Il. Alessandro Sanna. Tr. Xosé Ballesteros. Kalandraka, Pontevedra, 2007. 32 pp. 15 €.
Ana Gorría
Gianni Rodari, galardonado con el Premio Hans Christian Andersen en 1970, es uno de los escritores de literatura infantil cuya teoría más influencia ha tenido en la actual didáctica de la literatura, especialmente a raíz del título Gramática de la Fantasía.
Diplomado en magisterio, su vocación de escritor de literatura infantil surgió como consecuencia de una casualidad: en el ejercicio de su labor de periodista político en la publicación L’Unitá fue preciso incluir textos para lectores infantiles, textos que comenzó a publicar bajo el pseudónimo de Lino Picco y que conocieron de forman inmediata una excelente recepción.
Fruto del diálogo que siempre estableció con los niños (recorría las escuelas y exponía al juicio de éstos sus textos) publicó, entre otras, obras como El Planeta de los árboles, Cuentos largos con sonrisa, Las aventuras de Cipollino, Cuentos para jugar y Cuentos por teléfono, colección de setenta narraciones cortas que toman como motivo la relación entre una niña para la que es imposible conciliar el sueño sin oír las narraciones de su progenitor y su padre constantemente ausente por motivos laborales.
A esta colección de relatos pertenece Inventando los números, texto que hoy nos propone Kalandraka exento y con ilustraciones de Alessandro Sanna.
Inventando números sorprende una de esas conversaciones, diálogos, nocturnas y nos invita, con estos dos personajes a participar de esa descubrimiento a través del lenguaje que supone para Rodari la fantasía y que tiene como último objeto de conocimiento el mundo:
La mente es una. Su creatividad se ha de cultivar en todas las direcciones. Las fábulas (escuchadas o inventadas) no son "todo" lo que sirve al niño. El uso libre de todas las posibilidades de la lengua no representa más que una de las direcciones en que puede expandirse. Pero tout se tient, como dicen los franceses. La imaginación del niño, estimulada para inventar palabras, aplicará sus instrumentos sobre todos los aspectos de su experiencia que desafíen su intervención creativa. Las fábulas sirven a la matemática, como la matemática sirve a las fábulas.
En Inventando números, Rodari asume ese aprendizaje y esa potenciación de la experiencia a través de la creatividad. Cálculo, aritmética, nociones de teoría de conjuntos como la equivalencia, la medida,o la longitud no vienen presentadas como un fin en sí mismo, sino como posibilidades de desarrollo tanto cognitivo como emocional. Éstas nociones no se nos presentan como entelequias abstractas, alejadas de las estructuras de lo real, sino (y en diálogo con el lenguaje) como posibles causas de la transformación de la realidad.
El lenguaje participa de esa posibilidad de transformación. Cuestiona y asienta los fundamentos de lo real, para estimular nuestra "libertad de hablantes". Desde el principio, en Inventando números observamos el desarrollo de esa libertad, propia del lenguaje infantil y de las filastrocche, género de retahílas de la poesía popular italiana:
un extramillón de billardones,
una macronelada de trillones,
un cuatrillonardo y un marabillón.
Pero con procedimientos morfológicos asimilables a las jitánjaforas gracias a los cuales los niños pueden aprehender y desarrollar los patrones de creación léxica, en este caso, de los números ordinales y cardinales.
Inventando números no sólo estimula el crecimiento cognitivo de los niños que los lean, sino que ofrece una lección a compartir sobre el valor de las cosas, coherente con la postura ética que siempre prevaleció en vida del autor, sensible a la injusticia.
Ana Gorría
Gianni Rodari, galardonado con el Premio Hans Christian Andersen en 1970, es uno de los escritores de literatura infantil cuya teoría más influencia ha tenido en la actual didáctica de la literatura, especialmente a raíz del título Gramática de la Fantasía.
Diplomado en magisterio, su vocación de escritor de literatura infantil surgió como consecuencia de una casualidad: en el ejercicio de su labor de periodista político en la publicación L’Unitá fue preciso incluir textos para lectores infantiles, textos que comenzó a publicar bajo el pseudónimo de Lino Picco y que conocieron de forman inmediata una excelente recepción.
Fruto del diálogo que siempre estableció con los niños (recorría las escuelas y exponía al juicio de éstos sus textos) publicó, entre otras, obras como El Planeta de los árboles, Cuentos largos con sonrisa, Las aventuras de Cipollino, Cuentos para jugar y Cuentos por teléfono, colección de setenta narraciones cortas que toman como motivo la relación entre una niña para la que es imposible conciliar el sueño sin oír las narraciones de su progenitor y su padre constantemente ausente por motivos laborales.
A esta colección de relatos pertenece Inventando los números, texto que hoy nos propone Kalandraka exento y con ilustraciones de Alessandro Sanna.
Inventando números sorprende una de esas conversaciones, diálogos, nocturnas y nos invita, con estos dos personajes a participar de esa descubrimiento a través del lenguaje que supone para Rodari la fantasía y que tiene como último objeto de conocimiento el mundo:
La mente es una. Su creatividad se ha de cultivar en todas las direcciones. Las fábulas (escuchadas o inventadas) no son "todo" lo que sirve al niño. El uso libre de todas las posibilidades de la lengua no representa más que una de las direcciones en que puede expandirse. Pero tout se tient, como dicen los franceses. La imaginación del niño, estimulada para inventar palabras, aplicará sus instrumentos sobre todos los aspectos de su experiencia que desafíen su intervención creativa. Las fábulas sirven a la matemática, como la matemática sirve a las fábulas.
En Inventando números, Rodari asume ese aprendizaje y esa potenciación de la experiencia a través de la creatividad. Cálculo, aritmética, nociones de teoría de conjuntos como la equivalencia, la medida,o la longitud no vienen presentadas como un fin en sí mismo, sino como posibilidades de desarrollo tanto cognitivo como emocional. Éstas nociones no se nos presentan como entelequias abstractas, alejadas de las estructuras de lo real, sino (y en diálogo con el lenguaje) como posibles causas de la transformación de la realidad.
El lenguaje participa de esa posibilidad de transformación. Cuestiona y asienta los fundamentos de lo real, para estimular nuestra "libertad de hablantes". Desde el principio, en Inventando números observamos el desarrollo de esa libertad, propia del lenguaje infantil y de las filastrocche, género de retahílas de la poesía popular italiana:
un extramillón de billardones,
una macronelada de trillones,
un cuatrillonardo y un marabillón.
Pero con procedimientos morfológicos asimilables a las jitánjaforas gracias a los cuales los niños pueden aprehender y desarrollar los patrones de creación léxica, en este caso, de los números ordinales y cardinales.
Inventando números no sólo estimula el crecimiento cognitivo de los niños que los lean, sino que ofrece una lección a compartir sobre el valor de las cosas, coherente con la postura ética que siempre prevaleció en vida del autor, sensible a la injusticia.
—¿Cuánto pesa una lágrima?.
—Depende: la de un niño caprichoso
pesa menos que el viento,
pero la de un niño hambriento
más que toda la tierra.
No quedan al margen de esta lección estimulante las ilustraciones de Alessandro Sanna, adscritas al juego compartido entre la niña y su padre. De atractivos coloridos e imaginación (el uno es un bañador, el tres un canario en una jaula, el seis una mamá), no hacen más que enriquecer la cuidadísima y preciosa edición que Kalandraka pone a nuestra disposición.
También para los adultos que desean reencontrarse con su capacidad creativa les iria muy bien "mojarse" en Rodari.
ResponderEliminarJuegas o calculas?
Gracias por la noticia y felicidades