lunes, enero 17, 2011

The Wire. 10 dosis de la mejor serie de la televisión. VV.AA.

Trad. Bernardo Moreno. Errata Naturae, Madrid, 2010. 240 pp. 21,90 €

Guillermo Ruiz Villagordo

Que la ficción televisiva está pasando por una edad de oro es un secreto a voces. En los últimos años diversas series han revolucionado el terreno audiovisual, lo que resultaba inimaginable hace unos años en un marco tan tradicionalmente conservador como el de la televisión. Se han trastocado sus normas con tal virulencia que nos han demostrado que nuestra capacidad de sorpresa no había muerto sino que estaba adormecida por falta de estímulo. Yo mismo, lector impenitente desde hace años, he sucumbido a esta fiebre televisiva y actualmente empleo más tiempo al seguimiento de series televisivas que al descubrimiento de nuevas obras literarias que la mayor parte de las veces me decepcionan en uno u otro aspecto.
Entre los ejemplos más brillantes, más solitario también, sólido y perfecto como un diamante, está The Wire. Y digo solitario porque su cadencia, aunque similar en su demorado discurrir a otras grandes como Los Soprano, se distingue de todas las demás por su declarada intención de honesto retrato social, sabedora de que ciertas cosas necesitan su propio ritmo para contarse correctamente. Rompe particularmente con una de las señas de identidad de todo procedimental policíaco tipo CSI, que es la resolución de los casos en los 40 minutos de duración del capítulo. En realidad, lo que sucede es que su modelo no es audiovisual sino literario. David Simon, uno de los creadores de la serie, realiza una observación muy atinada en este libro sobre su funcionamiento (no podía ser de otro modo, siendo uno de los guionistas), que explica la dificultad que muchos espectadores encuentran para 'engancharse': la estructura de sus episodios no se fundamenta en ninguna semejante de otra serie, sino en los capítulos de una novela. Dicho de otro modo, cada episodio hace evolucionar la historia total que constituyen los cincuenta y nueve episodios restantes. No es extraño que sea así puesto que varios de sus guionistas son de hecho novelistas (Dennis Lehane o Georges Pelecanos, que colabora en este volumen con una historia corta, 'El confidente', inscrita en el escenario de la serie).
Independientemente de esto (o tal vez precisamente a causa de esto), los personajes son de caracteres marcados, reconocibles, pero no por ello se trata de personajes planos y predecibles. Por el contrario, se hace especial hincapié en mostrarnos la complejidad del ser humano, la mezcla que, en cantidades desiguales, hay en cualquiera de nosotros de maldad y bondad, de entrega y egoísmo: el político que quiere alcanzar la alcaldía por pura ansía de poder y una vez en ella se lanza a mejorar su ciudad para descubrir con frustración que no es dueño de las armas necesarias para emprender cualquier acción, por mínima que sea; el policía que, ante el acoso de los altos cargos del ayuntamiento, presionados a la vez por una prensa abúlica, crea un barrio donde concentrar la delincuencia y así maquillar las cifras, pero que, ya retirado, decide convertirse en tutor de jóvenes conflictivos en escuelas; el extraño delincuente que, sin ambición de ningún tipo, se dedica a asaltar exclusivamente a narcotraficantes, y cuya homosexualidad no llama curiosamente la atención, aún siendo bien explícita, que es lo más parecido a una leyenda viva que sobrevuela constantemente la trama.
Cada temporada saca a la palestra un nuevo escenario, que se suma a los presentados anteriormente para acabar formando un fresco vivo y detallado: el mundo criminal, el laboral, el político, el educativo y el periodístico. De esta forma se acaba caracterizando tan perfectamente a la ciudad en la que transcurre la acción, Baltimore, que no sólo tenemos la impresión de conocerla como si fuese nuestra propia ciudad, sino que verdaderamente trasciende su carácter local para convertirse en cualquier ciudad capitalista de la actualidad. Al fin y al cabo, los mecanismos que la rigen (y las marionetas que en uno u otro sentido la forman) son los mismos por los que se organizan todas las ciudades del mundo occidental.
El libro se centra especialmente en la figura más relevante de la serie detrás de las cámaras, el ya mencionado David Simon, co-creador junto con el policía retirado de Burns (su experiencia ayuda en gran medida a que lo que se cuenta tenga ese especial halo de autenticidad). Sólo por la figura de Simon se justificaría el interés de este libro, que desvela a través de diversos documentos (un prólogo escrito por su propia mano, una entrevista dirigida por el novelista Nick Hornby, un reportaje sobre el rodaje de la quinta y última temporada) la curiosa personalidad de este puntilloso amante de la realidad, cuyo mayor temor es que los que podrían ser protagonistas de las historias que narra le acusaran de faltar de la verdad, pillándole en una falta tan grave como haber incurrido en algún error de argot.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por esta reseña pero, sobre todo, por mantener este blog, profundo e intenso.

    Pilar
    (www.lacalledelavida.wordpress.com,
    su blog está entre mis enlaces)

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