miércoles, enero 05, 2011

Lo inolvidable, Eduardo Berti

Páginas de Espuma, Madrid, 2010. 128 pp. 14 €

Miguel Baquero

Los cuentos que componen este volumen parecen tener un denominador común: la preocupación por la expresión, en sus diversas formas. Desde el primer cuento, en que un alumno llega al colegio con la intención, y la ilusión, de ser introducido en ese maravilloso mundo de las letras que contempla con envidia, hasta la mujer que se encierra en su casa decidida a leer, diariamente y sin saltarse ni un artículo, cuanto periódico se publique en su ciudad, pasando por el músico que, repentinamente, pierde la memoria de la música, o los trabajadores en una cantera que esperan la llegada del correo y entretanto trafican con las cartas que cada uno recibe, los once cuentos que componen Lo inolvidable tratan sobre la manera en que nos definimos, bien a través del papel, de la música, del cine… o de la simple observación que se hace de nosotros. Cómo nuestra naturaleza depende en gran medida del modo en que nos perciben los demás y cómo estamos condicionados y hasta determinados por el otro, el que nos observa, el que nos lee, el que nos escucha, para el que actuamos… el que está al otro lado de la expresión. No existe una naturaleza solitaria; incluso el personaje que, en uno de los cuentos, queda ciego se halla preocupado, antes que cualquier otra cosa, por cómo ven sus ojos los demás, si azules o negros, como él los ve por dentro.
Autor de varios libros de cuentos y novelas, y finalista de premios como el Fémina o el Herralde, Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) reúne en este volumen de cuentos, Lo inolvidable, una serie de relatos exquisitos, magníficamente narrados y de finales trabajados y redondos. Cuentos que van serpenteando entre lo posible y lo imposible, entre lo mágico y lo cotidiano, confluentes a veces en un mismo relato, como el cuento del músico que, de pronto, olvida todo lo referente a su música, o la dentadura en un vaso sobre la mesilla de noche que, también de repente, comienza con una serie de recitaciones. Lo mágico, lo irreal se introduce de repente, a veces se siente lejos, a veces se queda en puertas, aunque se le abran todas (como en el cuento, arriba citado, de la mujer que decide leerse cada día todos los periódicos de su ciudad), otras irrumpe cuando menos se lo espera (como en el cuento “Fantasmas”), pero en todos los casos lo fantástico parece acechar al doblar de cada página.
El resultado es una serie de cuentos, algunos, como anuncia el título, inolvidables, que en varias ocasiones nos removerán en nuestro asiento y que nos muestran la expresión madura y muy literaria de un excepcional escritor a seguir.

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