Salvador Gutiérrez Solís
No me debería llevar ni cinco minutos escribir la reseña de la nueva entrega de Junot Díaz, Así es como la pierdes, o simplemente me bastaría con decir que se trata de un libro maravilloso. Empecemos por aquí, ya puestos. Sí, Así es como la pierdes es una delicia literaria, una de esas joyas que tan raramente se cuelan en tus lecturas, una bocanada de talento, humor, emoción, precisión e ingenio. No quiero escatimar en el elogio, tampoco en los adjetivos. Vibrante, irónico, divertido, transparente, pasional, luminoso, apabullante, innovador, espléndido, sí, espléndido.
Sin embargo, estoy radicalmente en contra de la calificación/clasificación que nos han ofrecido. No es un libro de cuentos, Así es como la pierdes es una novela, una novela mayúscula. El que cada capítulo nos ofrezca una historia con un aparente cierre no debe entenderse como una colección de relatos, no. De hecho, no es la primera novela que se construye de esta manera. Tengamos en cuenta el gran fresco final, el regusto que Así es como la pierdes te deja cuando concluyes su lectura. Debo de reconocer que en mi caso tuvo algo de traumático, de desolador, el alcanzar el punto y final, hubiera deseado otras mil páginas similares más.
Concentrémonos, resumen de los dos párrafos anteriores: Así es como la pierdes es una novela maravillosa. Sigamos. Para quien no se haya zambullido en la narrativa de Junot Díaz, una recomendación: ese uso descarnado y sin tapujos de la jerga, del domo en este caso (el español que hablan los dominicanos emigrantes en los Estados Unidos de América), lejos de suponer un lastre es un rico y valiosísimo ingrediente que le aporta a la narración una musicalidad, una autenticidad y una plasticidad de tal magnitud y efectividad que una vez asimilado por nuestro oído —y cerebro— te atrapa y seduce, te hace mover las caderas, es un ritmo íntimo que se cuela en tu cerebro fabricando su propia banda sonora.
Así es como la pierdes es la historia de Yunior —recurrente alter ego de Junot Díaz en toda su obra—, un emigrante dominicano, en sus primeros años de estancia en Nueva Jersey, pero también es una deslumbrante galería de personajes femeninos. Mujeres fuertes, mujeres directas y contundentes, como la madre, como Magda, como Alma, mujeres que consiguen enloquecer y amansar a los hombres con sólo una mirada. Mujeres resistentes y existenciales. Pero también es una novela sobre los descubrimientos personales, el amor y el sexo, la amistad y la melancolía, la soledad; y es también una novela sobre la infancia y la juventud, a partir del diario de un explorador que se lanza al vacío de lo desconocido. Esos niños que contemplan la nieve, lo nuevo, desde el otro lado de la ventana, esperanzados en que el radiador los mantenga, a modo de incubadora, en ese cálido origen del que partieron.
Así es como lo pierdes se extiende por medio de un frondoso tapiz de mil tonalidades y texturas diferentes. Puede ser mimoso, embriagador, seco, hiriente, incluso, cuando Junot Díaz así se lo propone, cuando la narración se lo requiere. Narrativa de tripas y emociones, sincera y desnuda, divertida, sensitiva, que cuenta y se cuenta. Porque una de las grandes características de la potente narrativa de Díaz es que “cuenta historias”, algo que parece tan simple, pero que es tan difícil de encontrar.
Hola, tengo este libro esperándome en la montaña de libros sin leer. Tras leer esta reseña, acaba de ganar posiciones para su lectura.
ResponderEliminarRecuerdo que me gustó mucho Los boys y La maravillosa vida de Óscar Wao.
saludos
Gracias por la recomendación!
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