Premio Tormenta al mejor libro de autor español
Eloy Tizón por Técnicas de Iluminación
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Premio Tormenta al mejor libro de autor extranjero
Mircea Cartarescu por Nostalgia
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Premio Tormenta al mejor autor revelación
Juan Gómez Bárcena por Los que duermen
Tres editores
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Tres editores
acerca de sus autores
Querer editar a Eloy Tizón era deseable. Editar a Eloy Tizón es, además, deslumbrante. Ahora lo sé. Como su libro. Como Técnicas de iluminación. El libro se puso a la venta el dos de octubre y escribo este texto para que sea leído el diez de enero. Cien días exactos. Cien días dan para una inmensidad de mensajes y un sinfín de kilómetros, muchos lectores y lecturas y muchas entrevistas y reseñas, algunos viajes y algunas ciudades. Sin embargo los libros, no siempre, pero sí los más anhelados, traen para los editores otros espacios y otros tiempos que no son mensurables. Los diez cuentos bajo el brazo de Eloy han acabado de forjar y remachar una amistad. Una conversación. Una complicidad. Un camino. Técnicas de iluminación es un libro que va a conmover, ilusionar y enamorar a sus lectores. Editar a Eloy Tizón y cien días es crecer como editor. Es una luz para Páginas de Espuma.
Juan Casamayor
(Páginas de Espuma)
En un catálogo como el de Impedimenta, en el que hay autores de enorme peso (Stanislaw Lem, Penelope Fitzgerald, T. C. Boyle, Iris Murdoch, Natsume Soseki o Georges Perec), Mircea Cartarescu es un punto y aparte. Autor de altura europea (adorado en países como Suecia o Alemania, y de culto en Francia), se trata, sin lugar a dudas, del autor de referencia de la literatura rumana moderna. Una tradición que cuenta con monstruos de la talla de Mircea Eliade, Emil Cioran o Eugène Ionesco, y que nunca, por ejemplo, ha sido reconocida con un Premio Nobel, galardón para el que Cartarescu suena cada año en las quinielas. Cartarescu, que siempre se ha considerado antes que nada un poeta, es un autor que, como pocos, moderniza la literatura de su país, y la europea, a cada libro. La fuerza de sus obras más personales, como Lulu o Nostalgia, ambas publicadas por Impedimenta, es descomunal. Su capacidad de penetrar en nuestros demonios, en lo más oculto de nuestro pasado insertándonos en un espacio y un tiempo iniciáticos (el Bucarest suburbial y destrozado de los años setenta y ochenta, que revisa a cada libro sacándole punta y convirtiéndolo en una especie de microcosmos de nuestros deseos más secretos, pero también más inocentes) lo hacen merecedor de un lugar en la biblioteca de cualquiera al que le guste leer. Sus libros tienen sabor a Borges, a Cortázar, a Swift, a Lem. Cartarescu ha declarado alguna vez que a los catorce años lo había leído todo. A punto estuvo de volverse esquizofrénico. No hacía más que leer y escribir, su mundo es la literatura. Impedimenta comenzó a recuperar sus mejores obras con El Ruletista hace ya cuatro años, proyecto que cristalizó en Nostalgia dos años después (declaré entonces que era el mejor libro que se ha publicado nunca en ninguna editorial en la que yo haya trabajado, y lo mantengo), y entremedio vino Lulu, que se puede leer como epílogo de Nostalgia, y un libro que casi mata a su autor. Con Las Bellas Extranjeras, publicado en octubre del año pasado, cerramos un círculo. Pero Impedimenta publicará un libro de Cartarescu al año, empezando el próximo otoño por Levante (un proceloso poema en prosa que recorre toda la literatura rumana en clave de comedia y de farsa), en 2015 por su poesía, que acabamos de contratar, y culminando en 2017-2019 con la recuperación de su obra magna, Orbitor, una trilogía vastísima que incide en los temas de la infancia y la memoria, y que se organiza como una mariposa: Ala derecha, Cuerpo y Ala izquierda. Podemos decir, en suma, sin temor a equivocarnos, que Cartarescu es el buque insignia de Impedimenta y nuestro proyecto más personal.
Enrique Redel
(Impedimenta)
Me alegro (especialmente) de que este libro nos siga dando buenas noticias más de un año después de su publicación. En primer lugar, se trata de un libro extraordinario (Los que duermen es una sólida apuesta por la revisitación y renovación de esa clase de fantástico que sabe a Borges, a Kafka, a Lem…); y en segundo lugar porque es un título que reúne, casi a modo de resumen, todas las señas de identidad que siempre han estado asociadas a la editorial y que desearía mantener: narrativa, en este caso relatos, de un autor nacional joven, asentado en una tradición determinada que conoce bien pero desde la cual se buscan nuevas direcciones, que se aproxima al género con la misma falta de complejos que hacia elementos o tradiciones más «prestigiadas».
Pablo Mazo
(Salto de Página)
Tres de tres. Nos alegramos sinceramente de que se reconozca a los cuentos y relatos como literatura y, en muchas ocasiones, alta literatura. Es hora de que dejen de ser los hermanos pobres de la novela y de que los lectores descubran por fin el placer de su lectura.
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