Alfaguara, Madrid, 2009. 432 pp. 20 €
Jorge Díaz
Si tuviera que titular esta reseña elegiría “La épica de la derrota” o “El arte de terminar novelas”, pronto diré por qué. Vayan por delante dos afirmaciones: Ignacio del Valle es uno de los novelistas españoles más sólidos y Los demonios de Berlín una de sus novelas más interesantes. Hecha esta declaración de principios, parece obvio que voy a hablar bien de esta obra.
Como todas las buenas novelas, ésta guarda muchas historias en su interior: las peripecias de un grupo de españoles en la guerra mundial o de un zoológico en medio de los bombardeos, la planificación de un robo a un banco o de una bomba atómica que no sabemos si existe o no, la investigación de un asesinato... Como todas las buenas novelas, está por encima de sus historias, va de mucho más, del amor, la ambición, la supervivencia, los sueños…
Del Valle trabaja bien y mucho las novelas. Afirma la promoción que Los demonios de Berlín es el resultado de tres años de trabajo y se nota. El autor está fascinado por la caída de Berlín, sabe más que nadie del tema y posee la virtud de contagiar su entusiasmo. Los quince últimos días de la ciudad, acosada por el ejército soviético, bombardeada día y noche sin descanso… Sabemos que lo mejor para la humanidad es lo que ocurrió: que los rusos entren de una vez y termine la pesadilla del nazismo, que Hitler se suicide y se liberen los campos de exterminio; sin embargo, Ignacio del Valle se introduce dentro de la guarida del lobo y nos muestra que allí también hay personas, fanatizadas y equivocadas pero personas, con miedo a lo que se acerca. Se acaba su mundo y saben que van a ser asesinados, que las mujeres serán previamente violadas; han fracasado, se enfrentan a la derrota de sus sueños y sus delirios.
Los demonios de Berlín es la tercera novela de una trilogía protagonizada por Arturo Andrade. Esto no debe asustar a ningún lector, son completamente independientes y no es necesario haber leído una para entender las otras. Hace poco más de un mes leí la primera, El arte de matar dragones, hasta ese momento no conocía la obra del autor. Me encontré con una magnífica novela, bien documentada, con ritmo, con un protagonista, Arturo Andrade, muy bien construido… Sin embargo, se me cayó en las últimas treinta o cuarenta páginas. No digo que fueran malas, sólo que en mi opinión no estaban a la altura de las expectativas que creaban las trescientas o cuatrocientas primeras. Cerraba con temas que, como lector, me daban igual.
Cuando empecé a leer Los demonios de Berlín, pensé en eso. La novela me gustaba, más incluso que El arte de matar dragones, la historia, pese a no sentir ningún interés por el nazismo, me iba atrapando, en Arturo Andrade veía las virtudes que ya había observado antes, el estilo me agradaba… Pero pensaba que cuando llegara al final todo se me volvería a caer.
Afortunadamente, a escribir se aprende escribiendo. Ignacio del Valle ha aprendido a terminar las novelas. En Los demonios de Berlín deja para el final lo más importante, la épica de la derrota. No crea un final espectacular pero falso, se ha dado cuenta de que lo importante es la verdad íntima de los personajes y no el fuego de artificio de la trama.
No sé si habrá más historias de Arturo Andrade, para ser honesto y no incurrir en lo que en el mundo audiovisual se llama spoiler, o sea, destripar la trama, ni siquiera puedo afirmar si al terminar esta historia continúa en condiciones de seguir. De lo que sí estoy seguro es de que habrá más novelas de su autor y que, de seguir su progresión, serán muy buenas.
Jorge Díaz
Si tuviera que titular esta reseña elegiría “La épica de la derrota” o “El arte de terminar novelas”, pronto diré por qué. Vayan por delante dos afirmaciones: Ignacio del Valle es uno de los novelistas españoles más sólidos y Los demonios de Berlín una de sus novelas más interesantes. Hecha esta declaración de principios, parece obvio que voy a hablar bien de esta obra.
Como todas las buenas novelas, ésta guarda muchas historias en su interior: las peripecias de un grupo de españoles en la guerra mundial o de un zoológico en medio de los bombardeos, la planificación de un robo a un banco o de una bomba atómica que no sabemos si existe o no, la investigación de un asesinato... Como todas las buenas novelas, está por encima de sus historias, va de mucho más, del amor, la ambición, la supervivencia, los sueños…
Del Valle trabaja bien y mucho las novelas. Afirma la promoción que Los demonios de Berlín es el resultado de tres años de trabajo y se nota. El autor está fascinado por la caída de Berlín, sabe más que nadie del tema y posee la virtud de contagiar su entusiasmo. Los quince últimos días de la ciudad, acosada por el ejército soviético, bombardeada día y noche sin descanso… Sabemos que lo mejor para la humanidad es lo que ocurrió: que los rusos entren de una vez y termine la pesadilla del nazismo, que Hitler se suicide y se liberen los campos de exterminio; sin embargo, Ignacio del Valle se introduce dentro de la guarida del lobo y nos muestra que allí también hay personas, fanatizadas y equivocadas pero personas, con miedo a lo que se acerca. Se acaba su mundo y saben que van a ser asesinados, que las mujeres serán previamente violadas; han fracasado, se enfrentan a la derrota de sus sueños y sus delirios.
Los demonios de Berlín es la tercera novela de una trilogía protagonizada por Arturo Andrade. Esto no debe asustar a ningún lector, son completamente independientes y no es necesario haber leído una para entender las otras. Hace poco más de un mes leí la primera, El arte de matar dragones, hasta ese momento no conocía la obra del autor. Me encontré con una magnífica novela, bien documentada, con ritmo, con un protagonista, Arturo Andrade, muy bien construido… Sin embargo, se me cayó en las últimas treinta o cuarenta páginas. No digo que fueran malas, sólo que en mi opinión no estaban a la altura de las expectativas que creaban las trescientas o cuatrocientas primeras. Cerraba con temas que, como lector, me daban igual.
Cuando empecé a leer Los demonios de Berlín, pensé en eso. La novela me gustaba, más incluso que El arte de matar dragones, la historia, pese a no sentir ningún interés por el nazismo, me iba atrapando, en Arturo Andrade veía las virtudes que ya había observado antes, el estilo me agradaba… Pero pensaba que cuando llegara al final todo se me volvería a caer.
Afortunadamente, a escribir se aprende escribiendo. Ignacio del Valle ha aprendido a terminar las novelas. En Los demonios de Berlín deja para el final lo más importante, la épica de la derrota. No crea un final espectacular pero falso, se ha dado cuenta de que lo importante es la verdad íntima de los personajes y no el fuego de artificio de la trama.
No sé si habrá más historias de Arturo Andrade, para ser honesto y no incurrir en lo que en el mundo audiovisual se llama spoiler, o sea, destripar la trama, ni siquiera puedo afirmar si al terminar esta historia continúa en condiciones de seguir. De lo que sí estoy seguro es de que habrá más novelas de su autor y que, de seguir su progresión, serán muy buenas.
Sencillamente GENIAL. He de confersar que fue un regalo y aúnque la historia no me llamaba mucho en un principio ahora lo recomiendo a todo el mundo. Está tan bien escrito que se lee maravillosamente y la historia atrapa por completo. UN GUSTAZO ;-)
ResponderEliminarRecomiendo la lectura de Los diarios de Berlin( 1940-1945) de Marie "Missie"Vassiltchikov. Editorial Acantilado. Barcelona 2004. La influencia de esta obra en Los demonios de Berlín es evidente en varios pasajes, sorprendente la copia que en la página 247 hace de la página 134 del libro de Missie en la que se detalla el horario del enlace de S.A.la princesa María Adelgunde de Hohenzollern y S A R el Príncipe Constantino de Baviera en el castillo de Sigmaringen el 31 de agosto de 1942.
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