Trad. Benito Gómez Ibáñez. Anagrama, Barcelona, 2009. 288 pp. 18 €
Guillermo Roz
Le comentaba un periodista a Auster que la llegada de uno de sus libros a Europa, tiene la rara atracción que despierta el estreno de una película de Woody Allen. Cuando sabemos que estará en las librerías del viejo continente, nos decimos que aparece un libro de uno de los nuestros. Esta especie de glamour de americano- europeo ha hecho de las ediciones de Paul Auster verdaderos acontecimientos editoriales, y en este caso se merece realmente ese título, luego de algunos críticas ─algunas tan resonantes como las del mismo The New York Times─ que encumbran a Invisible como el mejor libro de su carrera.
El autor de El libro de las ilusiones o La noche del oráculo tenderá puentes autobiográficos con esta novela. Adama Walker es un joven y ambicioso poeta, estudiante de literatura en la Universidad de Columbia, en 1967. Igual que el propio autor. Es un muchacho atractivo, has pasado apenas los veinte años y está en contra de la guerra de Vietnam. En medio de un evento organizado por los estudiantes, conocerá a una pareja de franceses. Él es Rudolf Born, quien a le recuerda un personaje de la divina comedia. Ella es una mujer sensual y bella. Los dos tienen en sus movimientos algo de recelo y de atracción que llevan la lectura hacia el terreno de lo sugerente.
Pronto ese encuentro hará que todo se empiece a contar a través de la relación que entablan los tres. Un juego de seducción y de repulsión extraño y terrible.
Born es un profesor invitado en la Universidad de Columbia y le propone a Walker que dirija una revista literaria que él financiará. Aunque el estudiante que es muy perspicaz y que ha empezado a sospechar que esa amistad puede acarrearle desventuras y malicias, algo lo lleva a aceptar la propuesta. Margot, la novia de Born, será el disparador de otras tentaciones, cuando el profesor se haya vuelto a Paris y quede entregada.
Este reciente Príncipe de Asturias, dispondrá en la nueva redacción de este libro, del encuentro de un gran juego de voces (el libro es finalmente la complementación de tres narradores. También habrá un antiguo compañero, ahora escritor, que compondrá una novela con esta historia), y de un conjunto de personajes diseñados a la altura de la poética austeriana. Todos hablan y hacen desde los recovecos de la culpa, de la indecisión, de la imposibilidad de dibujarse como personajes puros sino teñidos de historias propias que los sumen en desesperaciones parciales. Las psicologías que Auster construye en Invisible, quizás el mayor acierto del libro, son hijas de resentimientos y abandonos, jorobas del pasado de imposible extracción, personas a los que su episodios juveniles han determinado con una cruz difícil de borrar.
En este libro, uno de los más complejos y más “inteligentes” (es también un thriller: con sexo y tiros incluidos), de la obra de Paul Auster, pueden leerse varias historias bajo la misma lupa: la de la desconfianza, la de la sospecha, la de lo aparente y la de lo real. Invisible es un juego de espejos refinado, en el que hay que estar muy atento a los detalles, a lo que se calla más que a lo que se dice, para entender por cuál de los rincones secretos, saltará la perdiz.
Guillermo Roz
Le comentaba un periodista a Auster que la llegada de uno de sus libros a Europa, tiene la rara atracción que despierta el estreno de una película de Woody Allen. Cuando sabemos que estará en las librerías del viejo continente, nos decimos que aparece un libro de uno de los nuestros. Esta especie de glamour de americano- europeo ha hecho de las ediciones de Paul Auster verdaderos acontecimientos editoriales, y en este caso se merece realmente ese título, luego de algunos críticas ─algunas tan resonantes como las del mismo The New York Times─ que encumbran a Invisible como el mejor libro de su carrera.
El autor de El libro de las ilusiones o La noche del oráculo tenderá puentes autobiográficos con esta novela. Adama Walker es un joven y ambicioso poeta, estudiante de literatura en la Universidad de Columbia, en 1967. Igual que el propio autor. Es un muchacho atractivo, has pasado apenas los veinte años y está en contra de la guerra de Vietnam. En medio de un evento organizado por los estudiantes, conocerá a una pareja de franceses. Él es Rudolf Born, quien a le recuerda un personaje de la divina comedia. Ella es una mujer sensual y bella. Los dos tienen en sus movimientos algo de recelo y de atracción que llevan la lectura hacia el terreno de lo sugerente.
Pronto ese encuentro hará que todo se empiece a contar a través de la relación que entablan los tres. Un juego de seducción y de repulsión extraño y terrible.
Born es un profesor invitado en la Universidad de Columbia y le propone a Walker que dirija una revista literaria que él financiará. Aunque el estudiante que es muy perspicaz y que ha empezado a sospechar que esa amistad puede acarrearle desventuras y malicias, algo lo lleva a aceptar la propuesta. Margot, la novia de Born, será el disparador de otras tentaciones, cuando el profesor se haya vuelto a Paris y quede entregada.
Este reciente Príncipe de Asturias, dispondrá en la nueva redacción de este libro, del encuentro de un gran juego de voces (el libro es finalmente la complementación de tres narradores. También habrá un antiguo compañero, ahora escritor, que compondrá una novela con esta historia), y de un conjunto de personajes diseñados a la altura de la poética austeriana. Todos hablan y hacen desde los recovecos de la culpa, de la indecisión, de la imposibilidad de dibujarse como personajes puros sino teñidos de historias propias que los sumen en desesperaciones parciales. Las psicologías que Auster construye en Invisible, quizás el mayor acierto del libro, son hijas de resentimientos y abandonos, jorobas del pasado de imposible extracción, personas a los que su episodios juveniles han determinado con una cruz difícil de borrar.
En este libro, uno de los más complejos y más “inteligentes” (es también un thriller: con sexo y tiros incluidos), de la obra de Paul Auster, pueden leerse varias historias bajo la misma lupa: la de la desconfianza, la de la sospecha, la de lo aparente y la de lo real. Invisible es un juego de espejos refinado, en el que hay que estar muy atento a los detalles, a lo que se calla más que a lo que se dice, para entender por cuál de los rincones secretos, saltará la perdiz.
Sin considerarme muy austeriano, es bueno de verdad.
ResponderEliminarSiendo austeriano decepcionado tras sus últimos trabajos, éste me ha reconciliado con uno de mis autores preferidos. Una gozada de libro. Léanlo, disfruten.
ResponderEliminarPues yo me he quedado a medias. Creo que no he acabado de entender lo que quería proponer Auster, especialmente con todo el lío entre Adam y su hermana.
ResponderEliminarAún así, es cierto que el libro se lee con ganas.
Es el primer libro de Paul Auster que cae en mis manos, no puedo opinar de los demás, pero este me ha dejado admirada, por su exquisita narrativa, por la combinación de varios narradores, por su historia controvertida. Lo encuentro muy recomendable
ResponderEliminarEl planteamiento, la premisa de la novela es muy buena -nada nuevo tratándose de Auster- pero se desinfla a medio camino. Para mí es un libro que no lleva a ninguna parte aunque se lee muy bien. Si tuviera que elegir, optaría por obras de su primera etapa: La música del azar, Leviathan o El palacio de la luna. Lo considero un libro menor en su trayectoria, aunque no por ello carente de interés.
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