Guillermo Ruiz Villagordo
En junio de 2010 se hizo pública una decisión revolucionaria para el futuro del panorama literario gallego: el homenajeado en el tradicional Dia das Letras Galegas del año siguiente sería el poeta Lois Pereiro. La importancia de esta elección se debía a que el perfil de los escritores acreedores de semejante honor en anteriores convocatorias había basculado entre la condición de próceres de la cultura gallega y el anquilosamiento de aquellos que basaban su mérito casi exclusivamente en haber escrito su obra en gallego. En contraste con ambos, Pereiro es un escritor maldito que representa una contracultura la mayor de las veces ignorada a nivel oficial, cultivada en una poesía cosmopolita concomitante con la estética punk y rabiosamente experimental que choca sobremanera con el ambiente rural al que tradicionalmente se asocia la lengua gallega.
Ocurre que, atendiendo a una de las reglas de la Real Academia Galega para poder ser siquiera considerado como posible homenajeado, esto no hubiera sido posible de no haberse dado la trágica circunstancia de que Pereiro hubiera fallecido hacía más de diez años, gracias a una cruel carambola del destino, que le reservó ser uno de los intoxicados por el aceite de colza y contraer el sida años después, por lo que su vida, que comenzó en 1958, no llegó más allá de los treinta y ocho años.
Y he aquí que gracias a este reconocimiento de nuevo la vida se abre paso entre la muerte, sin dejarse amilanar, y reunió las circunstancias que ahora nos permiten acceder a su obra completa recopilada exquisitamente por Libros del Silencio en edición bilingüe. Y también que la atención que ha generado su figura en los medios generalistas hace por una vez justicia a esa otra literatura española ignorada demasiado a menudo por haber sido escrita en cualquiera otra de las lenguas de este país nuestro (ignorancia que nos impide valorar voces actuales tan impresionantes como Estíbaliz Espinosa o Yolanda Castaño, para mí la mejor poetisa erótica en España).
Como es natural, su obra poética, recogida en tres libros (dos de ellos publicados en vida y avalados por la crítica), está transida por la muerte. Pero no a la manera plañidera, ni con una actitud conformista, sino tomándola como el escenario inevitable sobre el que desplegar una energía cansada en una creatividad sin límites, en una vanguardia expresionista que arrolla los sentidos y nos lleva a estados de shock. Particularmente es en Poesía última de amor y enfermedad donde se desarrolla esa lucha agónica que es la convivencia entre el ansia del futuro y la conciencia del pasado en un presente en blanco que hay que llenar como sea, donde la lucidez y la belleza alcanzan un nivel único de iluminación, una rara perfección que abre la mente y estremece al corazón.
Acompañan a su poesía, que constituye la médula de su obra, una suma de textos rescatados de revistas y del archivo personal del autor custodiado por su familia: la novela Náufragos del paraíso; el panfleto libertario Modesta proposición para renunciar a hacer girar la rueda hidráulica de una cíclica historia universal de la infamia; y el diario epistolar Conversación ultramarina, testimonio íntimo del tiempo posterior a la ruptura con la mujer de su vida, Piedad Cabo, donde confirma que no hay mejor manera de vivir que vivir sin más.
Ocurre que, atendiendo a una de las reglas de la Real Academia Galega para poder ser siquiera considerado como posible homenajeado, esto no hubiera sido posible de no haberse dado la trágica circunstancia de que Pereiro hubiera fallecido hacía más de diez años, gracias a una cruel carambola del destino, que le reservó ser uno de los intoxicados por el aceite de colza y contraer el sida años después, por lo que su vida, que comenzó en 1958, no llegó más allá de los treinta y ocho años.
Y he aquí que gracias a este reconocimiento de nuevo la vida se abre paso entre la muerte, sin dejarse amilanar, y reunió las circunstancias que ahora nos permiten acceder a su obra completa recopilada exquisitamente por Libros del Silencio en edición bilingüe. Y también que la atención que ha generado su figura en los medios generalistas hace por una vez justicia a esa otra literatura española ignorada demasiado a menudo por haber sido escrita en cualquiera otra de las lenguas de este país nuestro (ignorancia que nos impide valorar voces actuales tan impresionantes como Estíbaliz Espinosa o Yolanda Castaño, para mí la mejor poetisa erótica en España).
Como es natural, su obra poética, recogida en tres libros (dos de ellos publicados en vida y avalados por la crítica), está transida por la muerte. Pero no a la manera plañidera, ni con una actitud conformista, sino tomándola como el escenario inevitable sobre el que desplegar una energía cansada en una creatividad sin límites, en una vanguardia expresionista que arrolla los sentidos y nos lleva a estados de shock. Particularmente es en Poesía última de amor y enfermedad donde se desarrolla esa lucha agónica que es la convivencia entre el ansia del futuro y la conciencia del pasado en un presente en blanco que hay que llenar como sea, donde la lucidez y la belleza alcanzan un nivel único de iluminación, una rara perfección que abre la mente y estremece al corazón.
Acompañan a su poesía, que constituye la médula de su obra, una suma de textos rescatados de revistas y del archivo personal del autor custodiado por su familia: la novela Náufragos del paraíso; el panfleto libertario Modesta proposición para renunciar a hacer girar la rueda hidráulica de una cíclica historia universal de la infamia; y el diario epistolar Conversación ultramarina, testimonio íntimo del tiempo posterior a la ruptura con la mujer de su vida, Piedad Cabo, donde confirma que no hay mejor manera de vivir que vivir sin más.
Alguien te tiene qur dar las gracias por enfocar la obra de este autor y mostrar dónde se encuentra.
ResponderEliminarY me ha tocado a mí.
Extraordinario poeta. Descubrirlo fue una revelación.
ResponderEliminary alguien también te tiene que decir que Yolanda castaño no puede ser considerada poeta erótica, que su obra está publicada en castellano, que tu crítica incide en todos los tópicos sobre Lois -un gran poeta- y que así nos va luciendo el pelo
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios, los tres.
ResponderEliminarIndicar sin embargo a Anónimo que en cuanto bastantes de los poemas de Yolanda Castaño son de tipo erótico (de tema amoroso, no necesariamente sexual) puede ser considerada una poeta erótica de alguna forma (en general las etiquetas son demasiado rígidas). Por otra parte, en ningún momento afirmo que no esté traducida al castellano. Conozco las ediciones de Visor y de Huerga y Fierro, ésta última de su libro 'Vivimos en el ciclo de las erofanías' (curioso título para una autora que no haya tocado nunca la temática amorosa).
De hecho, tengo incluso la antología 'Milenio: ultimísima poesía española' de Basilio Rodríguez Cañada, la única que conozco (sin hacer uso de google) que se ha atrevido a hacer una antología poética española absoluta, sin importar la lengua de partida.
En cuanto al asunto de los tópicos es una opinión personal que, por supuesto, no puedo valorar de ninguna manera, aunque sí interpretarla en función de las dos observaciones parciales anteriores.