Pedro M. Domene
Marina Keegan, una joven magna cum laude, pronuncia en la Universidad de Yale un manifiesto existencial como discurso de graduación un soleado día de mayo de 2012, un texto que posteriormente publicará el Yale Daily News, y muy pronto se convierte en todo un fenómeno literario por la conmovedora inocencia con que contagiaba a quien lo leía. El discurso se tituló, “Lo contrario de la soledad”, y en él se habla de las esperanzas, de las incertidumbres, y de las posibilidades de toda una generación, la suya.
La editorial Alpha Decay, reúne la totalidad de los textos de la malograda Marina Keegan (Boston, Massachusetts, 1989- Dennis, Massachusetts, 2012), bajo el titulo de aquel discurso, Lo contrario de la soledad (2015), nueve relatos originales, ocho artículos o textos de variada factura, y el propio manifiesto leído ante sus compañeros. Todo el legado de una joven que cinco días después de su graduación perdía la vida en un accidente automovilístico, y tenía tan solo veintidós años.
Precede al conjunto, una “Introducción” de Anne Fadiman, profesora y mentora, de la joven en Yale, y escribe de cómo la conoció, de su voluntad y firmeza, de su talento, o de su entusiasmo durante los años vividos en la prestigiosa universidad y, sobre todo, de su afán por la vida. El artículo en cuestión, “Lo contrario de la soledad” postula sobre las esperanzas suscitadas ante un futuro de asombrosas posibilidades, y la suerte de su autora lo ha convertido en esa premisa nunca prevista por una juventud que nunca calcula hasta donde puede llegar nuestra vida: la de Marina Keegan truncada por un aparatoso accidente que nadie podía prevenir, «Somos muy jóvenes. Somos tan jóvenes. Tenemos veintidós años. Tenemos mucho tiempo delante», escribiría ella misma, para terminar diciendo, «Estamos juntos en esto, promoción de 2012. Vamos a hacer que pase algo en el mundo».
Lo mejor del volumen, sin duda, la ficción, los relatos que contiene, nueve en total, que muestran a una singular observadora de las situaciones que viven algunos individuos que cobran vida con el pulso acertado de su narradora que, pese a su juventud, demuestra una singular madurez, sin duda, aprendida en las aulas y en la firmeza de sus convicciones. Algunos forman parte de la intimidad familiar o particular, “Vacaciones de Navidad” o “Leer en voz alta”, o el testimonio, y/ o visión particular de la invasión de Irak allá por 2003, en “La ciudad esmeralda”, la crónica ingenua desde Bagdad de un joven, tras el torpe fracaso de las tropas estadounidenses. Y los artículos, algunos con ese matiz de auténticos reportajes, muestran la mirada atenta de un universitaria que se asombra ante la extinción de ballenas, se adhiere al dolor de los sin techo, o quienes portadores de alguna enfermedad, ella misma celíaca, ensalzan el valor de sus progenitores en una lucha permanente por conseguir que en los etiquetados figuren los contenidos del temido gluten para ellos. Y no menos sorprendente, la denuncia explícita en “Las alcachofas también dudan” donde pone de manifiesto cómo el 25% de los jóvenes de Yale terminan, por extraños y perversos mecanismos, como consultores y empleados de financieras y multinacionales que, en su mayoría, explotan su talento. Y aunque forma parte de la no-ficción, un texto como “Mato por dinero” merecería estar y ser calificado de ficción pura por el sentido del humor con que está contado, y eso además, en boca de un hombre maduro que se ha pasado toda su vida diciendo, “tú me dices lo que es, yo lo mato”.
El libro rezuma inteligencia, los cuentos y artículos están bien estructurados, la ficción un virtuosismo narrativo extraordinario, y los ensayos, aportan su granito de arena por un dramatismo singular para los tiempos que corren. El conjunto escrito con una prosa ágil y de una sombrosa agudeza cuando es necesario, pese a la visión aun en ciernes de su joven autora que, como queda dicho, siempre está a la altura de sus pensamientos.
Sí que parece interesante. Directo para mi lista de pendientes.
ResponderEliminarEstupenda reseña.
¡Nos leemos! :)