Nere Basabe
Sorprende este primer libro de relatos de Luis López Carrasco, conocido hasta ahora por su carrera como cineasta en el colectivo de cine documental y experimental Los Hijos o en solitario con su última película El futuro, que triunfa estos días en festivales nacionales e internacionales. Sorprende sobre todo por su madurez narrativa, impropia de un primer libro, y por la estimulante, coherente y bien calculada propuesta con la que nos da a conocer su escritura.
Europa es una de las lunas que orbita en torno a Júpiter y en la que se encuentra por primera vez vida extraterrestre, tal y como se nos relata en el cuento que abre el libro y que le da título. Pero no es ese el tema del relato, tan sólo una noticia que pasa por las pantallas que rodean a los personajes como trasfondo mientras se nos narra otra historia. Y Europa es, desde luego, el continente en que habitamos, el escenario y el tiempo impreciso (¿un futuro inminente?) en el que transcurren la mayoría de estas historias, y esta ambivalencia entre el acá y el allá, la ciencia ficción y el realismo intimista más depurado es la que preside toda la obra. El lector que llegue a este libro guiado por la etiqueta de “ciencia ficción distópica” probablemente resulte desconcertado, porque no se trata exactamente de eso. Los dispositivos tecnológicos que aquí aparecen y de los que aún carecemos (comunicaciones telefónicas intracraneales y casi telepáticas, grabaciones oníricas que permiten revisar en la vigilia lo soñado, hasta que «la vida onírica se vuelve forzosamente redundante», p. 16), los juegos de rol y mundos virtuales que sirven de refugio añaden recursos, planos narrativos paralelos superpuestos y especialmente un profundo y desasosegante extrañamiento, para poder reflexionar mejor, desde fuera, sobre lo que pasa dentro de las escenas más domésticas y cotidianas, en el fondo de nuestros propios sentimientos. Un mecanismo que podría recordarnos a la serie televisiva Black mirror, pero que se aprovecha aquí hasta sus últimas consecuencias y con un cariz marcadamente más humano.
En esa superposición de planos virtuales y reales que enriquecen sin duda las tramas es donde mejor destaca el dominio del pulso narrativo de Luis López Carrasco, el magisterio para dosificar y cruzar líneas argumentales creando finalmente un todo coherente y completo: algo que se ensaya en relatos como “Donde los enemigos esperan sentados junto a cubos de basura” y “Empezar de nuevo, como humanos”, y que despunta con toda su brillantez en “Papá está estropeado” o en el magnífico relato de “Europa” que inaugura el libro pero que no es difícil de intuir, por su lograda madurez, que probablemente fuera el último en ser escrito. (Y tal vez sea este el único pero del libro, cierto desequilibrio entre la primera y la segunda parte, aunque los relatos de la segunda no dejan de contener propuestas muy sugerentes).
Otros dos relatos (“El caminante” y “Todos los finales posibles”) nos sitúan en el filo del fin del mundo, ya sea por causa de cataclismos colectivos o de íntimos apocalipsis, con la intención de escudriñar, cuando ya sólo quedan unas horas o minutos de vida, cuál es el último sentido. Enternece, estremece y da que pensar el empeño fútil de ese astronauta al que sólo le queda una hora de oxígeno por grabar en la tierra arenosa de un planeta deshabitado y desconocido las letras de su propio nombre que nadie leerá. Y en “todos los finales posibles” asistimos a un debate de honda densidad filosófica e intelectual entre dos científicos que, ante la inminencia del fin del mundo y con una máquina del tiempo a su disposición, discuten todas las posibilidades y sus posibles consecuencias: ¿a qué momento regresaríamos? Es el interrogante que guía este relato y que se convierte en un tema recurrente, compacto, en todo el libro, vinculado además a su película El futuro ya antes mencionada: un juego constante en el que el futuro se convierte en pasado (“I was in the future yesterday / but now I’m in the past”, es la cita de una canción de Blouse que preside el libro), un halo de nostalgia lúcida y desencantada por los tiempos perdidos y los no ganados que recorre la espina dorsal de toda la obra de Luis López Carrasco, tanto cinematográfica como literaria. El añorado regreso a una “grabación ininterrumpida de vídeos domésticos familiares”, “al tiempo que nos vio nacer” (pp. 83 y 84) en el que se funden el tibio abrigo de la infancia con un momento de intensas ilusiones colectivas, lo público y lo privado: el vídeo casero rodado en Super 8 de la Transición como una película ahora quemada (El futuro) y la proyección al cielo, invisible pero llena de esperanza derrotada en el relato “Bajo el mismo cielo”, de las imágenes perdidas del hogar de los abuelos.
Semejante complementariedad entre su obra cinematográfica y su estreno literario hacen de Luis López Carrasco un artista dotado de un discurso consistente y robusto, con las ideas muy claras acerca de lo que quiere expresar. El reconocimiento del que goza por su trabajo como cineasta no debería enturbiar el interés de este debut en la ficción narrativa, porque ha demostrado que en ambas aguas se desenvuelve con idéntica solvencia, sabiendo explotar en cada soporte todas sus posibilidades.
Este es un gran blogs de reseñas, pero en este caso,yo opino que el libro Europa es malísimo! Lean Técnicas de Iluminación, los peces de la amargura, lean a Vicente Verdú o Giral Torrent, a Sergi Pa... y verán lo que es escribir buenos relatos!
ResponderEliminarNo entiendo como se puede reseñar así este libro!