo decir “no era para tanto”, y que no corresponden y tal vez deslucen las altas expectativas creadas –aunque ayude, eso sí, a conciliar el sueño después.
Más allá de la concurrida Oxford Street o el Parque Nacional de Yosemite, no se nos indica en la mayoría de los relatos la ubicación de los mismos y ni tan siquiera el nombre de sus protagonistas, con lo que se pretende una “universalidad” que sin embargo no escapa en la mayoría de los casos al paisaje de la narrativa norteamericana. La sobriedad de su estilo, sin una palabra de más, ayuda a esta impresión general, en la que sobresale el uso tan preciso de un vocabulario a veces sorprendente que no tiene reparos en codearse con las expresiones coloquiales. Y aunque conviven un par de relatos menores y como de transición (El ladrón de lencería, Rata, que no por ello dejan de ser interesantes), Como una historia de terror incluye al menos cuatro cuentos dignos de todos los elogios, y la mejor muestra del pulso narrativo y la capacidad de crear suspense de este autor. Ya sabéis: si queréis pasar miedo…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre, me parece un tanto equivocado decir que "Rata" es un cuento menor en el conjunto, como sí me lo parece, por ejemplo, "Hambre en los alrededores del lago". A mi entender -y es casi unánime en los mentideros- "Rata" es el mejor del libro. Un high concept en toda regla, a pesar de un final deus ex un tanto artificioso.

Muy buena reseña, Nere. Enhorabuena.

Un abrazo,

M.

off tópic: parece que vamos a ser compañeros de colección y editorial :)

Unknown dijo...

Hola, supongo que Matías, y supongo que autor de la reseña de los Jardines... (que me adjudicaron a mí, ¡ya me gustaría haberla firmado yo!):
Bueno, para gustos están los colores, y dentro del conjunto, que de por sí tiene un nivel alto, a mí "Rata" no me transmitió lo que otros, que no por eso quiere decir que me parezca malo. Pero ya sabes que un libro se enriquece con la lectura de cada lector, y cuanto más diferentes lecturas, mejor. A mí "Hambre en los alrededores del lago", ya desde el título, me sigue encantando: llega a unos niveles de suspense que no está presente en todos los relatos.
Y enhorabuena por tu libro, ya me contarás.
Un abrazo,
N.