Núria Juanico
No se puede hablar de literatura contemporánea sin conocer a John Irving, y no se puede entender a John Irving sin haber digerido Personas como yo (Tusquets 2013). La decimocuarta novela del escritor norteamericano da luz a la bisexualidad con la sabiduría de alguien que es partícipe de todos los secretos de la narrativa después de décadas trampeándola, discutiendo con ella y conciliándose diariamente. Escrita con valentía y seguridad, En una sola persona esquiva el morbo fácil y aborda la intolerancia de las prácticas homosexuales y heterosexuales simultáneas. Y lo hace con una normalidad que, paradójicamente, la impulsa por encima del resto de obras de temática similar.
Irving lanza el anzuelo narrativo con el despertar sexual de Bill Abbott, un joven escritor de un pueblecito de Vermont, en los Estados Unidos. Los enamoramientos tempranos, la atracción hacia una bibliotecaria transexual y el rechazo frontal de una pequeña comunidad ante los comportamientos afeminados son las tres piezas iniciales de una historia inmensa sobre deseos, pasiones e instintos que rompen la norma social de los años cincuenta. La voz madura de un Bill avezado en ser la diferencia ejerce de guía en la evolución laberíntica de su propia sexualidad. Desde una adolescencia experimental, la obra fluctúa por los combates de boxeo universitario, la Viena de los años setenta y la epidemia de sida de los ochenta, desembocando en la defensa férrea de una bisexualidad incomprendida tanto por gais como por heterosexuales.
Con un trasfondo crítico sin redundancias, Personas como yo desnuda la bisexualidad de prejuicios y la enfoca desde todos los prismas posibles para subrayar la parte más humana del fenómeno. El teatro de Shakespeare actúa de farsa donde se refleja una realidad no muy lejana, que permite escenas de lectura imprescindible, como la magnífica descripción de las reacciones del público ante la representación femenina de un viejo serrador aficionado a las faldas y pelucas. A pesar de compartir temática con otras obras igual de atrevidas como Middlesex, de Jeffrey Eugenides, la historia de Bill Abbott se constituye como una novela impactante que Irving marca con su propia voz narrativa y la hace única en el tratamiento del contenido.
El autor ha disfrazado Personas como yo de tragicomedia, balanceándola entre la calidez entrañable de sus personajes y la soledad pegajosa de un fenómeno que, a ojos de la mayoría, no se entiende. Sin ahorrar humor ni sacudidas narrativas, Irving demuestra que es un maestro en estirar el lector del brazo y arrastrarlo dentro del espiral literario que construye para cada ocasión. El autor huye de elucubraciones abstractas y hace tangibles los conflictos existenciales mediante unos personajes terriblemente humanos que echan raíces y cuestan de abandonar.
Podría citar un par de frases de esta crítica en un reportaje para La Voz de Galicia?
ResponderEliminarPodría citar alguna frase de esta crítica en un reportaje sobre autores superventas que preparo para La Voz de Galicia?
ResponderEliminarEstoy muy de a cuerdo con tu comentario. Quisiera saber cual es la palabra en el original en ingles que el traductor tradujo como encapricharse.
ResponderEliminarEn Latinoamerica sufrimos con las traducciones españolas que es de donde llegan la mayoria de los libros traducidos.
Tengo que confesar, como me ha pasado con alguna otra novela de Irving, que al principio no me enganchada y al final me ha encantado.
ResponderEliminarencapricharse es "crush". A mi también me ha llamado la atención esta palabra
ResponderEliminarHay un gran spoiler en el principio del segundo párrafo, dejé de leer ahí.
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