Guillermo Ruiz Villagordo
Misha Vainberg, el obeso hijo de un nuevo magnate mafioso de la Rusia moderna, vuelve a su patria tras una estancia de diez años dedicados al estudio y vivir la vida a tope en la América del Bronx, donde conoció a su querida Rouenna, una bailarina negra de striptease que se convierte en su novia de forma bastante interesada. Pero he aquí que su padre asesina a un importante hombre de negocios de Oklahoma y como resultado ni éste ni su hijo pueden volver a pisar el “paraíso” americano por imperativo del servicio de inmigración estadounidense. Cuando su padre es a su vez asesinado, ya nada ata a Misha a su país de origen, por lo que emprende una loca aventura que le llevará a intentar conseguir un pasaporte belga en la cercana república de Absurdistán que le permita burlar a la seguridad americana. Enamorado de la cultura hip-hop, juerguista de marca mayor, enorme mole sin responsabilidades, asistimos a su peregrinaje por las calles de Absurdistán, durante el que traba contacto con múltiples personajes, va conociendo detalles y más detalles del pueblo absurdani y su proverbial enemistad con el pueblo sevo, todo desgranado por su vitriólica lengua, que desvela esa extraña mezcla de capitalismo en pañales y reminiscencias añorantes del comunismo tardío que se le muestra en cada esquina. Su actitud sarcástica, pseudoculta y displicente le convierte en hermano putativo del Ignatius Reilly de La conjura de los necios, con el que guarda numerosas semejanzas incluso en el físico.
Gary Shteyngart, el autor de esta novela desquiciada y desternillante, pertenece a una nueva generación de autores norteamericanos compuesta en buena parte por inmigrantes de segunda o tercera generación que incorpora la visión de aquel que viviendo en el interior del imperio se siente un visitante en su propio país, como se encargó de demostrar la última antología Granta de nuevos valores americanos, cuyo componente más conocido en España es Jonathan Safran Foer y su Todo está iluminado (de raíces también eslavas, resuelto de una manera completamente distinta aunque también con un importante componente cómico). Probablemente sea junto con el mencionado Safran Foer el de verbo más afilado, mente más ágil y observación más certera. Su lenguaje transita entre la ironía condescendiente, un sarcasmo desaforado e hiriente y una finísima atención tanto a los pequeños como a los grandes detalles. Al menos es lo que esta historia demuestra y permite esperar de sus futuras novelas. Siéntense y disfruten.
Tiene una pinta excelente. La relación que dices tiene el personaje central con Ignatius, la hace aún más apetitosa.
ResponderEliminarMuy bueno el blog. Ya lo tengo en el reader.
ResponderEliminarAhora sobre el artículo: Ignatius es uno de los mejores personajes literarios. Voy a ver ese libro para ver qué tanto se le parece.
Saludos!!!
Voy por la mitad del libro y Misha será casi hermano gemelo de Ignatius pero, sinceramente, no me engancha ni me fascina. No sé si será por la traducción de Ramón de España o por el original, pero no me está llenando ni la mitad. Creo, en cambio, que la traducción de La conjura... por J.M. Alvarez Flórez para Anagrama es muy buena (el acento del negro, el lenguaje pomposo del protagonista, la voz de la madre).
ResponderEliminarSea por lo que sea, no veo todavía la genialidad de Toole en ninguna de las páginas de Shteyngart. No digo que sea malo, pero no me convence ni la mitad que La conjura.
Lo que me ha parecido más divertido hasta el momento es que el antagonista se llame Shteynfarb, alter ego del escritor, y Misha se pase el rato insultándolo. El resto se queda, un poco, como en la superficie. :/
Me lo he acabado y no me ha gustado, ni me parece tan bueno. :/
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