jueves, junio 09, 2011

Wakefield, Nathaniel Hawthorne

Trad. María José Chuliá. Nórdica, Madrid, 2011. 80 pp. 15 €

David Vicente

La editorial Nórdica celebra sus cinco años de vida, lo que, en un mercado (el del libro) a veces selvático y quizá sobre saturado en relación con el número de lectores existentes, ya es todo un mérito en sí mismo. Aunque no el único, desde luego.
Junto con otras, no muchas, Nórdica se ha convertido en una editorial de referencia en lo que a libros ilustrados para adultos se refiere. Se agradece que en un negocio donde parece que el debate se ha desviado en torno a si es mejor leer en papel o mejor leer en “tableta”, obviando cuestiones de mayor envergadura y transcendencia para el convento, alguien apueste por deliciosas ediciones casi de coleccionista.
Para celebrar este lustro sus editores rescatan Wakefield de Nathaniel Hawthorne, ilustrado para la ocasión por Ana Juan, Premio Nacional de Ilustración 2010.
Para quien no conozca el relato (imprescindible para cualquier lector con un mínimo de interés más allá del bestseller de turno), Wakefield es un inquietante cuento sobre un marido que en el Londres victoriano decide tomar una decisión extravagante e incomprensible: abandonar su hogar y a su esposa e instalarse en la casa de enfrente, pasando completamente desapercibido, con el único objetivo de observarla sin que ella sea consciente de ello y apartarse del mundo.
El tiempo va pasando y ambos se van haciendo más viejos en soledad, pero apenas distanciados por unos cuantos metros. Wakefield será testigo de cómo la pena de su esposa por su desaparición se va amortiguando con el paso del tiempo, mientras su desasosiego va en aumento.
Tras veinte años y, gracias a una tormenta que le coge justo enfrente de la que fue su casa, Wakefield decide entrar de nuevo en ella buscando refugio, como si nada hubiese pasado, para así reencontrarse tras dos largas décadas con su esposa.
Un breve relato que tiene la virtud, como los grandes textos, de prolongarse más allá de sus páginas durante mucho tiempo en la cabeza de sus lectores, obligando a cada uno de ellos a sacar sus propias conclusiones. Esta, sin duda, podría ser una de ellas:
[En medio de la aparente confusión de nuestro misterioso mundo, las personas están tan pulcramente adaptadas a un sistema, y los sistemas engarzados entre sí y a un todo, que si una persona se ausenta por un momento, se expone al aterrador riesgo de perder su puesto por siempre, pudiendo llegar a convertirse, como le sucedió a Wakefield, en el Desterrado del Universo.]
Nórdica recupera a un autor, Nathaniel Hawthorne, de una prosa ágil y elegante, que construye una literatura, más que actual, atemporal, que ha superado con creces el tamiz del paso de los años.
Pero sería injusto poner aquí el punto y final, sin destacar el otro 50% de esta edición: las ilustraciones de la valenciana Ana Juan. La prestigiosa ilustradora y autora de cuentos infantiles que ha colaborado con publicaciones de la talla de Time o New Yorker, ha creado para la ocasión unas láminas que retratan a la perfección los dos mundos paralelos y completamente diferenciados de los que consta el relato: el del Sr. Wakefield y el de su esposa, la Sra. Wakefield. Uno, sombrío y turbador, el otro, aunque sosegado, cargado de una resignada melancolía.
Según Borges, uno de los mejores cuentos de la historia de la literatura. Lo que ya es motivo suficiente, máxime si tenemos en cuenta que él no pudo disfrutar de los maravillosos dibujos de Ana Juan cuando lo leyó.

1 comentario:

  1. Sin ánimo de deslucir lo más mínimo la obra de Ana Juan, la ilustradora, pues me parece realmente estupenda, reduciría el porcentaje que se le ha asignado para dárselo a quien también le corresponde por méritos propios: alguien sin cuya transparente participación esta edición de Wakefield no hubiera sido la misma: la traductora.
    Su buen trabajo bien merece una mención, ¿o?

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