martes, diciembre 02, 2014

A espaldas del lago, Peter Stamm

Trad. José Aníbal Campos. Barcelona, Acantilado, 2014. 160 pp. 16 €

Pedro M. Domene

Los relatos breves del suizo Peter Stamm (Weinfelden, 1963) se caracterizan por la intensidad, el uso extensible de la elipsis y, sobre todo, por la incapacidad, en su mayor parte, de sus personajes para expresar lo que piensan o sienten, algo que les llevan a una profunda tensión que acaba generalmente en nada. A espaldas del lago (2014) es su última colección de cuentos publicada de la mano de la inefable editorial catalana Acantilado, que en estos últimos años se ha esforzado por presentarnos a uno de los mejores autores de la literatura europea contemporánea. Diez historias, en las que muchos de sus personajes acaban, de alguna manera, con una visión metaliteraria de su experiencia personal, como en el sorprendente “Los veraneantes”, que narra como un eslavista se dirige a un recomendado hotel en las montañas, donde espera poder trabajar con cierta comodidad en un artículo sobre Máximo Gorki, y una vez allí una extraña mujer, quizá una empleada, lo recibe y lo aloja, aunque el huésped descubre pronto que su estancia se convierte en algo desconcertante; Stamm en todo caso, no lo aclara, afortunadamente para el lector; tampoco, se puede hablar de comodidad, o acaso de la sensación de encontrarse en casa, cuando un nuevo pastor protestante llega a la parroquia asignada junto al lago en “La cena del Señor”, rechazado por la comunidad que lo dejará solo en su primera homilía; ni siquiera el matrimonio en vacaciones, obligado a ser testigo de una tragedia que sacude a sus vecinos, en “El curso normal de las cosas; o la profesora de piano cuando pierde a su mejor alumno y, poco después fracasa como concertista en “El último romántico”; incluso ese hombre que arrastra en un viaje a ninguna parte los enseres personales de su mujer, que está internada y posiblemente ya no los necesite nunca, ocurre en “La maleta”, o el joven agricultor cuya vida cotidiana se ve interrumpida por la celebración de un festival musical cerca de su propiedad y la curiosa aparición de una joven en “El Día de los Lirones”; en realidad, una serie de historias que expresan la tristeza de sus protagonistas, sin evidencia de dramatismo alguno, de fracaso implícito, o sin que asome ningún tipo de violencia en la vida de estas escenas cotidianas. Y no menos intensa y fascinante la historia de dos relatos que sobresalen, sobre los demás, “Luna de hielo” y “En el bosque”; en el primero, el eficiente portero de una vieja fábrica tiene un plan para su futuro inmediato, pero la muerte de su mujer lo lleva a desaparecer, aparentemente sin cumplirlo; en el segundo, una joven que vive tres años en el bosque y es delatada por un cazador, regresa a la ciudad, se casa, trabaja, tiene dos hijos, pero pronto empieza a escuchar, cada vez con mayor insistencia, la llamada del bosque.
Los personajes y las historias están contadas en las proximidades del lago Constanza, un punto geográfico donde confluyen Alemania, Austria y Suiza, y aunque los seres descritos por Stamm son profundamente suizos, experimentan las mismas dificultades y las mismas ansiedades que el resto de europeos: todos acaban perdiéndolo todo, arrastrados por la magia de un lago que parece sereno en su superficie, aunque es profundo y ha salpicado cientos de sucesos a lo largo de la historia; Peter Stamm transforma la geografía en destino, y esa es su fuerza textual, y también uno de sus mayores logros.

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