Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009. 1020 pp. 35 €
Martí Sales
A veces un libro te da algo. A veces te lo devuelve. No existen paliativos a la tremenda pérdida que representa la ausencia de Francisco Casavella para quien lo conocimos o para quien lo leyeron a fondo y con todas las consecuencias. Sin embargo, mil páginas de la integral de todos sus artículos escritos desde 1984 hasta 2008 son una gran, inmensa alegría. Por dos razones: la primera, porque en este Elevación, elegancia y entusiasmo (frase que aparece en el libreto interior de la obra maestra de John Coltrane, A love supreme, y que fue escrita por Thomas Mann en su Doctor Faustus) encontramos una elevada cantidad del cerebro elegante y entusiasta de Francis, su filias y sus fobias, su memoria desmedida y ningún personaje de ficción salvo él en persona. Y la segunda, es que a parte de las chanzas y enseñanzas, este libro nos devuelve su voz, su hablar de historia, libros, discos y trifulcas siempre con aquel humor ácido tan suyo, con aquella gracia hilvanadora de gran conversador –del gran narrador ya teníamos toda su obra–, una gracia de conversador nato, todoterreno, al que no se le escapaba nada.
Qué bálsamo y qué agarradero representa para muchos este libro tan a tiempo y tan bien concebido: los bloques temáticos que lo componen, su despegue poderosísimo –y dramático por clarividente–, el propio orden de artículos, ¡este índice onomástico brutal!, la labor arqueológica de rastreo de textos y el amor evidente con el que se ha editado, que se nota de portada a contraportada y en cada una de sus mil y nueve páginas. Elevación, elegancia y entusiasmo es un libro para subrayar, plagado de frases memorables, sentencias nada sentenciosas llenas de sabiduría sin impostar, ácratas y directas como él. Y el empuje de su visión es contagioso. Un ejemplo: como en las primeras páginas del libro habla muy elogiosamente de Saul Bellow, yo, que no lo había catado, ni corto ni perezoso me acerco cual estudiante de bachillerato a por sus libros de texto a la librería más cercana para hacerme con alguna de sus obras. Al cabo de un par de días charlo de Bellow con un amiga y me dice que ella también lo ha empezado a leer a raíz de la reciente aparición de la integral de los artículos casavellianos. Si la fe mueve montañas, la pasión mueve la gente. Para mi, Elevación, elegancia y entusiasmo es la pasión según Francisco Casavella. Es como el I-Ching –ábrelo por donde quieras y empieza a leer–, o la Biblia –porque está todo, todito, todo, desde Sergio y Estíbaliz hasta Ingmar Bergman, pasando por Sciascia, Chic, Scorsese, El Pescaílla, Derrida, Machín, Pynchon, Prince Buster, Cervantes, Napoleón, Los Soprano o Héctor Lavoe; todo juega, todo suma, están todas las conexiones ocultas que sólo él conocía. Elevación, elegancia y entusiasmo es, en definitiva, la manera de seguir charlando con Francis, este escritor mitómano y entusiasta, vividor y autodidacta, sabio e independiente cuya sed permanece y se distribuye por las librerías.
Martí Sales
A veces un libro te da algo. A veces te lo devuelve. No existen paliativos a la tremenda pérdida que representa la ausencia de Francisco Casavella para quien lo conocimos o para quien lo leyeron a fondo y con todas las consecuencias. Sin embargo, mil páginas de la integral de todos sus artículos escritos desde 1984 hasta 2008 son una gran, inmensa alegría. Por dos razones: la primera, porque en este Elevación, elegancia y entusiasmo (frase que aparece en el libreto interior de la obra maestra de John Coltrane, A love supreme, y que fue escrita por Thomas Mann en su Doctor Faustus) encontramos una elevada cantidad del cerebro elegante y entusiasta de Francis, su filias y sus fobias, su memoria desmedida y ningún personaje de ficción salvo él en persona. Y la segunda, es que a parte de las chanzas y enseñanzas, este libro nos devuelve su voz, su hablar de historia, libros, discos y trifulcas siempre con aquel humor ácido tan suyo, con aquella gracia hilvanadora de gran conversador –del gran narrador ya teníamos toda su obra–, una gracia de conversador nato, todoterreno, al que no se le escapaba nada.
Qué bálsamo y qué agarradero representa para muchos este libro tan a tiempo y tan bien concebido: los bloques temáticos que lo componen, su despegue poderosísimo –y dramático por clarividente–, el propio orden de artículos, ¡este índice onomástico brutal!, la labor arqueológica de rastreo de textos y el amor evidente con el que se ha editado, que se nota de portada a contraportada y en cada una de sus mil y nueve páginas. Elevación, elegancia y entusiasmo es un libro para subrayar, plagado de frases memorables, sentencias nada sentenciosas llenas de sabiduría sin impostar, ácratas y directas como él. Y el empuje de su visión es contagioso. Un ejemplo: como en las primeras páginas del libro habla muy elogiosamente de Saul Bellow, yo, que no lo había catado, ni corto ni perezoso me acerco cual estudiante de bachillerato a por sus libros de texto a la librería más cercana para hacerme con alguna de sus obras. Al cabo de un par de días charlo de Bellow con un amiga y me dice que ella también lo ha empezado a leer a raíz de la reciente aparición de la integral de los artículos casavellianos. Si la fe mueve montañas, la pasión mueve la gente. Para mi, Elevación, elegancia y entusiasmo es la pasión según Francisco Casavella. Es como el I-Ching –ábrelo por donde quieras y empieza a leer–, o la Biblia –porque está todo, todito, todo, desde Sergio y Estíbaliz hasta Ingmar Bergman, pasando por Sciascia, Chic, Scorsese, El Pescaílla, Derrida, Machín, Pynchon, Prince Buster, Cervantes, Napoleón, Los Soprano o Héctor Lavoe; todo juega, todo suma, están todas las conexiones ocultas que sólo él conocía. Elevación, elegancia y entusiasmo es, en definitiva, la manera de seguir charlando con Francis, este escritor mitómano y entusiasta, vividor y autodidacta, sabio e independiente cuya sed permanece y se distribuye por las librerías.
Creo que es la publicacion mas necesaria de este año. Creo que estaba a llamado a ser el autor más importante de este país.Hoy voy corriendo a comprarmelo
ResponderEliminarLeyendo tu entusiasmo, dan ganas de leerlo sin demora.
ResponderEliminarNo he leido nada de este autor, pero casi todo de Bellow, y si él habla bien de Bellow, doy por hecho que me gustará.