Premio de Novela Camilo José Cela-Ciudad de Palma 2006. Algaida, Sevilla, 2007. 200 pp. 18 €
Gregorio León
Que José Luis Muñoz nos ofrezca una novela excepcional no debe constituir una sorpresa, a estas alturas. Hay autores que suponen una apuesta segura. Y especialmente cuando transitan territorios que sienten como suyos. Es lo que le pasa a José Luis Muñoz con el género negro.
Pero La caraqueña del maní (título muy bello, para empezar) es más que una novela negra. O no sólo eso. Es un homenaje a la capital de Venezuela, presentada con todas sus contradicciones y contrastes. Una ciudad que, al menor descuido, pasa a ser selva y culebra. La urbe endemoniada se convierte unos metros más allá en la selva agreste que describió sin ahorrar ni un detalle ni un adjetivo Alejo Carpentier en Los pasos perdidos. Aquí también hay exuberancia, que alcanza a las mujeres que rozan la vida de Macario, el personaje que nos mueve por La caraqueña del Maní. El ex dirigente de la banda terrorista ETA, aunque perseguido por el pasado, intenta correr más rápido que él, con el resultado esperable en estos casos. Y elige el trabajo como director de una editorial. Esta pirueta tan exagerada podía provocar un accidente de nefastas consecuencias en términos de credibilidad. Pero José Luis Muñoz lo evita, con oficio y con talento, hasta parecernos verosímil.
El autor, gran lector de Raymond Chandler o Dashiell Hammett, no traiciona los cánones clásicos y nos ofrece también a esa tentación que sólo puede vencerse cayendo en ella, aun a sabiendas de que lo único que puede venir después sea la muerte: una femme fatal caribeña, la caraqueña del maní, que esconde la traición debajo de su piel de chocolate.
Ojo con el buen uso que hace José Luis Muñoz de los giros venezolanos. Ha vivido en Caracas, y tiene oído. La novela gana una valencia más, al descubrirnos la riqueza del lenguaje local. Lenguaje que no suena artificioso, sino como parte inseparable de la narración. Narración que acepta otra reflexión, la política, la ciudad separada por una línea muy gruesa entre chavistas y opositores, todos empapados por una corrupción que pertenece tanto al paisaje caraqueño como una mulata o una culebra. En este país, nadie está muy de acuerdo de si son peores los políticos o los malandros, dice uno de los personajes.
Esta novela ha recibido el premio Camilo José Cela, en Palma de Mallorca. En el jurado estaban, entre otros, Enrique Vila-Matas o Ignacio Martínez de Pisón. Después de leerla, no tengo el más mínimo interés en llevarle la contraria al jurado. Han acertado de pleno.
Gregorio León
Que José Luis Muñoz nos ofrezca una novela excepcional no debe constituir una sorpresa, a estas alturas. Hay autores que suponen una apuesta segura. Y especialmente cuando transitan territorios que sienten como suyos. Es lo que le pasa a José Luis Muñoz con el género negro.
Pero La caraqueña del maní (título muy bello, para empezar) es más que una novela negra. O no sólo eso. Es un homenaje a la capital de Venezuela, presentada con todas sus contradicciones y contrastes. Una ciudad que, al menor descuido, pasa a ser selva y culebra. La urbe endemoniada se convierte unos metros más allá en la selva agreste que describió sin ahorrar ni un detalle ni un adjetivo Alejo Carpentier en Los pasos perdidos. Aquí también hay exuberancia, que alcanza a las mujeres que rozan la vida de Macario, el personaje que nos mueve por La caraqueña del Maní. El ex dirigente de la banda terrorista ETA, aunque perseguido por el pasado, intenta correr más rápido que él, con el resultado esperable en estos casos. Y elige el trabajo como director de una editorial. Esta pirueta tan exagerada podía provocar un accidente de nefastas consecuencias en términos de credibilidad. Pero José Luis Muñoz lo evita, con oficio y con talento, hasta parecernos verosímil.
El autor, gran lector de Raymond Chandler o Dashiell Hammett, no traiciona los cánones clásicos y nos ofrece también a esa tentación que sólo puede vencerse cayendo en ella, aun a sabiendas de que lo único que puede venir después sea la muerte: una femme fatal caribeña, la caraqueña del maní, que esconde la traición debajo de su piel de chocolate.
Ojo con el buen uso que hace José Luis Muñoz de los giros venezolanos. Ha vivido en Caracas, y tiene oído. La novela gana una valencia más, al descubrirnos la riqueza del lenguaje local. Lenguaje que no suena artificioso, sino como parte inseparable de la narración. Narración que acepta otra reflexión, la política, la ciudad separada por una línea muy gruesa entre chavistas y opositores, todos empapados por una corrupción que pertenece tanto al paisaje caraqueño como una mulata o una culebra. En este país, nadie está muy de acuerdo de si son peores los políticos o los malandros, dice uno de los personajes.
Esta novela ha recibido el premio Camilo José Cela, en Palma de Mallorca. En el jurado estaban, entre otros, Enrique Vila-Matas o Ignacio Martínez de Pisón. Después de leerla, no tengo el más mínimo interés en llevarle la contraria al jurado. Han acertado de pleno.
En Caracas hay un lugar de culto para los amantes de la salsa brava de Fania All Stars: El Maní es Así. Por el título, ¿se hace referencia a este local?
ResponderEliminarEfectivamente la sala de fiestas a la que hace referencia "La caraqueña del Maní" es El Maní es así, un local sencillamente extraordinario que intento describir con minuciosidad. Fue determinante para escribir la novela.
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