Julio Cortazar. Libros del Zorro Rojo, Barcelona, 2009. 423 pp. 32,90 €
Marta Sanuy
El 19 de enero de 2010 no aparecieron en su tumba las tres rosas y la media botella de coñac que, desde mediados del siglo pasado, dejaba allí quien firmaba el que brinda por Poe: Se cumplen doscientos años de su nacimiento pero se pueden seguir añadiendo datos y misterios a su historia.
Una de las preguntas qué más nos interesan es: ¿Qué es lo que hace que una obra sobreviva al paso del tiempo? A Edgar Allan Poe es a quien más veces se la hemos formulado, y con motivos.
La respuesta es prolija y claro, complicada, pero existe. Para empezar, Poe es un autor que piensa en el lector y en el efecto que sobre el lector tiene cada palabra, nunca fue un ingenuo, basta leer La Filosofía de la composición o las reflexiones literarias que aparecen en algunos de sus cuentos para comprobar que su concepción de la escritura era casi matemática. Además, Poe no ha olvidado las armas del narrador, sus personajes son planos, no tienen dimensión psicológica, solamente son los sujetos de lo que acontece, dice Julio Cortazar en el prólogo que recoge esta edición y, precisamente, esa es una de las características que, según Walter Benjamin, distingue al narrador del novelista. El narrador, sobre todo el narrador oral, no necesita explicar a quién le sucede, acerca el protagonismo al que escucha o al que lee gracias a la ausencia de pormenores, lo importante es la historia.
También se debe la inmortalidad de la obra de Poe a los temas que elige; aborda sin prolegómenos las preocupaciones fundamentales del ser humano, esas preocupaciones son sus motores creativos y los verdaderos protagonistas de sus historias. Su obra perdura porque fue capaz de resumir y simbolizar nuestras pulsiones básicas con precisión, y fue como si las volviera a fundar: la nueva codificación de los miedos esenciales que inventarió en sus relatos resulta ya indiscernible de los miedos mismos. Además del tema de la muerte, aparecen en el centro de su obra la potencia del misterio, del amor y la locura: ¡qué habilidad y que osadía hacer que un enfermo mental narre los detalles de su enfermedad asumiéndola como tal, que haga lo más incompatible con la patología que padece!
Poco nuevo se puede decir de un clásico de estas dimensiones, reinventó la novela gótica, inventó el cuento policíaco, abrió importantes senderos de análisis literario y, sobre todo: no hay nadie sobre quien no haya influido. Es de esos autores a los que no hace falta haber leído para que nos hayan afectado, su influencia no conoce límites de género ni épocas, sobre Poe hay música, obras de teatro, películas, cómics, óperas, él llega a nuestras vidas, siempre y por muchos caminos.
Dicen que las pesadillas tienen una función: familiarizarnos con límites de dolor psíquico. Los cuentos de Allan Poe, lo dice Fernando Savater, son homeopáticos, una vacuna contra el terror cuyos efectos han sido comprobados por todos, generación tras generación. Esta edición de Libros del Zorro Rojo, con el prólogo y la traducción de Julio Cortazar y las estupendas ilustraciones de Harry Clarke es una elección acertada para volver a vacunarse.
Marta Sanuy
El 19 de enero de 2010 no aparecieron en su tumba las tres rosas y la media botella de coñac que, desde mediados del siglo pasado, dejaba allí quien firmaba el que brinda por Poe: Se cumplen doscientos años de su nacimiento pero se pueden seguir añadiendo datos y misterios a su historia.
Una de las preguntas qué más nos interesan es: ¿Qué es lo que hace que una obra sobreviva al paso del tiempo? A Edgar Allan Poe es a quien más veces se la hemos formulado, y con motivos.
La respuesta es prolija y claro, complicada, pero existe. Para empezar, Poe es un autor que piensa en el lector y en el efecto que sobre el lector tiene cada palabra, nunca fue un ingenuo, basta leer La Filosofía de la composición o las reflexiones literarias que aparecen en algunos de sus cuentos para comprobar que su concepción de la escritura era casi matemática. Además, Poe no ha olvidado las armas del narrador, sus personajes son planos, no tienen dimensión psicológica, solamente son los sujetos de lo que acontece, dice Julio Cortazar en el prólogo que recoge esta edición y, precisamente, esa es una de las características que, según Walter Benjamin, distingue al narrador del novelista. El narrador, sobre todo el narrador oral, no necesita explicar a quién le sucede, acerca el protagonismo al que escucha o al que lee gracias a la ausencia de pormenores, lo importante es la historia.
También se debe la inmortalidad de la obra de Poe a los temas que elige; aborda sin prolegómenos las preocupaciones fundamentales del ser humano, esas preocupaciones son sus motores creativos y los verdaderos protagonistas de sus historias. Su obra perdura porque fue capaz de resumir y simbolizar nuestras pulsiones básicas con precisión, y fue como si las volviera a fundar: la nueva codificación de los miedos esenciales que inventarió en sus relatos resulta ya indiscernible de los miedos mismos. Además del tema de la muerte, aparecen en el centro de su obra la potencia del misterio, del amor y la locura: ¡qué habilidad y que osadía hacer que un enfermo mental narre los detalles de su enfermedad asumiéndola como tal, que haga lo más incompatible con la patología que padece!
Poco nuevo se puede decir de un clásico de estas dimensiones, reinventó la novela gótica, inventó el cuento policíaco, abrió importantes senderos de análisis literario y, sobre todo: no hay nadie sobre quien no haya influido. Es de esos autores a los que no hace falta haber leído para que nos hayan afectado, su influencia no conoce límites de género ni épocas, sobre Poe hay música, obras de teatro, películas, cómics, óperas, él llega a nuestras vidas, siempre y por muchos caminos.
Dicen que las pesadillas tienen una función: familiarizarnos con límites de dolor psíquico. Los cuentos de Allan Poe, lo dice Fernando Savater, son homeopáticos, una vacuna contra el terror cuyos efectos han sido comprobados por todos, generación tras generación. Esta edición de Libros del Zorro Rojo, con el prólogo y la traducción de Julio Cortazar y las estupendas ilustraciones de Harry Clarke es una elección acertada para volver a vacunarse.
No puedo más que estar de acuerdo. Poe es un grande. Es más que un clásico. Porque se mete por los resquicios de todas las artes. Te lo encuentras en cualquier parte. Un saludo.
ResponderEliminarAlgo vistos, leído y releído, no es malo recordárselo a los novicios.
ResponderEliminarCierto, fué un precursor de la aplicación de la lógica y la matemática al mundo de la literatura, adelantándose al mismísimo Lewis Carroll. Creador del género policiaco en el que deja entrever su mentalidad periodística. Enorabuena, el comentario me parece muy certero.
ResponderEliminarEn principio me atrae él, su bohemia, su malditismo, su sensibilidad o mala suerte inicial, aunque lo que nos ha legado, y eso que creo en todos los mundos dentro de éste, es uno de los potenciales más rico en la obsesión de escribir.
ResponderEliminar