viernes, febrero 12, 2016

1927: Un verano que cambió el Mundo, Bill Bryson


Trad. Ana Mata Buil. RBA, Barcelona, 2015. 624 pp. 20 €

Ángeles Prieto Barba

Los lectores aficionados a la Historia estamos acostumbrados a analizar los hechos históricos de modo diacrónico y así se refleja en tantos volúmenes que eligen un tema concreto y determinado para estudiar su evolución a lo largo del tiempo. Quizá por ello nos resultan emocionantes, y enormemente adictivos, aquellos otros que, por el contrario, abordan los acontecimientos de forma sincrónica. Es decir, los que recogen todo lo que ocurre en un determinado espacio de tiempo. Pues gracias a ellos podemos entender mejor la confluencia de causas que intervienen en un hecho histórico determinado.
Por eso, al igual que ocurriera con 1913, un año hace cien años de Florian Illies, que podéis ver reseñado en nuestra Tormenta, me permito recomendar este libro sincrónico y enormemente instructivo. Ya que ambos son imprescindibles para entender lo que sobrevendrá a posteriori. Si el primero sirve para comprender la Primera Guerra Mundial, este otro nos proporciona pistas seguras sobre el crack de 1929, la más devastadora caída de la bolsa estadounidense que dio lugar a la Gran Depresión. Ambos sucesos fueron trascendentales en la historia del siglo veinte, pero quizá el que este libro aborda pueda resultar más interesante aún para nosotros, sumidos como estamos todavía en una larga crisis económica.
Que todo aquel esplendor, reflejado en el suceso que vertebra esta crónica: la gesta de Charles Lindberg al atravesar por vez primera el Atlántico en solitario y sin escalas, se viniera luego fatalmente abajo, es tema que ocasiona perplejidad. Y para acabar con dicho estupor se ha elaborado este estudio trepidante y divertido, tremendamente adictivo, de esos que una vez empezado, no puedes dejar de leer hasta acabarlo. Algo que debemos a su autor, Bill Bryson, cuyo éxito en libros de divulgación sobre viajes, literatura inglesa o historia de la ciencia fue tal que lo llevó a abandonar su prometedora carrera como periodista para seguir escribiéndolos. También debemos resaltar los méritos de su traductora al español, Ana Mata, quien se ha esforzado en que no perdamos los numerosos y constantes guiños humorísticos del autor en un libro difícil por abordar solo historia norteamericana, esa gran desconocida.
Y tanto. Gracias a él descubriremos las andanzas de las estrellas yanquis del momento, héroes en el béisbol y en el boxeo, como Lou Gehring, Babe Ruth o Jack Dempsey, auténticas leyendas deportivas en su época; las grandes migraciones del campo a la ciudad, contemplaremos el auge del jazz en Harlem y la proliferación de enormes salas de cine en las que se conocería el sonido. Pero esa sociedad de culto al ocio en constante movimiento, un tanto frívola y alocada, representada por la “chica it” de Brooklyn, Clara Bow, no oculta tampoco su cara más oscura: el auge de la mafia en Chicago propiciado por la Ley Seca, la corrupción innegable del gobierno republicano con Warren G. Harding, el caso Snyder-Grey (El cartero siempre llama dos veces), la afición por las compras a crédito, el aplauso general a la eutanasia, el odio racial, los atentados con bomba, la gran inundación del Misisipi, la electrocución de Sacco y Vanzetti o el robo sin penalidad alguna de inventos tan originales y lucrativos como la televisión, temas muy bien desarrollados en el libro y que, sin lugar a dudas, explican la tremenda crisis que vendrá después.
Echar la vista atrás siempre es instructivo, ya que nos informamos al mismo tiempo que reflexionamos sobre lo que estamos viviendo: «De aquellos polvos, vienen estos lodos» como indica sabiamente el refrán. Y por esta razón importante, además del entretenimiento y diversión asegurada con este libro ágil y bullicioso, motivan que lo recomiende con el entusiasmo de quien sabe que en modo alguno lo vais a dejar de lado.

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