Alfaguara, Madrid, 2011. 180 pp. 18,50 €
Santiago Pajares
No sé si lo que hizo hace algunos años Agustín Fernández Mallo con su trilogía Nocilla dream se puede llamar revolución (ni creo que me corresponda a mí etiquetarlo), pero hay que reconocer que sí llamó la atención sobre otra manera de contar historias, una forma quizá no nueva, pero sí menos usual, con un tono fresco y aunque un poco gafapasta, realmente impactante. En este nuestro mundo, cualquier texto que nos haga detenernos durante unos instantes y reflexionar, merece un pequeño aplauso y una invitación a una caña al autor si te lo encuentras por la calle.
Tras acuñar en el año 2000 el termino poesía post-poética (conexiones entre literatura y ciencias), Agustín Fernández Mallo se lanzó a escribir pequeños esbozos de ficción (o docuficción, otro de sus términos) donde se inspira en reportajes científicos, con temas como el colisionador de hadrones de Ginebra. ¿Pero cómo se ficciona algo así? ¿Cómo llevar esos temas al gran público? ¿Cómo hacer que todas esas apasionantes teorías para los científicos les toquen también a la gente de la calle? Y lo que es más importante: ¿cómo conseguir que no suene increíblemente pretencioso?
Pues Agustín Fernández Mallo lo consigue. No sé bien cómo, pero lo consigue. Tras la llamarada que supuso Nocilla Dream quedaba lo más difícil, que era continuar. La elección de hacer un libro/remake del libro El hacedor de Borges (aunque inspirado muy muy libremente, a veces tanto que uno piensa que se podría haber llamado de otra manera sin problemas) es un tanto arriesgada. Al fin y al cabo, las comparaciones son odiosas, sobre todo para el que pierde. Pero no creo que se pueda hacer una comparación real de ambos textos, no al menos para determinar cual es mejor (ni desde luego es mi misión aclararlo).
¿Qué contiene entonces este libro? ¿Qué podemos esperar de él? Está compuesto por pequeñas piezas o capítulos no relacionados en principio unos con otros. En ellos nos podemos encontrar a un hombre que rompe relaciones sentimentales por dinero, al propio Borges como guionista de la factoría de cómics Marvel, a un hombre que nació con la vida ya vivida y según el tiempo transcurre va perdiendo recuerdos o, al igual que en original de El hacedor de Borges, poemas. El lector tiende a buscar elementos de cohesión entre unos relatos y otros, y aunque algunas veces lo consigue (en forma de posters de electrodomésticos, por ejemplo) , los demás, que seguro que los hay, están muy diluidos para un lector no atento.
Fernández Mallo no se conforma con la letra impresa y utiliza todo lo que tiene a mano para sacar adelante sus piezas de la forma que mejor cree posible, como puede ser enlaces de youtube, fotos de google earth, mapas o fotos hechas por él mismo. Todo vale para un fin, si este es bueno. Y éste lo es.
No es sencillo escribir una reseña de este libro, y a veces algunos relatos descolocan y te hacen dudar sobre lo que estás leyendo y para qué, pero me cuesta imaginar a alguien que no le toque alguna de sus piezas, como me tocó a mí la expuesta al principio de esta reseña. Muchas veces me he detenido durante su lectura y he levantado la cabeza para dejar reposar esas palabras ya leídas, y no hay muchos libros capaces de hacer eso. Por eso, para mí, la invitación a una caña a Agustín Fernández Mallo sigue abierta.
No sé que opinará Borges, pero yo me apunto.
Santiago Pajares
No sé si lo que hizo hace algunos años Agustín Fernández Mallo con su trilogía Nocilla dream se puede llamar revolución (ni creo que me corresponda a mí etiquetarlo), pero hay que reconocer que sí llamó la atención sobre otra manera de contar historias, una forma quizá no nueva, pero sí menos usual, con un tono fresco y aunque un poco gafapasta, realmente impactante. En este nuestro mundo, cualquier texto que nos haga detenernos durante unos instantes y reflexionar, merece un pequeño aplauso y una invitación a una caña al autor si te lo encuentras por la calle.
Tras acuñar en el año 2000 el termino poesía post-poética (conexiones entre literatura y ciencias), Agustín Fernández Mallo se lanzó a escribir pequeños esbozos de ficción (o docuficción, otro de sus términos) donde se inspira en reportajes científicos, con temas como el colisionador de hadrones de Ginebra. ¿Pero cómo se ficciona algo así? ¿Cómo llevar esos temas al gran público? ¿Cómo hacer que todas esas apasionantes teorías para los científicos les toquen también a la gente de la calle? Y lo que es más importante: ¿cómo conseguir que no suene increíblemente pretencioso?
Pues Agustín Fernández Mallo lo consigue. No sé bien cómo, pero lo consigue. Tras la llamarada que supuso Nocilla Dream quedaba lo más difícil, que era continuar. La elección de hacer un libro/remake del libro El hacedor de Borges (aunque inspirado muy muy libremente, a veces tanto que uno piensa que se podría haber llamado de otra manera sin problemas) es un tanto arriesgada. Al fin y al cabo, las comparaciones son odiosas, sobre todo para el que pierde. Pero no creo que se pueda hacer una comparación real de ambos textos, no al menos para determinar cual es mejor (ni desde luego es mi misión aclararlo).
¿Qué contiene entonces este libro? ¿Qué podemos esperar de él? Está compuesto por pequeñas piezas o capítulos no relacionados en principio unos con otros. En ellos nos podemos encontrar a un hombre que rompe relaciones sentimentales por dinero, al propio Borges como guionista de la factoría de cómics Marvel, a un hombre que nació con la vida ya vivida y según el tiempo transcurre va perdiendo recuerdos o, al igual que en original de El hacedor de Borges, poemas. El lector tiende a buscar elementos de cohesión entre unos relatos y otros, y aunque algunas veces lo consigue (en forma de posters de electrodomésticos, por ejemplo) , los demás, que seguro que los hay, están muy diluidos para un lector no atento.
Fernández Mallo no se conforma con la letra impresa y utiliza todo lo que tiene a mano para sacar adelante sus piezas de la forma que mejor cree posible, como puede ser enlaces de youtube, fotos de google earth, mapas o fotos hechas por él mismo. Todo vale para un fin, si este es bueno. Y éste lo es.
No es sencillo escribir una reseña de este libro, y a veces algunos relatos descolocan y te hacen dudar sobre lo que estás leyendo y para qué, pero me cuesta imaginar a alguien que no le toque alguna de sus piezas, como me tocó a mí la expuesta al principio de esta reseña. Muchas veces me he detenido durante su lectura y he levantado la cabeza para dejar reposar esas palabras ya leídas, y no hay muchos libros capaces de hacer eso. Por eso, para mí, la invitación a una caña a Agustín Fernández Mallo sigue abierta.
No sé que opinará Borges, pero yo me apunto.
Coincido con el reseñista. He leído casi toda la obra de Fernández Mallo,y pienso que éste es su mejor libro, el más extraño, poético y arriesgado, al mismo nivel que la que es para mí su obra cumbre en poesía, Joan Fontaine Odisea (2005), un libro que provocó una mutación en la poesía española de la primera década (equivalente a lo que, un año más tarde, ocurrió con Nocilla Dream). Pero me hubiera gustado una reseña más extensa de este Hacedor.
ResponderEliminarGracias
J.L.Pardo