Edición y prólogo de Juan Jacinto Muñoz Rengel. Salto de Página, Madrid, 2009. 380 pp. 20,95 €.
Julián Díez
Las evidencias se acumulan para denunciar una falacia largo tiempo sostenida: la literatura española tiene cabida para los géneros fantásticos. Al reconocimiento absoluto de la obra de dos escritores capitales como José María Merino y Cristina Fernández Cubas, se va sumando la incorporación progresiva de Elia Barceló, Félix J. Palma o Pilar Pedraza al mercado editorial masivo.
Viene este volumen, por tanto, a suponer un nuevo jalón en un proceso imparable, al que ya contribuyeron previamente los trabajos de Juan Molina Porras (Cuentos fantásticos en la España del realismo, Cátedra) David Roas y Ana Casas (La realidad oculta. Cuentos fantásticos españoles del siglo XX, Menoscuarto). A diferencia de esos volúmenes plagados de nombres indiscutibles, éste apuesta por autores vivos y en plena producción; entre todos ellos conforman un retrato desmitificador y convincente de la literatura española del último siglo.
También es, por tanto, un ejercicio algo más arriesgado. A riesgo de no conocer lo suficiente la obra de algunos de los seleccionados más jóvenes como para considerar su “representatividad”, lo que sí hay que decir a favor del trabajo de Muñoz Rangel es que la práctica totalidad de las historias seleccionadas son convincentemente buenas, y se defienden por sí solas.
Personalmente, destacaría los trabajos incluidos de Pilar Pedraza, con el terror directo pero elegante de Balneario; Cristina Fernández Cubas, siempre tan inquietante y sutil como en este La mujer de verde; Norberto Luis Romero, en el evocador Capitán Seymour Sea; y Félix Palma, con el sutil juego, de origen cienciaficcionero, que plantea en Venco a la molinera. No conozco en detalle —y me propongo remediarlo de inmediato— la obra de Carlos Castán, de la que si El andén de nieve es un ejemplo representativo, sólo puedo esperar delicias.
En el debe de la antología sólo cabe reseñar un cierto aroma monocorde. La literatura fantástica es un campo mucho más amplio en potencial que la realista, pero Muñoz ha elegido la fantasía cotidiana como cimiento de casi cada relato escogido. Es la vertiente literariamente más consolidada del género, la que ha ofrecido mejores resultados a la literatura en lengua castellana desde que Julio Cortázar la consagrara más allá de toda duda, pero no es la única. Sin acceder a territorios más alejados como el de la ciencia ficción –por cierto que, aunque el antologista dice que no la tocará, hay cuentos con extraterrestres y universos paralelos-, alguna representación de la literatura maravillosa, o de historias entroncadas con las tradiciones legendarias españolas, podría haberse agradecido para ofrecer un panorama más rico.
Quede pendiente, tal vez, para otro volumen esa recuperación, así como una mayor presencia –muy deseable- de los autores que están practicando este género “desde dentro”, en el campo de las publicaciones especializadas, con autores que se aprestan a dar el mismo salto de Barceló o Palma, como es el caso de Santiago Eximeno, Marc R. Soto, José Antonio Cotrina o Alfredo Álamo.
Julián Díez
Las evidencias se acumulan para denunciar una falacia largo tiempo sostenida: la literatura española tiene cabida para los géneros fantásticos. Al reconocimiento absoluto de la obra de dos escritores capitales como José María Merino y Cristina Fernández Cubas, se va sumando la incorporación progresiva de Elia Barceló, Félix J. Palma o Pilar Pedraza al mercado editorial masivo.
Viene este volumen, por tanto, a suponer un nuevo jalón en un proceso imparable, al que ya contribuyeron previamente los trabajos de Juan Molina Porras (Cuentos fantásticos en la España del realismo, Cátedra) David Roas y Ana Casas (La realidad oculta. Cuentos fantásticos españoles del siglo XX, Menoscuarto). A diferencia de esos volúmenes plagados de nombres indiscutibles, éste apuesta por autores vivos y en plena producción; entre todos ellos conforman un retrato desmitificador y convincente de la literatura española del último siglo.
También es, por tanto, un ejercicio algo más arriesgado. A riesgo de no conocer lo suficiente la obra de algunos de los seleccionados más jóvenes como para considerar su “representatividad”, lo que sí hay que decir a favor del trabajo de Muñoz Rangel es que la práctica totalidad de las historias seleccionadas son convincentemente buenas, y se defienden por sí solas.
Personalmente, destacaría los trabajos incluidos de Pilar Pedraza, con el terror directo pero elegante de Balneario; Cristina Fernández Cubas, siempre tan inquietante y sutil como en este La mujer de verde; Norberto Luis Romero, en el evocador Capitán Seymour Sea; y Félix Palma, con el sutil juego, de origen cienciaficcionero, que plantea en Venco a la molinera. No conozco en detalle —y me propongo remediarlo de inmediato— la obra de Carlos Castán, de la que si El andén de nieve es un ejemplo representativo, sólo puedo esperar delicias.
En el debe de la antología sólo cabe reseñar un cierto aroma monocorde. La literatura fantástica es un campo mucho más amplio en potencial que la realista, pero Muñoz ha elegido la fantasía cotidiana como cimiento de casi cada relato escogido. Es la vertiente literariamente más consolidada del género, la que ha ofrecido mejores resultados a la literatura en lengua castellana desde que Julio Cortázar la consagrara más allá de toda duda, pero no es la única. Sin acceder a territorios más alejados como el de la ciencia ficción –por cierto que, aunque el antologista dice que no la tocará, hay cuentos con extraterrestres y universos paralelos-, alguna representación de la literatura maravillosa, o de historias entroncadas con las tradiciones legendarias españolas, podría haberse agradecido para ofrecer un panorama más rico.
Quede pendiente, tal vez, para otro volumen esa recuperación, así como una mayor presencia –muy deseable- de los autores que están practicando este género “desde dentro”, en el campo de las publicaciones especializadas, con autores que se aprestan a dar el mismo salto de Barceló o Palma, como es el caso de Santiago Eximeno, Marc R. Soto, José Antonio Cotrina o Alfredo Álamo.
Me lo acabo de terminar. Estaba esperando a terminar hasta el último relato, porque las afirmaciones del crítico que firma esta reseña me parecían un poco tendenciosas, más dirigidas a "pillar" a la antología en sus pequeños deslices que a valorar todo lo positivo que representa.
ResponderEliminarY la verdad es que es para flipar.
Quien firma se supone que es un especialista en literatura de ciencia ficción (¿es ése Julián Díez?), y sin embargo saca la pega a esta recopilación de literatura fantástica que hay relatos de universos paralelos que pertenecen a la cf. Pero los dos unicos relatos de universos paralelos son el de Ángel Olgoso y el de Félix Palma, y ninguno son ciencia ficción en absoluto! Ni siquiera puede distinguir esto el pretendido especialista. ¡No hay tecnología ni ciencia por ningún lado! ¿A qué viene señalar eso? ¿Rencillas? ¿Mafias de pequeña escala? Los dos relatos son fantástico, del más literario y ortodoxo. Hay que estar muy ciego...
Mejor le iría a la literatura de este país si los autores empezaran a alegrarse por los logros de los compañeros y de los géneros que se defienden, aunque uno no haya tenido que ver en ellos.
Bueno, Andrea, yo creo que el crítico no pretendía en ningún caso pillar algún fleco, más bien dar su opinión sobre la flexibilidad del género fantástico. Coincido en que esta es una antología extraordinaria, con excelentes cuentos. A mí me han maravillado los de Jon Bilbao, Fernández Cubas, Patricia Esteban, N.L.Romero y Miguel Ángel Zapata. Auténticas joyas narrativas. Saludos.
ResponderEliminarExímenos de los cotrinas, a veces hay que podar álamos y sotos.
ResponderEliminarGracias por citar mi antología Cuentos fantásticos en la España del Realismo. Está muy bien la de Ana y David, entre otras cosas, porque demuestran que la tradición del XIX continuó pese a todos los acontecimientos históricos y porque ya es hora de que se conozca nuestra tradición. Es casi de juzgado de guardia que una creadora tan compleja como Cristina Fernández Cubas sea ninguneada en las historias de la literatura reciente por el "género" en el que fácilmente se la encuadra. Y una queja y una acto de propaganda: he publicado en 2009 Cuentos españoles de terror y humor, una antología que recoge algunos de los primeros relatos influidos por Poe pero nadie parece haberse enterado. ¿Se debe a que ha aparecido en una coelcción didáctica de Akal o a lo inapropiado del título? SALUDOS Y, de nuevo, GRACIAS
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