viernes, diciembre 13, 2013

Tres veces al amanecer, Alessandro Baricco

Trad. Xavier González Rovira. Anagrama, Barcelona, 2013. 104 pp. 13,90 €

Ignacio Sanz

En una de sus anteriores novelas, Mr Gwyn, Baricco aludía a una obra titulada precisamente así, Tres veces al amanecer. Pero, que sepamos, entonces no existía la obra, no siquiera como proyecto remoto, se trataba de un mero título ficcionado. Imagino que ese título habrá ido escarbando en la imaginación del escritor hasta cristalizar en estas tres historias independientes, tres novelitas livianas o, si se quiere, tres cuentos largos, muy dialogados y rebosantes de inteligencia y destreza narrativa.
Las tres historias parten del mismo escenario y parecida hora para su desarrollo. Se trata de tres hoteles al filo de la madrugada, hoteles de medio pelo o incluso, a juzgar por la reacción de uno de los personajes de la última historia, un hotel decididamente sórdido donde la cochambre se hace tan presente que los impele a escapar. Se supone que la ciudad o las ciudades donde están los hoteles son ciudades provincianas. Qué hermosa la descripción de la luz, los matices que la luz adquiere con la llegada de la aurora. Las tres historias nos presentan personajes extravagantes que solo pueden ser habitantes de la noche. Esos mismos personajes quedarían eclipsados a la luz racional del mediodía. Resulta curioso lo que la noche puede dar se sí como imán para situaciones estrafalarias de una fauna esperpéntica.
El personaje principal de la primera de las novelitas es una mujer de mediana edad, bastante descarada, que llega al filo de las cuatro de la madrugada al amplio vestíbulo de un hotel de una elegancia deslucida donde un hombre duerme arrellanado en un sofá. A partir de ahí llega el desconcierto, un desconcierto que va creciendo para asombro del lector.
La segunda novela arranca con la llegada de una pareja de jóvenes al hotel. La chica es deliciosa. Así la describe el portero. ¿Qué hace esa chica deliciosa con un macarra estúpido como ése?, se pregunta el portero. Y ahí comienza la acción y la intriga que, de nuevo, empuja de desconcierto en desconcierto al lector.
La tercera historia nos presenta a una mujer madura y a un adolescente durmiendo en la misma habitación. La mujer podía ser su abuela, así se lo dice ella al chaval. Acaba de consumarse una tragedia unas horas antes en un lugar no muy alejado del hotel. Pero la tragedia queda ahí, latente, lo que importa es que va a suceder a partir de ahora. El chico es muy curioso y pregunta. Y la mujer, una poli gorda, asqueada de la cochambre del hotel, coge al chaval, lo monta en el coche y se marchan camino de la costa en plena noche. Así, en el diálogo se van estableciendo complicidades y descubrimos una parte de la tragedia y un pasado rico en afectos y sentimientos en la vida de la mujer. Desconcertante.
Las descripciones son tan minuciosas que uno tiene la sensación de estar viendo una película. Supongo que no sería extraño ver este libro convertido en cinta. En fin, levedad, ligereza y maestría. Podría haberse quedado en un mero ejercicio de estilo, dado el punto de partida. Pero no. El genio ha vuelto a las andadas. Otra vez Baricco nos sube a lo más alto. Tres novelitas livianas en las que queda patente la destreza narrativa de uno de los grandes maestros europeos contemporáneos.

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