viernes, octubre 09, 2015

Pies descalzos: Una historia de Hiroshima (vol.1), Keiji Nakazawa


Trad. María Serna Aguirre y Víctor Illera Canaya. Debolsillo, Barcelona, 2015. 800 pp. 19,95 €

Fernando Ángel Moreno

El manga debe considerarse tanto una cultura como un lenguaje muy específico. Esta realidad a menudo incluso puede hacernos dudar de que el término «cómic» llegue a englobar obras tan diferentes como Tintín, Watchmen y esta joya inesperada en nuestro país: Pies descalzos. Quiero resaltar esto por la enorme extrañeza que la estética de este cómic puede despertar en un profano. Y, sin embargo, invito a superar prejuicios para no dejar pasar una lectura que puede resultar impactante y reveladora en innumerables sentidos.
Esta propuesta arriesgada de publicar Pies descalzos: Una historia de Hiroshima, como la primera edición en España de un clásico japonés publicado originalmente en 1975, debe apoyarse sin miedo. Valga como ejemplo: el primer volumen viene adornado con una cita de Robert Crumb que no considero exagerada: «Uno de los mejores cómics de todos los tiempos».
Vayamos con el tema. El autor del este primer libro, Keiji Nakazawa, nos cuenta desde su propia experiencia personal los días previos a la explosión de la bomba atómica en Hiroshima y los inmediatos días posteriores. Los siguientes dos volúmenes desarrollan la vida de los supervivientes durante los años posteriores.
Como decía, el diseño de personajes y la estética sorprenderán a quien no esté acostumbrado al manga y al anime de los setenta, con sus exageraciones, su «infantilismo», su sencillez. Ver cómo se arregla todo a coscorrones, a gritos y con gestos propios del guiñol más extravagante quizás choque al principio. Sin embargo, me parece muy interesante observar el contraste entre esa estética y el análisis social ante la desconcertante actitud de la ciudadanía japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. La fortísima propaganda belicista y el peso de las tradiciones imperiales sorprenderán a quien desconozca la problemática de aquellos tiempos, siempre combinada con los juegos y la simpatía del lenguaje de Nakazawa. Al mismo tiempo, se encontrará con un efectivo diseño de personajes, a partir de unos escasos rasgos y de una narración pausada, sin prisas, pero con constantes conflictos familiares y ciudadanos que fluyen entre la rabia, el humor y la ternura. Este contraste entre lo esperpéntico y el cuadro de costumbres introducirá, tan repentinamente como explotó, el trauma de la bomba atómica.
A partir de aquí, la obra se transforma. Las subtramas que parecían haberse planteado para un interesante desarrollo se truncan, los personajes trascienden su propia idiosincrasia y los horrores, con la carga autobiográfica asumida, crecen y golpean sin descanso.
Con todo, este cómic no se configura solo como un panfleto antibelicista, no solo como una oda a la supervivencia, no solo como una reflexión sobre el destino, no solo como un documento histórico, no solo como una delicia estética; es todo eso, pero no solo eso. Pies descalzos es un texto acerca de la falta de asideros, de la incomprensión a la que nuestra insignificancia nos condena. Dijo Peter Sloterdijk que la bomba atómica es el objeto definitivo, puesto que carece de todo sentido, de cualquier subjetividad. Este manga parece haber sido creado a partir de dicha sentencia. Tras leer la obra de Nakazawa, puede entenderse por qué se toma a menudo el desastre de Hiroshima como el principio simbólico de la postmodernidad.
No hace falta leer los tres volúmenes para quedar fascinado. Con el primero, ya desaparecen nuestro mundo y nuestra zona de confort. La invitación al lector es casi una exigencia ineludible de tomar postura, de hundirse en el sufrimiento de las víctimas.
Si gusta el manga, con esta edición puede volverse a una de sus obras fundacionales y disfrutarse especialmente tanto por sus propios valores como por los paralelismos y choques estéticos respecto a las obras que lo sucedieron.
Si se quiere entrar en este maravilloso mundo o, al menos, entender por qué muchos defendemos continuamente que el cómic japonés representa una de las cumbres de la narrativa de las últimas décadas, probar con Pies descalzos es una excelente opción.
Advierto ya de la gran dureza de sus imágenes y de su visión de la realidad. No obstante, esta brutalidad queda suavizada e incluso superada por el increíble optimismo y la apuesta por la esperanza y la solidaridad que nos ofrece.
Pies descalzos es una obra de contrastes estéticos marcadísimos, pero de mensaje evidente e ineludible.

2 comentarios:

  1. En realidad no es la primera edición de esta obra en España, ya que fue editada entre 2002 y 2004 por Mangaline (su primer número) y Otakuland (los 7 restantes) con el título de Hiroshima.

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  2. Lo desconocía. Muchas gracias por la corrección. La verdad es que lo busqué y no lo encontré ni la gente que sabe más del tema supo decirme. Supongo que la confusión será por el cambio de título.

    La recomendación se mantiene en pie, claro.

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