Guillermo Ruiz Villagordo
«Relacionarme con los demás no es algo natural para mí sino que me tensa y me exige un esfuerzo y, como no lo vivo de una manera natural, como hago ese esfuerzo no tengo la sensación de ser yo mismo.»
Ésta es una de las impresiones que comparte con nosotros James, un chaval de dieciocho años encantadoramente marisabidillo que detesta a los chicos de su edad y prefiere confraternizar con los adultos que forman parte de su pequeño mundo, integrado por una madre sentimentalmente inestable que pasa por su tercer divorcio, el incompetente jefe de la galería de arte propiedad de ésta, un altivo padre ejecutivo lleno de prejuicios, una hermana mayor de espíritu rebelde y una abuela autosuficiente que representa su único refugio en medio de la confusión que le rodea. Ninguno de ellos constituye un verdadero ejemplo, no comparte sus gustos ni empatiza con su forma de ser, y todos pueden considerarse fracasados en algún sentido, pero para James ejercen una extraña fascinación que le permite que pase más rápido el tiempo mientras espera que se cumpla su sueño de comprar una casa en el campo y leer montañas de libros en la soledad y tranquilidad más absoluta, renunciando a Nueva York y al futuro universitario que se cierne sobre él. Pero tras protagonizar un episodio preocupante en una excursión de su instituto, deberá asistir a terapia en la consulta de la doctora Adler, que poco a poco y a regañadientes logrará acceder a ciertas zonas privadas de su existencia, incluyendo alguna relacionada tangencialmente con el 11 de setiembre, aunque tenga que ser él mismo quien descubra con sus propios actos hacia dónde quiere dirigir su vida y si todo lo que cree tiene verdadero fundamento.
La novela de Peter Cameron se inspira claramente en el clásico El guardián entre el centeno, de la que supone una actualización fresca y estimulante (sin que esto implique dejar de reconocer que la novela de Salinger sigue siendo plenamente actual), y de hecho hay ciertas situaciones paralelas en los dos libros, como la interacción con el adulto homosexual (tema gay recurrente y principal, por otra parte, en otras de sus obras como Año bisiesto, Un fin de semana y algunos relatos de De un modo u otro), que se resuelven de distinta manera. Pero aunque se realiza una sátira feroz de ciertos asuntos como la impostura del arte moderno o las relaciones sociales a través de internet, el tono general de las confidencias que James nos dirige en primera persona es, a diferencia de las vitriólicas y directísimas observaciones de Holden Caulfield, de una certera ironía fina y amable que junto a la recreación de unos diálogos ágiles y vibrantes nos implican aún más en su deriva existencial postadolescente y nos hacen reírnos, sorprendernos y emocionarnos a la vez que él. Porque el mejor resumen de este libro se encuentra en su propio título, que como la magnífica y entrañable novela de iniciación que es nos recuerda que crecer significa asumir las dosis de sufrimiento que se nos van presentando, y que las dificultades bien enfocadas ensanchan nuestro universo particular y aumentan nuestra sensibilidad y sabiduría.
No hace mucho reseñé este libro que a mi particularmente me fascinó, por el lenguaje interior del protagonista, por el humor, la ironía, los diálogos, ... Me pareció un libro muy honesto y fue todo un descubrimiento porque no conocía al autor. Tengo pendiente leer alguna otra novela suya. Gracias por la reseña. Un saludo.
ResponderEliminarYo creo que, para ser una novela de transición a la madureza, le falta fuerza. Ya se han escrito muchos libros sobre adolescentes especiales con problemas, que se fijan en todos aquellos detalles en los que nadie repara etc.. Por eso es complicado escribir uno más, y creo que a este de Cameron le falta algo de garra narrativa, tal vez el haberse enfocado tanto en una sola cosa en lugar de haber cedido algo de protagonismo a tramas laterales. Un abrazo.
ResponderEliminarMe parece un libro muy pobre, no aporta absolutamente nada.
ResponderEliminarCon dos chascarrillos ingeniosos no se imita a Salinger: para eso hace falta talento (y mucho).
No entiendo cómo una buena editorial como Libros del Asteroide ha sacado ese proyecto.
Saludos.
Lo que cuenta Peter Cameron no lo había yo leído en ningún otro sitio, solo se encuentra tal vez en algún relato o novela del mismo autor. Los que no aprecian esta obra seguramente no entienden la personalidad del protagonista.
ResponderEliminarUn libro en efecto muy honesto. Lo que se nos cuenta es pura verdad.