viernes, abril 03, 2015

Itinerario poético, Octavio Paz
Conversaciones con Octavio Paz, O. Paz y Enrico Mario Santi


Itinerario poético. Atalanta, Vilaür (Girona), 2014. 219 pp. 19 €
Conversaciones con Octavio Paz. Confluencias, Aguadulce (Almería), 2014. 112 pp. 12 €

José Luis Gómez Toré

El primer centenario del nacimiento de Octavio Paz (1914-1998) ha propiciado la aparición de todo tipo de materiales en torno al poeta, una de las figuras fundamentales no solo de la lírica en español del último siglo sino también del ensayismo hispánico. Ello ha hecho surgir incluso material inédito, lo que no deja de llamar la atención si tenemos en cuenta la exhaustiva labor que se había llevado a cabo con la publicación de sus Obras completas en Galaxia-Gutenberg. Itinerario poético recoge seis conferencias del escritor, nunca publicadas e impartidas en el Colegio Nacional de México en marzo de 1975. Como Alberto Ruy Sánchez señala en el prólogo, las conferencias, en las que Paz reflexiona sobre su obra, son del máximo interés, sobre todo si tenemos en cuenta que se imparten en un momento importante de su trayectoria, en el que la publicación tanto del volumen recopilatorio Poemas (1935-1975) como del ensayo Los hijos del limo ofrece de alguna manera una mirada atrás sobre el camino recorrido, un camino personal que resulta inseparable en el mexicano de la compleja ruta de la Modernidad.
Las seis conferencias despliegan cronológicamente (aunque la memoria, como la poesía, nunca obedece del todo, como bien sabía Paz, al tiempo lineal) la evolución personal y literaria del escritor desde sus inicios. El autor de libros fundamentales como El arco y la lira es aquí muy consciente, sin embargo, de que nada sustituye la lectura directa del poema: «Una vez escrito el poema, el poeta debería retirarse y cederle el sitio al lector. El poeta no debe interponerse entre el lector y su poema». No obstante, nada impide al poeta convertirse en un lector más de su propia obra, a través de la cual busca entender la complejidad de lo real pero también comprenderse. Entronca así Paz con una necesidad muy moderna, la que establece un vínculo entre una vida que se escribe y una obra que tiene mucho de desvelamiento y de creación personal pero también de cuestionamiento del propio yo, una dirección que vincula textos tan dispares como El preludio de Wordsworth o el Historial de un libro de Luis Cernuda. En esa dirección, Paz se aleja del anecdotario para reflexionar, a través de su propia biografía y de sus libros, sobre el siglo XX desde una perspectiva muy particular, la de quien ha vivido buena parte de sus encrucijadas: entre Europa y América, entre Oriente y Occidente, entre derechas e izquierdas, entre el escritor como artista y el escritor como intelectual, por citar solo algunos de los intrincados senderos por los que ha desplegado su propio laberinto de la soledad. En medio, buena parte de los grandes temas pacianos: el erotismo y el amor, la otredad, el cuerpo, el poder, lo moderno… y, por supuesto, la poesía. Porque uno de los aspectos más relevantes que asoma en estos textos es cómo el pensamiento del mexicano surge y vuelve siempre a la lírica. Es esta la materia prima, y no solo uno de los temas principales, de su escritura. Conviene insistir en ello porque da la impresión de que últimamente se tiende a separar al Paz ensayista del Paz poeta, en detrimento de este último, cuando ambos aspectos de su obra son parte de un mismo empeño por dialogar con el mundo.
En una dirección similar, las Conversaciones con Octavio Paz, editadas por Enrico Mario Santí, especialista en la obra del escritor, reúne materiales inéditos y ya publicados, para ofrecer al lector tres entrevistas, entabladas en momentos distintos de la vida del poeta (1985, 1987 y 1996, respectivamente). En ellos Paz se muestra como un conversador inteligente (y nada políticamente correcto) sobre los más diversos temas, entre los que no falta una saludable reivindicación de la herencia hispánica -una valoración que resulta doblemente valiosa de labios de un autor que ha bebido de las más diversas tradiciones, tanto occidentales como no occidentales- : «Me siento, yo siento, que soy heredero de la gran literatura española. ¡Y que no me griten los españoles creyendo que ellos son los dueños de Cervantes, o de Quevedo o de Góngora, porque no lo son! Es un bien compartido». Como en Itinerario poético, nos encontramos ante un intelectual que ha reflexionado a menudo con lucidez, pero también con amargura, sobre su propio tiempo, para poner entre paréntesis todos los mitos contemporáneos construidos en torno al concepto de historia y de progreso, pero sin por ello caer en la nostalgia reaccionaria del pasado. Así afirma en una de las entrevistas, «Una civilización que en menos de un siglo ha desencadenado dos guerras mundiales y que ha creado sistemas como el sistema nazi y el sistema estaliniano con campos de concentración y matanzas colectivas, que no ha tenido escrúpulos en echar bombas sobre Japón; una sociedad, en fin, que ha perdido la fe en sí misma, porque la ha perdido, entonces es una sociedad que ha fracasado fundamentalmente». Una desazón que en Itinerario poético se resuelve en preguntas tan inquietantes como pertinentes: «Pero, ¿dónde está la realidad real? ¿Cómo salir de la Historia y de su tiempo asesino? ¿Cómo salir del mito y de su tiempo fantasmal?». La poesía, pese a todas sus contradicciones y falsos señuelos, quizá sea una de las respuestas. Otra, no menos contradictoria, es el amor (de nuevo cito Itinerario poético): »El tiempo del amor es el mismo para los dioses y para los hombres. Es una de nuestras posibilidades para trascender nuestra visión humana».

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