viernes, mayo 05, 2017

La casa del álamo, Kazumi Yumoto


Trad. Rumi Sato
Nocturna, Madrid, 2017. 181 pp. 14,50 €

Santiago Pajares

Descubrí a Kazumi Yumoto con su preciosa primera novela Los amigos, publicada por Nocturna Ediciones hace dos años. Tras ella, al año siguiente, llegó la inquietante Viaje a la costa, también con Nocturna, una novela más oscura y con más carga psicológica. Cuando me llegó La casa del álamo, no podía dejar de preguntarme qué estilo habría seleccionado Kazumi Yumoto esta vez. La literatura japonesa es capaz, muchas veces, de tratar temas livianos y etéreos con una magistral sencillez. La muerte y el mundo de los espíritus, siempre entrelazada con la vida diaria de los personajes, nos da a entender que todos estamos aquí de paso, cambiando para ser otra cosa hasta al final convertirnos en nada. La casa del álamo nos habla de eso, de una niña que entabla una peculiar relación con la casera de su bloque de apartamentos, la anciana que entregaba cartas a los muertos. Una novela corta que puede ser leída tanto por adultos como por jóvenes, de ahí su gran poder, porque no hay mejor manera de tratar asuntos graves que con una voz clara y sencilla.
La historia está contada desde la voz de Chiaki, una enfermera en plena crisis existencial que es informada sobre la muerte de la casera del bloque de apartamentos donde vivió tres años de pequeña. Inesperadamente, y aunque hace décadas que no sabe nada de ella, decide ir a su funeral. En el viaje recordará todo lo que vivió allí, en la casa del álamo. Chiaki sólo tenía seis años cuando llegó allí por primera vez, sola con su madre y el recuerdo aún fresco de su padre fallecido. Pero la vida no se detiene, y la pequeña y su madre tienen que continuar con sus estudios y trabajos mientras tratan de asimilar la noticia. La ansiedad de lidiar con ello le trae a Chiaki unas fiebres tan grandes que tiene que ser hospitalizada y después guardar reposo en casa. Allí es donde conoce a la anciana, que la cuidará mientras su madre va a trabajar y le contará su gran secreto: Ella es una mensajera de los muertos. Los hombres y mujeres de la zona le escriben cartas a sus seres queridos fallecidos y ella las entregará en su ataúd al otro mundo cuando muera. Mientras, las va guardando en un cajón cada día más lleno. Cuando esté repleto, morirá. La pequeña Chiaki tiene entonces la oportunidad de escribir a su padre para contarle su día a día, y descubre lo que la anciana ya sabía, que escribir calma el espíritu y ayuda a comunicarse, más que con los muertos, con una misma a través de la letra impresa. Tras la novela Los amigos, Kazumi Yumoto vuelve a tratar los mismos temas con un nuevo enfoque. El paso de la infancia a la madurez, la relación de jóvenes y ancianos y la muerte siempre presente, como un calendario que nunca caduca.
La casa del álamo es una novela breve que se lee en dos tardes pero cuya esencia se va a quedar con nosotros mucho tiempo. Tanto como ese álamo, que con su pérdida y renacer de las hojas, nos marca las estaciones del año. También apuntar la preciosa edición de Nocturna Ediciones, que cuida tanto sus libros como a los autores que nos descubre. Quedamos a la espera de la siguiente novela de Kazumi Yumoto, una autora para apuntarse el nombre

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