Trad. Pedro Jorge Romero. Ediciones B, Barcelona, 2007, 2007 y 2008; 352, 368 y 400 pp. respectivamente. 17,90 € c.u.
Sofía Rhei
«Creo que debería saber que David Copperfield, lejos de ser el inocente de grandes ojos que se describe en el libro, en realidad asesinó a su primera esposa Dora Spenlow para poder casarse con Agnes Wickefield. Propongo que se exhumen los restos de la señorita Spenlow y se le hagan análisis para detectar la presencia de botulismo y/o arsénico. A pro´posito, ¿se ha preguntado alguna vez por qué Homero cambió de opinión sobre los perros en algún momento entre la Ilíada y la Odisea? ¿Le regalaron, quizás, un perro en el ínterin? […] ¿Y por qué en las obras de Hemingway no hay olores?»
Si este párrafo no perteneciera a uno de los libros que siempre hemos deseado leer, Jasper Fforde no habría vendido millones de ejemplares de los cinco volúmenes de las aventuras de Thursday Next (hasta ahora, sólo tres han sido traducidos a nuestro idioma), una detective literaria (es decir, encargada de resolver casos dentro de los libros) cuyo padre es al mismo tiempo un viajero y una anomalía temporal, y sólo existe a ratos, su tío un inventor de todo lo inventable, entre otras cosas el Portal de Prosa que le permite hacerse pasar por el hermano de Sherlock Colmes, y su abuela una longeva aventurera, como ella misma, que nunca deja de sorprender a todos los que la rodean, y que está convencida de que no podrá morir hasta haber leído los diez libros clásicos más aburridos de la historia.
Las dificultades a las que tiene que enfrentarse proceden de varios frentes: una familia, los hermanos hades, con increíbles poderes y sed de mal; una facción corrupta dentro de Goliat, la poderosa corporación que lo gestiona casi todo, que llega al extremo de "erradicar" temporalmente al marido de Thursday cuando está embarazada de él (lo mata cuando tenía 2 años). Además de todo esto, la detective tiene que lidiar con todos los problemas interiores inherentes al mundo de los libros, por ejemplo cuando Heatcliff, de cumbres borrascosas, piensa que su libro no le merece y planea un futuro más brillante para sí mismo.
La serie tiene argumentos de novela policíaca más o menos ortodoxa (tanto como pueden serlo los de Pennac, e igualmente superpoblados de secundarios fascinantes; es a este escritor francés a quien veo más relación con Fforde), intrincada con la clásica posibilidad de alterar el fluir temporal, con todas sus posibilidades. Los libros también poseen la densidad de información y rapidez de Pratchett y un sentido del humor comparable al de Douglas Adams, con quien comparte también ese amor por los bordes de la ciencia, las anomalías físicamente plausibles, la improbabilidad:
«Me preocupa un poco que alguien esté intentando matarte con coincidencias», le dicen a Thursday en un momento dado, proporcionándole un detector de entropía hecho con lentejas y arroz.
Los libros suceden en el 1985 de un universo paralelo en el que la clonación es tan habitual como para que haya rebaños de mamuts migrando de norte a sur, pájaros dodo y neandertal, que sin embargo no son considerados legalmente como humanos. Es bastante parecido a nuestro mundo, salvo porque en él no existen los aviones y sí los túneles gravitatorios, y por la posibilidad habitual de viajar en el tiempo y alterar el futuro.
La heroína, Thursday, tiene la personalidad clásica del héroe intrépido-imprudente-pasional- temerario y resulta un excelente vehículo para la acción, sin embargo he de insistir en lo bien trabajados que están los personajes secundarios, que le dan a la trama un relieve inusual. Parece que Fforde, al estar constantemente preocupado por encontrar los puntos débiles de las tramas literarias más famosas, intenta predicar con el ejemplo.
Todos los tics de la postmodernidad aparecen aquí no exactamente parodiados, no exactamente homenajeados: la intertextualidad especular, el discurso cientificista, los autores ficticios (Million de Floss, Daphne Farquitt), los falsos, falsarios y falsificadores (de la literatura y de la realidad, de la literatura de la realidad, de la realidad de la literatura), las alusiones a la importancia capital de la lectura y la teoría de la recepción, la constante apuesta por un literatura que participe del Barthesiano plaisir du texte.
Así que los libros son indudables «page turner», especialmente los dos primeros, ya que el tercero, que transcurre casi por entero dentro del universo de los libros y donde quizá se abusa ligeramente del recurso. Algo que yo no agradezco estéticamente es que Fforde haga que los personajes más poderosos del interior del mundo de los libros sean una especie de yuppies informatizados, aunque tengan miles de años de edad. Y siguiendo con los aspectos negativos, esta vez en lo referente a la edición española, las portadas parecen ser de un libro casi infantil, y no reflejan en absoluto la complejidad y densidad de estratos del libro.
Desde dentro del mundo de los libros, por donde veremos aparecer a personajes muy queridos de la historia de la literatura, a menudo cobrando vida con características inusuales, se ven las tuberías, los decorados planos, las soluciones apresuradas y los recursos automáticos que a la mayor parte de lectores les pasan desapercibidos. Thursday también aprende a conocer sus enfermedades:
«—¿Qué repámpanos es un gramásito? –pregunté, mirando nerviosa por si la criatura volvía a aparecer.
—Una forma de vida parásita que vive dentro de los libros y se alimenta de la gramática –explicó Abisma-. Yo no soy una experta, por supuesto, pero el que hemos visto se parecía sospechosamente a un adjetívoro […]».
Se trata de una lectura rizada sobre sí misma, adictiva para los lectores frecuentes, y el mundo de Thursday resulta tan fascinante como el descrito por Max Frei (Minotauro) en la otra saga de fantasía de este año que recomiendo fervientemente (y que ojalá tuviera tiempo de reseñar, pero la vida es corta). Encontrar libros como los de Fforde, continuamente sorprendentes, ricos en multitud de aspectos, y con su punto justo de humor y, sobre todo, de improbabilidad, es el premio por leer muchísimas otras cosas, a menudo con cierto interés, pero incapaces de arrastrarte por sus páginas como si no estuvieran pasando las horas.
Aunque la serie de Thursday Next no tuvieran como escenario los entresijos de las grandes obras de la literatura y una reflexión sobre los mecanismos de la ficción en general, seguiría siendo una lectura muy interesante. Pero afortunadamente, podemos tenerlo todo.
Sofía Rhei
«Creo que debería saber que David Copperfield, lejos de ser el inocente de grandes ojos que se describe en el libro, en realidad asesinó a su primera esposa Dora Spenlow para poder casarse con Agnes Wickefield. Propongo que se exhumen los restos de la señorita Spenlow y se le hagan análisis para detectar la presencia de botulismo y/o arsénico. A pro´posito, ¿se ha preguntado alguna vez por qué Homero cambió de opinión sobre los perros en algún momento entre la Ilíada y la Odisea? ¿Le regalaron, quizás, un perro en el ínterin? […] ¿Y por qué en las obras de Hemingway no hay olores?»
Si este párrafo no perteneciera a uno de los libros que siempre hemos deseado leer, Jasper Fforde no habría vendido millones de ejemplares de los cinco volúmenes de las aventuras de Thursday Next (hasta ahora, sólo tres han sido traducidos a nuestro idioma), una detective literaria (es decir, encargada de resolver casos dentro de los libros) cuyo padre es al mismo tiempo un viajero y una anomalía temporal, y sólo existe a ratos, su tío un inventor de todo lo inventable, entre otras cosas el Portal de Prosa que le permite hacerse pasar por el hermano de Sherlock Colmes, y su abuela una longeva aventurera, como ella misma, que nunca deja de sorprender a todos los que la rodean, y que está convencida de que no podrá morir hasta haber leído los diez libros clásicos más aburridos de la historia.
Las dificultades a las que tiene que enfrentarse proceden de varios frentes: una familia, los hermanos hades, con increíbles poderes y sed de mal; una facción corrupta dentro de Goliat, la poderosa corporación que lo gestiona casi todo, que llega al extremo de "erradicar" temporalmente al marido de Thursday cuando está embarazada de él (lo mata cuando tenía 2 años). Además de todo esto, la detective tiene que lidiar con todos los problemas interiores inherentes al mundo de los libros, por ejemplo cuando Heatcliff, de cumbres borrascosas, piensa que su libro no le merece y planea un futuro más brillante para sí mismo.
La serie tiene argumentos de novela policíaca más o menos ortodoxa (tanto como pueden serlo los de Pennac, e igualmente superpoblados de secundarios fascinantes; es a este escritor francés a quien veo más relación con Fforde), intrincada con la clásica posibilidad de alterar el fluir temporal, con todas sus posibilidades. Los libros también poseen la densidad de información y rapidez de Pratchett y un sentido del humor comparable al de Douglas Adams, con quien comparte también ese amor por los bordes de la ciencia, las anomalías físicamente plausibles, la improbabilidad:
«Me preocupa un poco que alguien esté intentando matarte con coincidencias», le dicen a Thursday en un momento dado, proporcionándole un detector de entropía hecho con lentejas y arroz.
Los libros suceden en el 1985 de un universo paralelo en el que la clonación es tan habitual como para que haya rebaños de mamuts migrando de norte a sur, pájaros dodo y neandertal, que sin embargo no son considerados legalmente como humanos. Es bastante parecido a nuestro mundo, salvo porque en él no existen los aviones y sí los túneles gravitatorios, y por la posibilidad habitual de viajar en el tiempo y alterar el futuro.
La heroína, Thursday, tiene la personalidad clásica del héroe intrépido-imprudente-pasional- temerario y resulta un excelente vehículo para la acción, sin embargo he de insistir en lo bien trabajados que están los personajes secundarios, que le dan a la trama un relieve inusual. Parece que Fforde, al estar constantemente preocupado por encontrar los puntos débiles de las tramas literarias más famosas, intenta predicar con el ejemplo.
Todos los tics de la postmodernidad aparecen aquí no exactamente parodiados, no exactamente homenajeados: la intertextualidad especular, el discurso cientificista, los autores ficticios (Million de Floss, Daphne Farquitt), los falsos, falsarios y falsificadores (de la literatura y de la realidad, de la literatura de la realidad, de la realidad de la literatura), las alusiones a la importancia capital de la lectura y la teoría de la recepción, la constante apuesta por un literatura que participe del Barthesiano plaisir du texte.
Así que los libros son indudables «page turner», especialmente los dos primeros, ya que el tercero, que transcurre casi por entero dentro del universo de los libros y donde quizá se abusa ligeramente del recurso. Algo que yo no agradezco estéticamente es que Fforde haga que los personajes más poderosos del interior del mundo de los libros sean una especie de yuppies informatizados, aunque tengan miles de años de edad. Y siguiendo con los aspectos negativos, esta vez en lo referente a la edición española, las portadas parecen ser de un libro casi infantil, y no reflejan en absoluto la complejidad y densidad de estratos del libro.
Desde dentro del mundo de los libros, por donde veremos aparecer a personajes muy queridos de la historia de la literatura, a menudo cobrando vida con características inusuales, se ven las tuberías, los decorados planos, las soluciones apresuradas y los recursos automáticos que a la mayor parte de lectores les pasan desapercibidos. Thursday también aprende a conocer sus enfermedades:
«—¿Qué repámpanos es un gramásito? –pregunté, mirando nerviosa por si la criatura volvía a aparecer.
—Una forma de vida parásita que vive dentro de los libros y se alimenta de la gramática –explicó Abisma-. Yo no soy una experta, por supuesto, pero el que hemos visto se parecía sospechosamente a un adjetívoro […]».
Se trata de una lectura rizada sobre sí misma, adictiva para los lectores frecuentes, y el mundo de Thursday resulta tan fascinante como el descrito por Max Frei (Minotauro) en la otra saga de fantasía de este año que recomiendo fervientemente (y que ojalá tuviera tiempo de reseñar, pero la vida es corta). Encontrar libros como los de Fforde, continuamente sorprendentes, ricos en multitud de aspectos, y con su punto justo de humor y, sobre todo, de improbabilidad, es el premio por leer muchísimas otras cosas, a menudo con cierto interés, pero incapaces de arrastrarte por sus páginas como si no estuvieran pasando las horas.
Aunque la serie de Thursday Next no tuvieran como escenario los entresijos de las grandes obras de la literatura y una reflexión sobre los mecanismos de la ficción en general, seguiría siendo una lectura muy interesante. Pero afortunadamente, podemos tenerlo todo.
Lo peor de Fforde es que no tenga éxito aquí. Me leí el cuarto en Inglaterra, además de las también divertidas Nursery Crimes (casos policiales sobre las Nursery Rhymes: en el primero han asesinado a Humpty Dumpty, a quien por lo visto alguien tiró del muro donde estaba sentado XD), y después de todo aquí se tiene uno que esperar, y no sé yo si saldrán más a la venta.
ResponderEliminarPero se puede entender, porque Fforde juega mucho con la literatura inglesa y, a lo mejor, eso nos parece un poco ajeno (pese a que las series norteamericanas se han esforzado bien en enseñarnos qué libros leen sus adolescentes en el instituto).
A ver si con esta reseña se les abre este fascinante mundo a otros tantos. Sea como sea, en fin, siempre nos quedará Amazon. :)
Hombre, Amazon es lo que es y es el universo, pero a nuesta escala planetaria no estamos tan mal, ¿no? Los libros están bastante bien traducidos, salvo algún detalle inherente precisamente a la especificidad de la literatura inglesa y a lo localísimo de sus juegos de palabras.
ResponderEliminarPoco a poco...
Saludos!
Yo no he dicho que estemos mal.
ResponderEliminarSimplemente que, gracias a --o por culpa de-- internet, conocemos todo lo que nos perdemos. Antes, lo que no estaba traducido no existía y, ahora, sabemos que existe y que no lo tenemos.
Pero, repito, en ningún momento he dicho que estemos mal.
Saludos