martes, abril 08, 2014

Alaska y los Pegamoides. El año en que España se volvió loca, Patricia Godes
El estado de las cosas de Kortatu. Lucha, fiesta y guerra sucia, Roberto Herreros/Isidro López

Lengua de Trapo, Madrid, 2013. 308 pp. / 226 pp. 16,50 €






















Salvador Gutiérrez Solís

A través de su colección Cara B, la editorial Lengua de Trapo se ha embarcado en la recuperación/reconstrucción de algunos de los discos de las más bandas más míticas y emblemáticas de la historia reciente de la música española. Labor encomiable en nuestro país, tan dado a la desmemoria musical y a vincular el rock con el DNI, como si se tratara de una expresión exclusivamente juvenil. Hay vida más allá de los treinta. En España, me temo, ya habríamos jubilado y enterrado a Bowie, a Dylan o a Neil Young.
Tras los dos primeros títulos, dedicados a Omega, el histórico álbum de Enrique Morente y Lagartija Nick, y a Los Planetas, en su Una semana en el motor de un autobús, llegó el turno para Alaska y los Pegamoides, y sus Grandes Éxitos, y Kortatu, con El estado de las cosas. En los dos volúmenes, además de analizar en profundidad los citados trabajos, la complejidad que supusieron sus grabaciones en aquella España desconfiada y pre mp3, pre myspace y precasitodo, nos ofrecen una amplia perspectiva de las bandas, su relación con el entorno, así como planos secuencias de la sociedad que los cobijaron.
Patricia Godes, fusila buena parte de los tópicos o coletillas que nos quedan de la Movida, llegando a esbozar al respecto teorías que bien podría utilizar Évole para algunos de sus programas de documental/ficción. Esa Movida, que vivieron doscientos mal contados, es cierto, que fue frívola, tampoco intentaron algo diferente, que estuvo muy localizada/focalizada, en determinados clubes de, especialmente, Madrid y Barcelona, y que no ofreció, salvo algunas excepciones maravillosas, productos de gran calidad, el Grandes Éxitos de los Pegamoides es un magnífico ejemplo. Aunque tampoco podemos obviar que esa Movida, La Movida, provocó chispas, causó algún incendio, fue germen, semilla, de mucho de lo que hemos conocido después. Puede que sin esa Movida nos hubiera costado más trabajo alcanzar este presente, musicalmente hablando, sin restar un gramo de ambigüedad a esta afirmación.
Kortatu es un buen ejemplo de cómo la música puede llegar a ser un fundamental elemento de transmisión social/cultural. Banda sonora indiscutible del País Vasco en las décadas de mayor apogeo del eterno conflicto. De hecho, Kortatu, tal y como indican los autores, Herreros/López, «fue el resultado estético más acabado de todo un movimiento social, político y cultural que prolongaba en términos de cultura juvenil lo que había sido poco menos que una situación revolucionaria». El estado de las cosas, además, tal y como se señala en este libro, fue muy innovador a la hora de fusionar estilos, la electricidad de los Clash, con ritmos afros, incluso con sonidos autóctonos, desarrollando una especie de Mano Negra a lo vasco. El texto arranca con un estupendo y sincero prólogo de Bernardo Atxaga, que reconstruye con nitidez el espectro cultural del País Vasco a finales de los setenta y principios de los ochenta.
Rock y Literatura han recorrido caminos separados en nuestro país, tradicionalmente, y tal vez sea buena esa segmentación, pero entiendo que han sobrado los motivos para el encuentro y que raramente se han llevado a cabo. La colección Cara B de Lengua de Trapo se ha lanzado a ese objetivo, que yo entiendo como esencial, y no sólo por una simple, pero necesaria, acción pedagógica, también por la oportunidad que nos ofrece de conocer nuestro pasado más reciente, desde otros puntos de vista que han formado parte de nuestras vidas.

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