martes, mayo 19, 2009

Historias de la Alcarama, Abel Hernández

Gadir, Madrid, 2008. 240 pp. 18 €

Julián Díez

Las Tierras Altas de Soria son la comarca menos poblada de Europa, con dos habitantes por kilómetro cuadrado, una densidad similar a la del desierto del Sahara. Buena parte de ese dato es causado por la mayor superficie despoblada de España, conocida como la Alcarama. Una extensión de casi 50 kilómetros de punta a punta en los que no vive absolutamente nadie, y en la que se suceden una docena de pueblos que fueron abandonados cuando, en los sesenta, un estrafalario plan forestal repobló de pinos toda la zona y dejó a la población sin su medio de vida, una agricultura de subsistencia.
Suena a proyecto estalinista, faraónico y absurdo, pero ocurrió aquí hace menos de cuarenta años. Se pudo llevar a cabo, y dejar a cientos o miles de personas sin hogar, porque se hizo en Castilla, en la olvidada Soria, en una región sin voz y permanentemente denigrada, habituada al malvivir y a la humillación, que ha visto incluso como sus señas de identidad han sido hasta hoy denigradas al apropiarse de ellas reaccionarios locales y foráneos con ínfulas totalitarias. Cuando hay tanto de belleza y de amor por la libertad en el alma de Castilla…
El periodista Abel Hernández, figura respetada en la prensa de hace unas décadas, nació en uno de esos pueblos perdidos y creció en otro. Este es un libro singular de memorias, estructurado en capítulos breves que reconstruye a través de episodios concretos –la matanza, la visita de los recaudadores, las noches de invierno de mujeres charlando en torno al brasero- un mundo desaparecido, hoy remoto, pero en absoluto lejano, al que jamás llegó las instalaciones para el agua corriente o la electricidad, ni el asfalto o el alcantarillado, y que sigue abandonado en ese estado hasta hoy.
Sin eludir historias que en otras manos podrían sonar a tópico, con la vivencia pura narrada con veracidad como herramienta, Hernández presenta la trágica circunstancia de su niñez –muertes en la guerra, hambre, embrutecimiento, friuras terribles- bajo el prisma descubridor e ilusionado del chaval que fue, el primero que llegaría a obtener un título universitario en la historia de su pueblo, y con el que el autor se reencuentra ya cumplidos los setenta.
El libro se devora jalonado de leyendas, anécdotas magníficas –memorable la del nonagenario cuyas últimas palabras fueron “me cago en mi vida, me cago en el mundo, tener que morirme ahora cuando hay tantos adelantos”-, detalladas memorias de privaciones y pequeños recuerdos personales teñidos de autenticidad.
Creo que casi ningún lector que llegue a dar una oportunidad a Historias de la Alcarama dejará de pensar en hacer una visita a esa comarca en la que el tiempo se detuvo. Así que, egoístamente, tal vez prefiero desearle a este libro una escasa repercusión, para que la soledad siga siendo dueña absoluta de ese paraje único.

1 comentario:

  1. Decir que un pueblo como Sarnago está abandonado es muy poético pero no se ajusta en su totalidad a la verdad. Desde la Asociación amigos de Sarnago (www.sarnago.com)llevamos 30 años luchando y haciendo cosas en el pueblo para que este apelativo, de abandonado, no entre en nuestro dccionario. Arreglo de viviendas, construción de viviendas nuevas, arreglo del cementerio, instalación de agua y luz, restauración de la antigua casa consistorial actualmente covertida en casa de cultura con un museo etnógrafico ( envidia de muchos pueblos de la zona y de la provincia)y exposición permanente de fotográfias antiguas, con muchas posibilidades de covertirla en un centro de interpretación y acogida sobre la despoblación . Restauración de fuente pública y lavaderos, recuperación de las fiestas de las Móndidas y Mozo del Ramo,etc...Luchamos por no acabar de morir. Todo esto con muy poca ayuda por parte de las administraciones
    Saludos.
    José Mª Carrascosa

    ResponderEliminar