Fernando Ángel Moreno
Existe una cierta tradición entre los investigadores españoles de publicar manuales de teoría de la literatura con los que acercar al estudiante a esta bastante desconocida disciplina. Casi siempre son esfuerzos que, incluso en casos lúcidos y completos como el de David Viñas Piquer, requieren un arduo esfuerzo por su carácter enciclopédico.
Esta costumbre, también habitual en Anglosajonia, se articula en ocasiones mediante la presentación de las diferentes escuelas a través de una conclusión más o menos audaz. En España disponemos de escasos ejemplos de este tipo. Los más conocidos quizás sean los (ya en su época) anticuados manuales de Antonio García Berrio (1994 y 2004), con dura sintaxis y densa terminología técnica, del todo inviables para profanos.
Entre los investigadores anglosajones interesantes, mi favorito es sin duda Terry Eagleton, autor que siempre escucho citado como neomarxista, pero que considero simplemente humanista. Defiende con insistencia, es cierto, la relación entre la literatura y los contextos sociopolíticos.
Quizás sus libros más conocidos sean Introducción a la teoría literaria (para cuya lectura, paradójicamente, hace falta saber teoría literaria) y el impresionante La estética como ideología, que cuenta con una magnífica traducción en la editorial Trotta. Se trata este de un libro algo complicado para quien no está ya algo versado en filosofía, pero aseguro que el esfuerzo por terminarlo vale mucho la pena. Considero que casi todo lo que Eagleton tiene que decir sobre literatura lo dejó allí dicho. No obstante, he leído y disfrutado su última propuesta: El acontecimiento de la literatura.
Este libro parece escrito con cierto espíritu anárquico, como si se escribiera un blog con las diferentes opiniones que el concepto de literatura y sus escuelas le van despertando al autor. Dudo de de que haya sido el caso. ¿Quién sabe? Lo cierto es que presenta una reflexión en torno a la eterna pregunta sobre qué es la literatura.
Recordemos que, en el fondo, esa pregunta centra toda teoría literaria, antes de desgranarse en cada una de las partes que estudian el fenómeno de la literatura: tradición, autor, imaginación, lector, técnicas, géneros, lenguaje, imaginario, mercado, paratextos… Entre todas las posibilidades, coincido al considerar principales las tocadas por Eagleton: la dialéctica entre nominalismo y esencialismo (que quizás sea el capítulo más duro para el profano y el menos vinculado con el resto), las teorías de la ficción, las teorías de los actos de habla (con muchos problemas sobre pragmatismo y trascendencia) y el psicoanálisis, sin despreciar la retórica, la hermenéutica o el marxismo, entre muchas otras. Insiste, por cierto, en una reivindicación radical, maravillosa, de la teoría literaria, al sentenciar que cualquiera que hable sobre literatura está haciendo teoría literaria. Que luego se eviten los libros teóricos será, según él, una cuestión de pereza, de prejuicios o de incapacidad, pero en ningún caso porque la teoría de la literatura no sea precisamente el fondo de toda discusión literaria.
Por consiguiente, en su búsqueda, realizará un recorrido sumamente fértil para quien desconozca estas disciplinas, ayudado por su habitual erudición.
Finalmente, su propuesta culmina en algo que cada vez vamos defendiendo más y más teóricos, a saber: la literatura no es un objeto, ni el producto de una divina y genial subjetividad, ni un mero entretenimiento, ni una mera fuente de sabiduría. Según él, la literatura es una estrategia, fundamento de acciones. E invito a leer el libro antes de realizar juicios rápidos sobre la aparente obviedad o sencillez de esta complicada idea. Su recorrido en torno a nuestras diferentes dudas y prejuicios sorprenderá a muchos lectores y le harán ver las novelas, los cuentos, los poemas… quizás de un modo diferente.
Con todo ello, considero que se trata de un libro quizás árido para el lector poco habituado a leer sobre estética. Sin embargo, para quien no tenga miedo a zambullirse en la reflexión profunda, Eagleton le recompensa con numerosos chistes y ejemplos cotidianos que a mí, en particular, me han hecho soltar una carcajada en más de una ocasión.
Solo debe criticarse el escaso cuidado en la corrección del texto, con abundantes erratas, de esas que no escapan siquiera al corrector automático del Word y, por otra parte, a la cada vez más habitual manía de de traducir “posmodern” y “modern” por “posmodernista” y “modernista”. Se crea así un problema terminológico, especialmente molesto en español, donde se puede provocar una verdadera empanada intelectual.
En resumen, si se quiere profundizar en las teorías literarias actuales, con algo de esfuerzo pero con amenas ayudas, es buena idea dedicarle unos días a este libro. Se reflexionará desde principios mucho más complejos que los que la muy perdida sabiduría popular emplea para discutir sobre literatura.
Magnífica reseña sobre un gran teórico y un muy buen libro
ResponderEliminarEagleton en "El acontecimiento de la literatura" cambia bastante de parecer respecto a sus libros antiguos.
ResponderEliminarLa evolución más significativa la encuentro en su reconocimiento como cita de Witgenstein de las siguientes líneas:
"¿Tenemos que calcular la distancia que hay hasta el Sol hasta el último milímetro? ¿Acaso no suena esto a algo parecido a si dijéramos 'quédate inmóvil más o menos ahí'? ¿Es que un terreno sin una delimitación exacta no es siquiera un terreno? ¿Y acaso la vaguedad conceptual no es a veces exactamente lo que necesitamos?
Buena reseña. Pero recomendar este tipo de libros a "profanos" siempre será inútil. Incluso si el libro es muy simple, nadie quiere pensar que las cuestiones son más complejas de lo que quieren creer.