jueves, noviembre 21, 2013

El que tiene sed, Abelardo Castillo

Carpe Noctem, Madrid, 2013. 218 pp. 15 €

Sara Roma

«Yo creo que empecé porque sí. O por lo mismo que bebe todo el mundo», confiesa Esteban Espósito, un escritor alcohólico que lucha contra toda lógica y ansía lo que no puede poseer en El que tiene sed, novela del argentino Abelardo Castillo (1935) y publicada recientemente por la editorial Carpe Noctem. El que tiene sed es una obra cruda y desgarradora que indaga en los límites de la degradación y del sufrimiento del ser humano a través del alcoholismo y la aniquilación mental y física (locura y deterioro externo) que lleva aparejado. Sin embargo, el alcohol es solo una excusa que le sirve a Castillo para plantear una serie de temas e interrogantes, como si existe la felicidad y por qué el azar se impone y acaba empujándonos de manera inexorable hacia un destino que nunca hubiéramos querido. El alcohol, en realidad, es el símbolo de las ilusiones de un personaje acabado que desea con ansia encontrar la verdad y que por eso tiene sed.
«El que se emborracha por mí, o más exactamente por los dos y hasta por el mundo en general, era el otro. Otro con mi nombre y mi cara. Esteban Espósito».
La historia que narra El que tiene sed es la de Esteban Espósito, un prometedor escritor que acaba arruinando su carrera literaria a causa de la bebida. La novela es la recreación de la vida desde los ojos de un personaje que tiene los sentidos alterados por la abusiva ingesta del alcohol. La pérdida de la memoria y de la noción del tiempo y el espacio que sufre el protagonista conforman una novela densa y compleja que recuerda en muchos momentos a la escritura de otros escritores alcohólicos como Gerad Nerval, Dylan Thomas, Edgard Allan Poe o Malcolm Lowry, quienes dejan en manos del lector la difícil tarea de reconstruir una ficción fragmentada y difícil de seguir en muchos momentos sobre todo por la ambivalencia narrativa (de un narrador en primera persona se pasa a la tercera persona). Abelardo Castillo demuestra con su prosa un excelente dominio de todas las técnicas narrativas, consagrándose como “uno de los narradores más grandes de nuestro idioma y nuestro tiempo” (Félix Grande).
El que tiene sed es una novela dura pero tristemente real. Es una invitación a emprender un viaje en busca del sentido de la vida cuando se ha tocado fondo. Su lectura exige, sin embargo, un lector comprometido dispuesto a transitar por un paisaje delirante y alucinatorio y salir indemne.

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