Octoedro, Barcelona, 2009. 223 pp. 19,80 €
Ignacio Sanz
La lectura es una profesión especializada en estos tiempos en los que la presión comercial y el márquetin tratan de llevar a los potenciales lectores por un camino que necesariamente ha de pasar por la caja registradora. El autor de este libro ha hecho de la lectura su modo de vida. Y se nota. Para empezar, lleva más de quince años al frente de una empresa, FIRA, que tiene como objetivo fundamental el asesoramiento de lecturas. El equipo lo forman cinco personas, tres socios y dos empleados. ¿Quién podría imaginar algo semejante hace unos años? Una empresa de cinco personas cuyo objetivo esencial es recomendar libros. Casi nada. Claro que la empresa tiene su asiento en Pamplona y ejerce su actividad en Navarra, tanto en Pamplona como en los pueblos más grandes que la circundan, así como en alguno de la próspera Ribera del Ebro. La existencia de esta empresa es un indicio, me parece, de la calidad de vida de los habitantes de esta comunidad. Su actividad se centra, sobre todo, en la comunidad educativa, pues la empresa presta servicios fundamentalmente a los ayuntamientos y a los centros educativos, no sólo sugiriendo lecturas, sino acercando a los autores de los libros o a los grandes narradores orales españoles e hispanoamericanos (Carolina Rueda, Campanari, Pablo Albo, Pep Bruno, Susi Lillo, Luis Felipe Alegre...) para que las historias que cuentan terminen por ser una invitación velada para entrar en los libros.
Lo que básicamente cuenta Luis Arizaleta en este libro son sus memorias, un recorrido pormenorizado por su vida, entreverado con sus lecturas, con el descubrimiento de los grandes autores que han orientado sus pasos erráticos en tantos sentidos y que, de algún modo, se la han salvado.
Hay un párrafo que me llamó poderosamente la atención. Habla Arizaleta de la importancia de las cuadrillas en la conformación de la vida social navarra. Si no tienes cuadrilla no eres nadie o, en todo caso, eres un ser desvalido, solitario. Pues bien, él es, y lo reivindica, ese tipo gatuno, individualista, que ha preferido forjarse una personalidad no a través de los compañeros con los que se canta canciones y se bebe en rondas ruidosas, sino a través de escritores que susurran al oído. Y, sin embargo, esa mirada individual no le ha convertido en un individualista, sino en un ciudadano abierto y solidario. García Calvo, Savater, Juan Goytisolo, Martín Garzo, García Márquez, Cortázar son tan sólo algunos de los puntos de apoyo.
La primera mitad del libro el autor nos cuenta su vida en varios capítulos dedicados a la familia, los estudios, el trabajo, las relaciones sentimentales o al descubrimiento del cine, mientras que en la segunda reflexiona sobre su actividad profesional desde diversos prismas: comprensión lectora, oralidad, imágenes que refuerzan la lectura, adultos que leen colecciones para jóvenes. Cuenta experiencias muy interesantes, anécdotas que pueden alumbrar muchos caminos. En esta segunda parte Daniel Pennac o Juan Mata, grandes teóricos de la lectura, le sirven a apoyo.
Pero, como he dicho, entreveradas con cada capítulo, van las recomendaciones literarias. Se trata de un total de 111 libros infantiles y juveniles, la mayor parte de autores españoles tan clásicos como Juan Farias, Emilio Pascual, Antonio Ventura, Daniel Nesquens, Alfredo Gómez Cerdá, Gustavo Martín Garzo, Pilar Mateos, Pepe Maestro, Antonio Rodríguez Almodóvar, Lucía Baquedano, Gonzalo Moure, Blanca Alvárez o Fina Casaldelrrey. Aunque, cómo no, también están entre los elegidos extranjeros como Saramago o Rodari.
El entusiasmo que pone en la recomendación de estos libros es una reivindicación en toda regla de la literatura infantil y juvenil a la que a veces se observa con cierta condescendencia, cuando no con desdén manifiesto por parte de algunos profesionales o críticos “adultos”. Entren en esos libros, abran sus páginas sin prejuicio y gocen de lo lindo, nos dice Arizaleta. Merece la pena el viaje, como sin duda merece la pena abrir estas páginas y conocer de cerca una vida de un profesional que, contra viento y marea, ha dedicado a la lectura infantil y juvenil, sus mejores esfuerzos.
Ignacio Sanz
La lectura es una profesión especializada en estos tiempos en los que la presión comercial y el márquetin tratan de llevar a los potenciales lectores por un camino que necesariamente ha de pasar por la caja registradora. El autor de este libro ha hecho de la lectura su modo de vida. Y se nota. Para empezar, lleva más de quince años al frente de una empresa, FIRA, que tiene como objetivo fundamental el asesoramiento de lecturas. El equipo lo forman cinco personas, tres socios y dos empleados. ¿Quién podría imaginar algo semejante hace unos años? Una empresa de cinco personas cuyo objetivo esencial es recomendar libros. Casi nada. Claro que la empresa tiene su asiento en Pamplona y ejerce su actividad en Navarra, tanto en Pamplona como en los pueblos más grandes que la circundan, así como en alguno de la próspera Ribera del Ebro. La existencia de esta empresa es un indicio, me parece, de la calidad de vida de los habitantes de esta comunidad. Su actividad se centra, sobre todo, en la comunidad educativa, pues la empresa presta servicios fundamentalmente a los ayuntamientos y a los centros educativos, no sólo sugiriendo lecturas, sino acercando a los autores de los libros o a los grandes narradores orales españoles e hispanoamericanos (Carolina Rueda, Campanari, Pablo Albo, Pep Bruno, Susi Lillo, Luis Felipe Alegre...) para que las historias que cuentan terminen por ser una invitación velada para entrar en los libros.
Lo que básicamente cuenta Luis Arizaleta en este libro son sus memorias, un recorrido pormenorizado por su vida, entreverado con sus lecturas, con el descubrimiento de los grandes autores que han orientado sus pasos erráticos en tantos sentidos y que, de algún modo, se la han salvado.
Hay un párrafo que me llamó poderosamente la atención. Habla Arizaleta de la importancia de las cuadrillas en la conformación de la vida social navarra. Si no tienes cuadrilla no eres nadie o, en todo caso, eres un ser desvalido, solitario. Pues bien, él es, y lo reivindica, ese tipo gatuno, individualista, que ha preferido forjarse una personalidad no a través de los compañeros con los que se canta canciones y se bebe en rondas ruidosas, sino a través de escritores que susurran al oído. Y, sin embargo, esa mirada individual no le ha convertido en un individualista, sino en un ciudadano abierto y solidario. García Calvo, Savater, Juan Goytisolo, Martín Garzo, García Márquez, Cortázar son tan sólo algunos de los puntos de apoyo.
La primera mitad del libro el autor nos cuenta su vida en varios capítulos dedicados a la familia, los estudios, el trabajo, las relaciones sentimentales o al descubrimiento del cine, mientras que en la segunda reflexiona sobre su actividad profesional desde diversos prismas: comprensión lectora, oralidad, imágenes que refuerzan la lectura, adultos que leen colecciones para jóvenes. Cuenta experiencias muy interesantes, anécdotas que pueden alumbrar muchos caminos. En esta segunda parte Daniel Pennac o Juan Mata, grandes teóricos de la lectura, le sirven a apoyo.
Pero, como he dicho, entreveradas con cada capítulo, van las recomendaciones literarias. Se trata de un total de 111 libros infantiles y juveniles, la mayor parte de autores españoles tan clásicos como Juan Farias, Emilio Pascual, Antonio Ventura, Daniel Nesquens, Alfredo Gómez Cerdá, Gustavo Martín Garzo, Pilar Mateos, Pepe Maestro, Antonio Rodríguez Almodóvar, Lucía Baquedano, Gonzalo Moure, Blanca Alvárez o Fina Casaldelrrey. Aunque, cómo no, también están entre los elegidos extranjeros como Saramago o Rodari.
El entusiasmo que pone en la recomendación de estos libros es una reivindicación en toda regla de la literatura infantil y juvenil a la que a veces se observa con cierta condescendencia, cuando no con desdén manifiesto por parte de algunos profesionales o críticos “adultos”. Entren en esos libros, abran sus páginas sin prejuicio y gocen de lo lindo, nos dice Arizaleta. Merece la pena el viaje, como sin duda merece la pena abrir estas páginas y conocer de cerca una vida de un profesional que, contra viento y marea, ha dedicado a la lectura infantil y juvenil, sus mejores esfuerzos.
Gracias, merece la pena como bien dices-
ResponderEliminar