Esther Ginés
Tanto el título como la luminosa imagen que decora la cubierta de La fragilidad del neón dejan intuir que en la segunda novela de Juan Laborda Barceló (Madrid, 1978) las luces y las sombras tienen mucho peso. La vida, en definitiva, es una batalla entre luz y oscuridad, y de eso sabe mucho Ramón Sandoval, republicano exiliado en París tras la Guerra Civil española y protagonista de la novela. Los ideales iluminan mucho, pero a veces están vacíos de contenido, son frágiles. Parecen existir para quebrarse en el momento más inesperado. De ahí el acertado título del libro de Juan Laborda, una historia ambientada en el París de 1961, en medio de la complicada guerra por la independencia argelina, que habla de las ilusiones que se desmoronan, de las derrotas y los perdedores que dejan todas las contiendas. Una trama que desborda humanidad y que está hilada en clave de thriller político, donde destaca el ambicioso ritmo cinematográfico de los capítulos, así como el excelente uso del lenguaje, en especial de la adjetivación.
En medio de una cuidada ambientación histórica donde encontramos personajes como De Gaulle, André Malraux o la estrella del Hollywood dorado Linda Darnell, La fragilidad del neón narra una suerte de partida de ajedrez humana donde el escritor madrileño juega con dos temas que domina y que le apasionan: el cine y la Historia. Buscando curarse las heridas de la guerra, Ramón Sandoval se refugia en la ciudad de la luz. Desea un anonimato que la situación social y política no parece dispuesta a darle. Atrás ha dejado una España por la que combatió y unos ideales en los que creía, y su corazón está dividido entre los pensamientos hacia ese país y la angustia de tener a su hermano menor, Manuel, combatiendo en Argelia contra los franceses. La llegada a París de la famosa y seductora Linda Darnell, estrella ya en decadencia del celuloide estadounidense, lo colocará, inevitablemente, en medio de una trama política, pues se verá obligado a ejercer de chófer y protector de la glamurosa actriz. Su seguridad, al parecer, es todo un asunto de política nacional, y a él le encomiendan ser su sombra.
Junto a la Darnell y a Claire, su mano derecha, Ramón Sandoval recorrerá las calles de una París que, aunque irradia luz desde el Sagrado Corazón al barrio latino, es también una fuente de conflictos y oscuridad. Juan Laborda, además de historiador, es un gran apasionado del séptimo arte, y lo demuestra con el interesante y evocador retrato que hace de “la Darnell”. Su belleza en decadencia, los espectaculares trajes con los que se adorna y sus aires de diva esconden ese juego de luces y sombras que sobrevuela toda la trama. Un personaje que, como otros en el libro, ha perdido su particular guerra y contempla cómo sus ideales se fragmentan. Retratos precisos, ella y los demás, de unos perdedores con los que es fácil empatizar. Otro acierto más de este intenso recorrido por el encanto de la derrota que es La fragilidad del neón.
ResponderEliminarPinta bien. Gracias por la recomendación, Esther. Un saludo.