Anagrama, Barcelona, 2010. 336 pp. 19,50 €
Miguel Sanfeliu
Black, black, black es el acercamiento de Marta Sanz al género policíaco, una experiencia narrativa más que interesante. La novela negra es el género que mejor retrata los rincones oscuros de nuestra sociedad, sus querencias y defectos, de ahí que ese sea el ropaje elegido por la autora. Pero también nos encontramos ante un laberinto estructural y una indagación sobre la perspectiva. Una novela cuya trama nos intriga y cuyos personajes están marcadamente caracterizados.
Hay un crimen, y un detective encargado de la investigación, Arturo Zarco, que es gay, aunque estuvo casado con Paula, con la que mantiene una particular relación, a medio camino entre la amistad y el resentimiento. Comenta con ella los detalles de su trabajo. Zarco es impulsivo, propenso a la distracción, mientras que Paula es más práctica y cerebral, así que, en este sentido, se complementan a la perfección. El matrimonio Esquivel contrata al detective para que investigue el asesinato de su hija Cristina, convencidos de que el culpable fue el marido de ésta, Yalal, un hombre de origen marroquí. Con este encargo, Zarco se interna en la comunidad de vecinos en la que reside Yalal y entra en contacto con quienes habitan ese microcosmos.
Tres blacks, tres cambios, tres giros que se complementan, tres voces narrativas con diferentes interlocutores. Primero es el propio detective, aunque pronto nos damos cuenta de que no se dirige a nosotros, sino a su exmujer, a Paula, y que ésta de vez en cuando apostilla, corrige e incluso recrimina algunas de sus expresiones. Luego se produce una ruptura, un elemento de distorsión que nos sorprende, nos interrumpe y parece contarnos otra historia. Ahora la narradora es una de las vecinas, Luz, a través de las páginas de su diario, del que ella misma nos dice: «Un diario, además, es como una caja. Dentro de ella pueden pasar cosas que no suceden en ninguna otra parte. O cosas escondidas». Ajá, se dice el lector entonces, no hay duda, la autora está jugando conmigo, intenta despistarme, desorientarme. Por último, será Paula Quiñones quien tome las riendas del asunto. Realiza su propia investigación. Contrasta los datos narrados por su ex marido y los pasajes del diario de Luz. Ahora será Arturo Zarco quien la interrumpirá, quien le recriminara el ritmo de su narración y la precisión de los detalles. Pero ella dice: «No decir nada, no afirmar ni negar nada y, con la omisión o la elipsis, conseguir que Zarco se enrede, que tal vez sufra...» Y, claro, en ese momento Zarco somos nosotros, los lectores, quienes intentamos esquivar las trampas, seguir las pistas de la investigación, anticiparnos a la resolución del caso y sortear los escollos que las voces narradoras nos van tendiendo por el camino.
Black, black, black es una profunda exploración sobre el punto de vista, sobre la distorsión de la realidad. Un libro narrado con una prosa cuidada, que requiere la atención del lector. También es la historia de un crimen y de su resolución. La radiografía de una comunidad de vecinos que actúa como un mundo cerrado en el que se intentan disimular las propias mezquindades. Y, por ende, una novela en la que se tratan temas muy dispares. Nos encontramos pues, ante una propuesta literaria que ha sido cuidadosamente planificada y que apunta hacia nuevos planteamientos narrativos, de un modo ameno y no exento de humor.
Miguel Sanfeliu
Black, black, black es el acercamiento de Marta Sanz al género policíaco, una experiencia narrativa más que interesante. La novela negra es el género que mejor retrata los rincones oscuros de nuestra sociedad, sus querencias y defectos, de ahí que ese sea el ropaje elegido por la autora. Pero también nos encontramos ante un laberinto estructural y una indagación sobre la perspectiva. Una novela cuya trama nos intriga y cuyos personajes están marcadamente caracterizados.
Hay un crimen, y un detective encargado de la investigación, Arturo Zarco, que es gay, aunque estuvo casado con Paula, con la que mantiene una particular relación, a medio camino entre la amistad y el resentimiento. Comenta con ella los detalles de su trabajo. Zarco es impulsivo, propenso a la distracción, mientras que Paula es más práctica y cerebral, así que, en este sentido, se complementan a la perfección. El matrimonio Esquivel contrata al detective para que investigue el asesinato de su hija Cristina, convencidos de que el culpable fue el marido de ésta, Yalal, un hombre de origen marroquí. Con este encargo, Zarco se interna en la comunidad de vecinos en la que reside Yalal y entra en contacto con quienes habitan ese microcosmos.
Tres blacks, tres cambios, tres giros que se complementan, tres voces narrativas con diferentes interlocutores. Primero es el propio detective, aunque pronto nos damos cuenta de que no se dirige a nosotros, sino a su exmujer, a Paula, y que ésta de vez en cuando apostilla, corrige e incluso recrimina algunas de sus expresiones. Luego se produce una ruptura, un elemento de distorsión que nos sorprende, nos interrumpe y parece contarnos otra historia. Ahora la narradora es una de las vecinas, Luz, a través de las páginas de su diario, del que ella misma nos dice: «Un diario, además, es como una caja. Dentro de ella pueden pasar cosas que no suceden en ninguna otra parte. O cosas escondidas». Ajá, se dice el lector entonces, no hay duda, la autora está jugando conmigo, intenta despistarme, desorientarme. Por último, será Paula Quiñones quien tome las riendas del asunto. Realiza su propia investigación. Contrasta los datos narrados por su ex marido y los pasajes del diario de Luz. Ahora será Arturo Zarco quien la interrumpirá, quien le recriminara el ritmo de su narración y la precisión de los detalles. Pero ella dice: «No decir nada, no afirmar ni negar nada y, con la omisión o la elipsis, conseguir que Zarco se enrede, que tal vez sufra...» Y, claro, en ese momento Zarco somos nosotros, los lectores, quienes intentamos esquivar las trampas, seguir las pistas de la investigación, anticiparnos a la resolución del caso y sortear los escollos que las voces narradoras nos van tendiendo por el camino.
Black, black, black es una profunda exploración sobre el punto de vista, sobre la distorsión de la realidad. Un libro narrado con una prosa cuidada, que requiere la atención del lector. También es la historia de un crimen y de su resolución. La radiografía de una comunidad de vecinos que actúa como un mundo cerrado en el que se intentan disimular las propias mezquindades. Y, por ende, una novela en la que se tratan temas muy dispares. Nos encontramos pues, ante una propuesta literaria que ha sido cuidadosamente planificada y que apunta hacia nuevos planteamientos narrativos, de un modo ameno y no exento de humor.
Querido Miguel:
ResponderEliminarGracias por tu lectura.
Un abrazo muy fuerte.