martes, agosto 18, 2009

Aurora boreal. Åsa Larsson

Trad. Mayte Giménez y Pontus Sánchez. Seix-Barral, Barcelona, 2009. 300 pp. 18,50 €

Pedro M. Domene

Los países del Norte están de moda, su literatura inunda nuestras librerías, nos llega una narrativa que mezcla el relato policíaco y de intriga, e incluye brutales crímenes y asesinatos. Pero son historias diferentes, con paisajes idílicos donde hace mucho frío y la nieve se cubre de sangre. La saga Milenium, de Stieg Larsson ha provocado una inusitada fiebre lectora que ha llevado a su trilogía a permanecer durante bastantes semanas en las listas de los libros más vendidos. Sin duda, habrá elevado el porcentaje de lectores en un país donde los hábitos de lectura oscilan entre el 50 y el 52%. Habrá que revisar, por consiguiente, esos datos tras el verano. Y lo mejor de todo, otros autores se han ido sumando al fenómeno, otras editoriales han apostado por obras que plantean situaciones de intriga semejantes, algo que por otra parte no es ninguna novedad porque en la historia literaria están los nombres universales de no pocos cultivadores de novela negra. Tusquets apostó hace años por un desconocido Henning Mankell cuya obra ha sido, prácticamente en su totalidad, publicada por la editorial barcelonesa, y suma y sigue la lista, en las librerías españolas con los nombres de Jo Nesbo, Karin Fossum, Anne Holt, Camila Läckberg o Jean Lapidus, entre otros suecos, finlandeses, daneses, noruegos, incluso islandeses. La editorial catalana Seix-Barral arriesga con Åsa Larsson que publicaba en su país, Suecia, Aurora boreal (2003), una novela por la que le concedieron el Premio de la Asociación de Escritores Suecos de Novela Negra a la Mejor Primera Novela, y que fue llevada al cine con el título de Solstorm (2007), dirigida por Leif Lindblom; en nuestro va por la 6ª reimpresión desde su aparición en el mes de mayo.
Aurora boreal es una novela de intriga con crimen incluido, pero a medida que se avanza en ella el lector percibe muy pronto que a la autora le importan más el entorno, las circunstancias y las motivaciones de un brutal asesinato, incluso el carácter de toda una singular galería de personajes, que la propia historia para desvelar el horrendo crimen en sí. No obstante, se trata de una investigación policial como aparece al comienzo del libro, en su sentido más clásico, se siguen unas primeras pistas, y posteriormente se incorpora el personaje más carismático del relato, la abogada Rebecka Martinsson, reconocida jurista en un bufete de Estocolmo, que regresa a su ciudad natal, Kiruna, requerida por la hermana de la víctima para colaborar en la investigación sobre el crimen de su hermano Viktor Strandgärd. Ambientada en el norte de Suecia, todo cuanto allí ocurre ofrece la temperatura y la ambientación más nórdica: es el mes de febrero y casi siempre de noche, con un clima durísimo que impone una nieve permanente, las casas están muy alejadas unas de otras, las distancias son muy largas, y sus habitantes tan poco comunicativos que la narradora los convertirá en personajes con muchas dificultades para expresar sus sentimientos, motivados quizá por su aislamiento, por su condición social de divorciados y de escépticos, quizá porque casi todos parecen ocultar un secreto de su pasado. Y mucho de todo eso esconde el grupo religioso más carismático de la localidad, ubicado en la Iglesia de Cristal, lugar donde uno de sus líderes ha sido asesinado y su hermana resulta la principal sospechosa, aunque en torno al hecho y las circunstancias todos se encierran en un mutismo que para nada ayuda en la investigación. La novela se convierte así, en un excelente ensayo sobre el silencio y, tal vez, con esos abundantes silencios, los de la congregación, los vecinos y amigos, e incluso los de la hermana y de los padres de la víctima, la autora nos hace que sospechemos de cualquiera de los personajes que van apareciendo en su relato; y al mismo tiempo que esboza una peculiar trama, traza, además, el retrato sociológico de un país desconocido para el lector mediterráneo que, enseguida, sospecha que allí todo es diferente, aunque posible como en el resto del hemisferio Sur. Un profundo misticismo recorre toda la historia, salpicada de citas bíblicas, cánticos en alabanza del Señor y apoteosis varias en un país donde el luteranismo se impone en gran parte del territorio, aunque coexisten numerosas iglesias protestantes donde la asistencia a los servicios es muy numerosa: en la historia tres pastores y un consejo de ancianos, de una evidente imaginaria secta, dominan a sus fieles con un puritanismo sofocante, aunque paralelamente esconden oscuras transacciones económicas importantes, y se incluyen abusos sexuales y están manchados de sangre, pero muy pronto se verán amenazados con la presencia de la joven abogada, que actúa en complicidad con uno de los personajes más agradables de la novela, la inspectora Anna-María Mella, peculiar por lenguaje y no menos por sus averiguaciones, y sobre todo por su avanzado estado de gestación y su alumbramiento próximo, como así ocurre al final de la novela.
El ritmo que Åsa Larsson otorga a Aurora boreal es adecuado, fluye la acción en cada página, pese a la frialdad de la ambientación, los diálogos son excelentes, calculados e inteligentes, hecho que nos permite seguir leyendo sin que en ningún momento pensemos que la historia, pese a disquisiciones y demoras de la propia investigación, pueda hacernos desfallecer en algún momento de su lectura.

1 comentario:

  1. Lamento disentir de la opinión de nuestro crítico. Para mí la novela es un perfecto fiasco: con pretensiones de profundidad (¡ensayo sobre el silencio!), los personajes carecen de atractivo del primero al último, y nada te permite sumergirte en el frío ambiente que se describe. Por ejemplo, nada explica por qué la buena Rebeca acude al llamado de su ¿amiga? y creemos que el padre de Sanna es lo que es porque la escritora lo dice, no porque lo muestre. No llega ni siquiera a la altura de Camilla Lackberg (lo que ya es decir bien poco). ¡En fin! ... Será que las sectas religiosas carecen de interés para mí. Pero no voy a darle una segunda oportunidad a la aburridíiiiiiisima Asa.

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