viernes, abril 10, 2015

El libro de Jonah, Joshua Max Feldman

Trad. de Damià Alou. Libros del Asteroide, Barcelona, 2015. 432 pp. 24,95 € (e-book 14,99 €)

Angeles Prieto Barba

Catorce años después de la destrucción de las Torres Gemelas, contamos con innumerables ensayos sobre el suceso, pero no tantas novelas. Tal vez tuviera razón Norman Mailer cuando afirmó que era preciso dejar transcurrir un tiempo antes de abordar literariamente un hecho tan trascendental como este, ya que ha cambiado nuestra forma de vida instalando en ella el miedo. Pero ya es hora. Let's roll, como exclamó uno de los pasajeros del vuelo 93 antes de asaltar la cabina. Recordad que aquel avión se estrelló, pero sus heroicos pasajeros impidieron otro atentado masivo. Pues bien, el impacto de todo aquello también consiguió que nos cuestionáramos este presente nuestro tan desabrido de precariedad laboral, constantes desplazamientos, competitividad sin escrúpulos, soledad y aislamiento, riqueza y pobreza extremos. Pues bien, Joshua Max Feldman afronta estos problemas actuales con la mirada honesta propia de un judío neoyorquino que ya no practica su religión, pero no puede sustraerse a ella. Como cualquiera de nosotros, como la mayoría, ante una fértil tradición que nos ha servido durante siglos para explicarnos el mundo. Es por ello que para hacer balance de lo ocurrido recurrirá a una conocida historia bíblica del Antiguo Testamento: el Libro de Jonás. Y qué gran resultado ha obtenido. De sobresaliente.
El bíblico Libro de Jonás nos transmite un hondo mensaje divino de ira primero y compasión después, pues Jehová, decidido a acabar con Nínive, ordena a Jonás que para evitarlo predique el arrepentimiento masivo de la ciudad. Este se asusta y huye en un barco hacia Tarsis, pero Dios le enviará una tempestad por la que se verá arrojado al vientre de una ballena donde sobrevive durante tres días, orando de manera constante. Expulsado vivo de la misma, vuelve a Nínive y profetiza su segura destrucción. No le harán caso, pero Jehová finalmente se apiada: «Por mi parte, ¿no debería yo sentir lástima por Nínive la gran ciudad, en la cual existen más de ciento veinte mil hombres que de ningún modo saben la diferencia entre su mano derecha y su izquierda, además de muchos animales domésticos?» (Jon 4:10, 11). Y a partir de este relato severo, con evidentes elementos fantásticos, Feldman elabora una sólida y convincente historia actual donde el personaje principal se verá afectado por visiones y avisos en los que contemplará la destrucción de Nueva York primero, y a todos sus habitantes desnudos después. Alucinaciones cuya consecuencia inmediata será la pérdida irremediable de su envidiable puesto de trabajo como abogado tiburón, así como el fin de sus dos relaciones sentimentales, una esporádica y otra con fines matrimoniales. Por ello, viéndose de patitas en la calle y sin amor, abandonará Nueva York y se dirigirá a los canales de Amsterdam, lugar que podemos identificar perfectamente con el famoso vientre de la ballena. Y es allí donde conocerá al otro personaje clave de la novela, esa Judith, culta, hermosa y solitaria, protagonista de otro libro bíblico aún más fiero, que sobrelleva una vida errática y bastante triste desde la pérdida de sus progenitores en uno de los vuelos que provocaron el derrumbe de las Torres Gemelas. Y hasta aquí puedo leer.
Cólera y lástima, dolor y perdón, se suceden por tanto en esta crítica lúcida, honda y honesta, dirigida a la sociedad que hemos erigido sobre las epidérmicas bases del dinero y del sexo. Con todos los medios de comunicación a nuestro alcance, pero en la que poco tenemos que decirnos. No es una novela divertida como anuncia su solapa, sino mucho más que eso porque encierra una segura esperanza de redención. Así como denota un gran esfuerzo de aproximación al lector absolutamente cálido, inusual y sorprendente, ya que estamos ante una brillante opera prima. Además, cuenta con una traducción excelente y esforzada, por la que notamos enseguida el esmero y la pulcritud de quien se ha visto cautivado por la novela y le ha hecho justicia. Solo nos queda esperar que Feldman nos brinde otro regalo como este.

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