martes, mayo 30, 2006

Joan Fontaine Odisea, Agustín Fernández Mallo

La Poesía, Señor Hidalgo, Barcelona, 2005. 137 pp. 12 €

Inés Matute

Joan Fontaine Odisea se presentó al mundo en Palma de Mallorca el pasado mes de febrero; como maestros de ceremonia, actuaron Román Piña, Marta Aguado, y un ¿testimonial? bote de Nocilla, dado que el autor está embarcado en un proyecto artístico experimental denominado Proyecto Nocilla, inspirado en la teoría del rizoma de Deleuze y Guattari y en los aspectos más fascinantes de la globalización. El cuerpo de la odisea, cuya lectura os recomiendo, está formado por 81 atípicos poemas en los que se reivindica la postmodernidad de una manera lúdica y extraordinariamente creativa, en perfecta coherencia con el concepto de «Poesía postpoética» acuñado por el autor y brillantemente expuesto en la revista Lateral en diciembre del 2004. No debería sorprendernos, en quien opina que la realidad es básicamente información —códigos a interpretar— la concepción de un libro-performance basado en la ininterrumpida proyección de la película Rebeca, protagonizada por Joan Fontaine, durante 365 días. Huelga decir que, como profesional concienzudo que es, Fernández Mallo nos presenta un acta notarial que da fe de lo anteriormente expuesto, amén de un registro documental en video fijo diurno y nocturno; una experiencia remotamente emparentada con la mística (me pregunto si se trata de una performance o una deconstrucción) en la que el poeta rozó, al menos en intención, la erótica del éxtasis. Hasta aquí llega la parte lúdica del poemario; entremos ahora en materia.
El pensamiento que destilan sus 137 páginas presenta contenidos muy profundos a través de elementos rabiosamente contemporáneos, donde las matemáticas y la física juegan un papel decisivo. Objeción: Quien no tenga unos conocimientos científicos mínimos, quedará al margen de los hallazgos más notables. En cualquier caso, estamos ante una iluminadora mezcla de ciencia y poesía cuyos antecedentes se remontarían a la obra de Tales, Heráclito o Anaximandro, a un tiempo en el que la separación entre ciencia y poesía no era del todo efectiva. Estructurado en secciones y subsecciones numeradas, réplica del Tractatus Lógico Philosophicus de Wittgenstein, el poemario huye del fundamentalismo poético dando paso a una estética peculiarísima; La proposición 25, o, si se quiere, el poema número 25, está formulado como un teorema. Como una rara mutación, la obra supondría una interrogación sobre el lenguaje y la crisis de la representación convencional, la reformulación de la estética poética contemporánea. Antológica resulta la metáfora con la que el autor relaciona la subjetividad y la función delta de Dirac, aquella que permite pasar del mundo continuo de los objetos al discontinuo de los procesos cuánticos. Si, como él dice, la vanguardia irrumpió hace más de un siglo en las artes plásticas, ¿Por qué no habría de reflejarse similar renovación en el campo poético? Para aquellos que se resisten a aceptar el uso de ciertos «signos» en un poema, les recordaré que verso y ecuación comparten lo más básico; ambas son expresiones sintéticas de algo complejo de definir, a las cuales no es posible añadirles o restarles nada sin detrimento o total fracaso del resultado. Con todo, Fernández Mallo no inventa nada nuevo por más que emplee elementos propios de la física en su juego postpoético; lo experimental, ligado o no a la filosofía o al arte, ha existido siempre. Lo que sí me resulta muy refrescante es el resultado de su trabajo, la hibridación de su lenguaje y las imágenes que nos ofrece alguien que parece estar sumido en un permanente tête à tête con lo invisible. Suele decirse que nunca aspira la belleza a producir relajo, tranquilidad o hedonismo, sino tensión, y el libro de Fernández Mallo, una de las voces más interesantes y honestas del panorama poético actual, es un buen ejemplo de ello. Leedlo sin prejuicios y disfrutad mientras tanto de este pequeño aperitivo:

Entre dos contajes consecutivos de un contador Geiger
hay una fracción infinitesimal de tiempo
en la que al circuito no le es posible contar nada. A esa
pequeña desaparición de la realidad se le llama
Tiempo Muerto (T). Así viene escrito en cualquier texto
de física atómica este fenómeno
fascinado toda la noche en tus ojos
porque al terminar no ha mermado ni aumentado
mi conocimiento acerca del mundo
bendita seas
otoño en el que el verano cae
de nuevo a mi cielo mi wild puppet I love you so
muñeca de cera o de algodón

meditativa
y simultáneamente instantánea, tu ruido es blanco,
en qué estado de la materia te consumes.
Luz y sombra saturas.

También nosotros somos custodios
de un metal pesado, lujosas gotas
de mercurio amante,
amantes en Tiempo Muerto.
Bendito sea el reloj que desaparece (T)
(para dos nuevos estados
de la materia)

11 comentarios:

J. A. Montano dijo...

Fantástico libro! Lo leí estas Navidades y aún me dura el efecto.

Anónimo dijo...

el atleta está en todas

Anónimo dijo...

Un libro muy interesante, sin duda.

Pero le encuentro varias puntos débiles que hacen que no estemos ante algo verdaderamente importante, ante un libro imperecedero (si es que es a eso a lo que aspiran los poetas cuando escriben); uno de esos defectos pueden ser los contrapuntos deliberada e impostadamente "pop", me parece que en no pocas ocasiones el autor parece activar una batidora de registros, referencias y "marchamos de posmodernidad" que no terminan de estar bien ensamblados.

No obstante en otras ocasiones sí lo consigue, llegando en ciertos poemas con referentes científicos a ser escalofriante. Una lectura recomendable, distinta.

Pedro Terán dijo...

No recuerdo haber leído nunca una reseña que me dejara con una impresión tan mala de una obra.

"Entre dos contajes consecutivos de un contador Geiger
hay una fracción infinitesimal de tiempo"

"tu ruido es blanco,
en qué estado de la materia te consumes"


¿Habremos de creer que esto son los "contenidos muy profundos (...) donde las matemáticas y la física juegan un papel decisivo", de los que quedará al margen "quien no tenga unos conocimientos científicos mínimos"?

Si es que tien que haber gente pa to... En fin, sean felices con sus cuentas de colores.

Anónimo dijo...

AFM es licenciado en Ciencias Físicas y ejerce en el ámbito de la física nuclear con fines médicos en Palma de Mallorca. En otras palabras: es un profesional brillante que conoce a la perfección lo que es un contador Geiger. Recomiendo a quienes tan furiosamente le critican la lectura del magnífico artículo titulado "Hacia un nuevo paradigma: poesía postpoética" publicados en las revistas "Contrastes" y "Lateral" en el año 2004, o el poemario "Carne de Pixel", o "Creta lateral travelling". Juzgar a un poeta por un poema aislado me parece del todo improcedente, y dudar de la capacidad intelectual de un científico del que nada se sabe, un atropello.

Pedro Terán dijo...

Juzgar a un poeta por un poema aislado me parece del todo improcedente, y dudar de la capacidad intelectual de un científico del que nada se sabe, un atropello.

Se alegrará de saber que estoy completamente de acuerdo con usted. Ahora, esas dos categorías no agotan ni lo improcedente ni el atropello, como bien prueba su comentario.

Si relee el mío, comprobará que en ningún caso se dice *nada* ni del autor del poema ni del poemario ni de su labor como "brillante científico" (de la que san Google, lamento decirle, no me ha revelado nada, así que la pondremos entre paréntesis por ahora).

Siento decirle también que las facultades de Física segregan cada año centenares de Licenciados en Ciencias Físicas (así, con muchas mayúsculas). ¿Qué quiere decirme con esto? ¿Tengo que sentirme impresionado? ¿En qué cambia eso nada?

¿Es que el valor del libro reseñado está en que su autor estudió Física y sabe lo que es un contador Geiger? En ese caso no me importará nada recordarle cuál fue la sana actitud de Richard Feynman hacia los que se interesaban por sus pinturas por el mero hecho de ser físico.

Anónimo dijo...

Querido amigo Pedro, no se trataba de una respuesta a su comentario, sino de la respuesta a un comentario muy ofensivo que ya ha sido debidamente suprimido por quien controla este blog. En él, el lector venía a decír que era obvio que AFM no tenía ni p. idea de lo que es la poesía o un contador Geiger. Que su poesía guste o no guste a los demás es algo dificil de predecir, pero, créame, cuando Agustín habla de artilugios que son desconocidos para la mayoría de nosotros, sabe de lo que está hablando. Personalmente opino que su concepción poética se acerca peligrosamente a lo que es puro marketing, pero sus poemas jamás me han dejado indiferente. Es más, me gustan muchísimo. En cuanto a su curriculo como físico, no pretendía alerdear de él puesto que esta discusión no me afecta personalmente, pero sí demostrarle a quien tan alegremente le insultaba que muy probablemente el poeta tenga una preparación científica muy superior a la suya. No se dé pues por aludido, amigo Pedro, que no le estaba respondiendo a usted. Mis respetos.

Pedro Terán dijo...

Y mis disculpas :)

Anónimo dijo...

El poema tiene una temática atractiva y original, pero podría pulirse más, ya que en un párrafo o en una de las estrofas, por decirlo en nuestra lengua, abusa de la terminación ado. Evidentemente eso va según perfeccionista sea uno con su obra.

Un saludo y espero que mi opinión no os sea molesta.

Anónimo dijo...

La verdad es que, entre la crítica y el debate levantado se me han despertado las ganas de leerlo y opinar.
Espero que un lego en temática cuántica también pueda disfrutarlo

Anónimo dijo...

Os he estado leyendo estos días. Respecto a lo que se ha dicho aquí del autor, este fin de semana he tenido ocasión de conocer personalmente a AFM en una presentación de un libro en Madrid, en La Central.Los dos íbamos de oyentes. Le comenté que me había parecido un libro importante, y éste era también el comentario que circulaba por allí entre varios críticos y poetas de peso. Os recomiendo esta reseña:

http://vicenteluismora.bitacoras.com/archivos/2005/09/29/un-libro-indispensable

Como persona, me pareció un tipo muy cercano y sus ideas sobre la poesía bastante inovadoras.

Por cierto, también le hablé de esa mini polémica que se ha suscitado aquí sobre su brillantez profesional o no, y él se rió un buen rato de eso. Aseguró que de brillante nada, que sólo es un físico más que intenta hacer su profesión lo mejor que puede.

Un poeta, seguro, a tener en cuenta.