miércoles, mayo 24, 2006

Por mí misma y un par de cosas más, Lauren Bacall

Traducción de Carlos Mayor y Daniel Cortés. RBA, Barcelona, 2005. 589 págs. 22€

María Pilar Queralt del Hierro

Que Lauren Bacall no es una de tantas stars de Hollywood era algo que muchos sospechábamos. Y, si cabía alguna duda, aquí están sus memorias para confirmarlo. Por mí misma y un par de cosas más es un libro sincero, veraz y comprometido. Sincero porque, aunque ni juzga ni condena, carece absolutamente de indulgencia para consigo misma y para su entorno. Veraz por la absoluta rigurosidad de datos y fechas y por la elegancia con que insinúa u omite aquello que no es necesario explicar a quien no precisa del escándalo. Y comprometido porque, además de un libro de recuerdos, es un libro de opinión. Implacable con la frivolidad de Hollywood, feroz con el gobierno Bush, serena y emotiva para evocar su vida personal de hija, mujer y madre, Lauren Bacall repasa, al tiempo que evoca sus recuerdos, la historia de los Estados Unidos desde la caza de brujas del senador Mac Carthy hasta la América nacida del 11-S.
Divididas en dos partes, la primera parte de las memorias —Por mí misma— apareció hace aproximadamente unos veinticinco años. En 2003 y a propuesta de sus editores, Lauren Bacall escribió una segunda parte —...y un par de cosas más— donde, cumplidos los 70, se manifestó con el mismo temperamento, la misma energía y el mismo espíritu inquieto que en su juventud. Todo ello bien adobado con una fina ironía, cierta mordacidad y una incorregible curiosidad por el mundo, perfectamente compatibles con generosas dosis de elegancia, cosmopolitismo y refinamiento.
El destino de aquella «buena judía neoyorquina» que intentaba abrirse paso en el mundo de la interpretación cambió al conocer a Humphrey Bogart. Éste resulta, a la postre y pese al Por mí misma... del título, tan protagonista como ella de las memorias. Pero que nadie se confunda. Fue una gran historia de amor y así la relata Bacall pero, en ningún momento, fue almibarada o idílica. Bogart aparece como un hombre difícil, atraído por el alcohol y marcado por una infancia y una juventud extremadamente duras, pero también como una gran persona, un enamorado fiel, y un padre entregado. Sin duda él fue el Pigmalión que enseñó a aquella jovencísima Lauren Bacall de Tener o no tener a desenvolverse en el Hollywood de los años 50 y 60. La misma que, con poco más de dieciocho años posó para la portada del Harper’s Bazaar, y llamó la atención de Howard Hawks quien, de inmediato, la incorporó al elenco de la Warner Bros. Él la bautizó como «la mirada». Se equivocó. Lauren Bacall era y es mucho más que una mirada.

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