Alfaguara, Madrid, 2007. 392 pp. 20 €
Inés Matute
Dulce Chacón, escritora fallecida hace cuatro años en Madrid debido a un cáncer de páncreas irreversible, terminó la novela Háblame, musa, de aquel varón en 1998. Esta novela, junto con Algún amor que no mate (1996) y Blanca vuela mañana (1997), conforman la Trilogía de la huida, un homenaje a los sentimientos femeninos que la editorial Alfaguara ha decidido reunir para homenajear a la autora extremeña. Las tres novelas están escritas con una voz «intencionadamante femenina», desde la cual se aborda el mundo de la incomunicación en la pareja, con sus dolores, sus escozores, sus malentendidos y sus anécdotas agridulces. No soy una mujer especialmente sensible, pero ciertos pasajes de esta bella trilogía, sobre todo aquellos en los que el personaje principal —¡con tanto de autobiográfico!— se va despidiendo de sus seres queridos mientras contempla el rápido avance de una enfermedad mortal, me han arrastrado a las lágrimas.
La prosa de Dulce Chacón rehuye el artificio, el adjetivo gratuito, la siempre cargante parrafada barroca y, desde la sencillez, construye su alegato contra el cinismo y la desidia. Conocedora de lo que es el fracaso del matrimonio en primera persona, nada de lo que ella escribe cobra aspecto de teoría, abordando sus temas con libertad y frescura, del mismo modo en que abordó siempre el poema: como un exabrupto del sentimiento. La melancolía y la rabia ante el fracaso del amor, casi siempre previsible, empapan todas sus historias, historias que se nutren de su propia biografía, de sus dolores de cabecera y una tristeza infinita que se hace cómplice de las palabras de Oscar Wilde: «Porque todos los hombres matan lo que aman pero no todos mueren por ello».
Dotada para la observación de lo cotidiano hasta sus últimas consecuencias, su madurez y su ternura no se dejan contaminar por el cinismo al que parecen abocados algunos narradores que, tras su tercera novela, se convierten en meros espectadores. Como nos dice Juan Cruz Ruiz en el magnífico prólogo de esta obra: «Dulce decidió escribir como quien abre una cortina».
Trilogía de la huida, un bello libro con un mensaje muy claro: donde la pareja fracasa, sólo cabe la reconstrucción del amor. Desde la alegría y la ilusión renovada. Que así sea.
Inés Matute
Dulce Chacón, escritora fallecida hace cuatro años en Madrid debido a un cáncer de páncreas irreversible, terminó la novela Háblame, musa, de aquel varón en 1998. Esta novela, junto con Algún amor que no mate (1996) y Blanca vuela mañana (1997), conforman la Trilogía de la huida, un homenaje a los sentimientos femeninos que la editorial Alfaguara ha decidido reunir para homenajear a la autora extremeña. Las tres novelas están escritas con una voz «intencionadamante femenina», desde la cual se aborda el mundo de la incomunicación en la pareja, con sus dolores, sus escozores, sus malentendidos y sus anécdotas agridulces. No soy una mujer especialmente sensible, pero ciertos pasajes de esta bella trilogía, sobre todo aquellos en los que el personaje principal —¡con tanto de autobiográfico!— se va despidiendo de sus seres queridos mientras contempla el rápido avance de una enfermedad mortal, me han arrastrado a las lágrimas.
La prosa de Dulce Chacón rehuye el artificio, el adjetivo gratuito, la siempre cargante parrafada barroca y, desde la sencillez, construye su alegato contra el cinismo y la desidia. Conocedora de lo que es el fracaso del matrimonio en primera persona, nada de lo que ella escribe cobra aspecto de teoría, abordando sus temas con libertad y frescura, del mismo modo en que abordó siempre el poema: como un exabrupto del sentimiento. La melancolía y la rabia ante el fracaso del amor, casi siempre previsible, empapan todas sus historias, historias que se nutren de su propia biografía, de sus dolores de cabecera y una tristeza infinita que se hace cómplice de las palabras de Oscar Wilde: «Porque todos los hombres matan lo que aman pero no todos mueren por ello».
Dotada para la observación de lo cotidiano hasta sus últimas consecuencias, su madurez y su ternura no se dejan contaminar por el cinismo al que parecen abocados algunos narradores que, tras su tercera novela, se convierten en meros espectadores. Como nos dice Juan Cruz Ruiz en el magnífico prólogo de esta obra: «Dulce decidió escribir como quien abre una cortina».
Trilogía de la huida, un bello libro con un mensaje muy claro: donde la pareja fracasa, sólo cabe la reconstrucción del amor. Desde la alegría y la ilusión renovada. Que así sea.
Preciosa crítica, preciosa cita y lenguaje exquisito: esos "dolores de cabecera" son magníficos.
ResponderEliminarSaludos.
No suelo dejar comentarios (mal hecho por mi parte) pero en esta ocasión me siento obligado. Inés, no se puede decir más con menos palabras. Un texto impecable, bello y descriptivo a la vez. Felicidades.
ResponderEliminarInés Matute: la tormenta en un vaso.
ResponderEliminarMe alegro de que se recuerde y edite a Dulce porque, aún sin conocerla sólo la vi una vez en el "El público lee" cuando presentó La voz dormida me invitó a leerla y ya no pude parar. Era de esas personas que adivinas especiales.
ResponderEliminarMuy acertado el texto sobre ella que permanece en nosotros.
La conocía por sus poemas, pero no me había acercado a la novelista hasta hace muy poco, con "La voz dormida", que me pareció maravillosísima. Mañana voy a la biblioteca a por otra de sus novelas y estaba buscando críticas, la tuya coincide con la impresión que tengo de Dulce Chacón, así que iré a por ella: Gracias :)
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