Julián Díez
En este mismo vecindario ya di cuenta de mi admiración por las otras dos obras magnas de Jared Diamond, Armas, gérmenes y acero y Colapso. Desde entonces, el prestigio de Diamond ha ido creciendo como el del divulgador de temas antropológicos más importante de la actualidad. También, lógicamente, las críticas.
Diamond cierra con este volumen lo que podría ser la trilogía básica de su obra. Por esa popularidad en aumento, libro ha sido recibido con mayores expectativas, cuando se trata del menos atractivo —dentro de su amenidad— de los tres. También el que responde de forma más directa al trabajo personal de Diamond, en particular en Nueva Guinea.
Después de explicarnos en Armas... por qué las sociedades occidentales se impusieron al resto del planeta, y analizar en Colapso cómo decayeron distintas civilizaciones a lo largo de la historia para realizar análisis sobre la nuestra, Diamond ahora examina las sociedades actuales totalmente apartadas de la globalización, que denomina "sociedades tradicionales" evitando cuidadosamente calificarlas como "primitivas", para extraer enseñanzas acerca de nuestro mundo.
El libro ha generado polémica por la forma en que elude dos tentaciones paralelas: por un lado, la de convertir a los habitantes de esas tribus apartadas de Papúa o del Amazonas en "buenos salvajes" rousseanos; por otro, la de desdeñarlas por completo y culparles de su aislamiento. Y de esa forma ha conseguido enfurecer tanto a una organización como Survival Internacional, defensora de esos grupos humanos, como a los ultraconservadores estadounidenses, que no aceptan que haya nada que aprender de esas tribus ni culpa alguna que asumir por el exterminio de otros en el pasado.
Diamond responde con las mismas herramientas que ha utilizado en el pasado: su conocimiento directo, sobre el terreno, de buena parte de los pueblos de los que escribe, y una erudición multidisciplinar que le permite asociar sus observaciones con hechos históricos, y condicionantes geográficos o ecológicos. Todo lo cual expone con su conocida claridad.
En su argumentación, bien es cierto, pueden encontrarse algunos puntos discutibles. ¿Hasta qué punto es posible extraer conclusiones sobre los pueblos anteriores a la existencia de la agricultura observando a estos grupos actuales? Por supuesto que Diamond es casi todo el tiempo muy prudente para no llevar sus extrapolaciones hasta el extremo, pero esos mismos condicionantes ambientales abren una duda.
Por otra parte, su demanda de una intervención de los estados para detener los ciclos bélicos en que viven inmersas algunas de esas sociedades también tiene un gusto ambivalente, dadas las consecuencias tanto negativas como positivas que han tenido todas las injerencias del mundo "civilizado" en el menos avanzado a lo largo de la historia. Aunque es obvio que esa visión está buscando en realidadhacer un comentario, creo yo que perfectamente argumentado, sobre la abundancia de armas en Estados Unidos, y la necesidad de limitar la posibilidad del empleo de la violencia al ámbito gubernamental.
Al lector medio, El mundo hasta ayer le dará algunos momentos de sonrisa, unos cuantos de pura fascinación aventurera y muchos de reflexión. Entre las numerosas cosas que podemos aprender de las sociedad primitivas, hay una que me parece especialmente destacable: lo que Diamond denomina la "paranoia constructiva", la preocupación por lo verdaderamente preocupante en la práctica en contraste con nuestras cosillas de cada día. Puede que lo que hace Diamond sea antropología pop, pero contiene un fondo de relevancia; y cuando casi ningún científico —bien al contrario— se quejó en su momento de la astronomía pop ofrecida por Carl Sagan en Cosmos, las protestas sobre los trabajos de Diamond no sirven sino para demostrar que está pisando callos.
Estoy leyendo Germs, Guns and Steel. De momento, lo que expone Diamond rezuma sentido y parece muy bien razonado.
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