Carmen Fernández Etreros
El Informe Brodeck no es una novela más sobre las consecuencias terribles de la Segunda Guerra Mundial. No, quizás la guerra sea el pretexto que utiliza el escritor francés para intentar explicar o contestarse a sí mismo sobre cuáles son esos extraños mecanismos de la naturaleza humana que logran que los hombres podamos tener ante situaciones limite actitudes impensables, crueles, vergonzosas o cobardes.
Para ello el escritor francés Phillippe Claudel (Nancy, 1962) sitúa el argumento de El Informe Brodeck en un pequeño pueblo perdido en las montañas, en el que un año después del final de la guerra sucede un acontecimiento inesperado: el único extranjero del lugar, a quien llaman Der Anderer, —el Otro, en alemán—, ha sido asesinado en la fonda del pueblo y todos los hombres de la localidad callan sobre el crimen.
El protagonista de la novela es Brodeck, un joven que llegó al pueblo de niño montado en una carreta protegido por una viejecita, Fédorine, y que una noche por casualidad acude a la fonda Schloss por un poco de mantequilla para su hija Poupchette. Brodeck se encuentra con un panorama inesperado al abrir la puerta: El Anderer ha sido asesinado y han quemado todo lo que le pertenecía. Todos los hombres del pueblo están allí, todos menos Brodeck. El sorprendido joven recibe el encargo del alcalde de redactar un informe sobre lo sucedido «para que quienes lo lean puedan comprender y perdonar». Brodeck es el único habitante del pueblo que en ese momento tiene estudios y puede redactar el informe.
Brodeck desde ese día se encerrará todas las noches en el cobertizo a escribir su informe pero al intentarlo se encontrara escribiendo su propia historia, su desconocida infancia, sus recuerdos de esa lengua que nadie conoce, su llegada al pueblo con Fédorine, su breve paso por la Universidad, su encuentro con su bella mujer Emélia, los extraños acontecimientos que le llevaron a un campo de concentración y cómo logró escapar. «Mi nombre estaba en el monumento a los caídos, pero como volví, Baerensbourg, el marmolista, lo borró. Le costó lo suyo. Eliminar lo grabado en piedra es peliagudo. Así que todavía logro leer mi nombre de pila en el monumento. A mí me hace sonreír pero a Emélia le produce escalofríos,...», (pág. 30).
Los lectores nos vamos dando cuenta por las pausadas palabras de Brodeck de que nos encontramos ante un superviviente, un extranjero en el propio pueblo que le acogió en su infancia sin reparo alguno, que le educó y le ayudó a salir adelante. Su lenguaje aséptico, y en ocasiones ingenuo, nos sitúa ante un hombre que ha llegado al límite. Nos damos cuenta de los silencios de Brodeck, lo que quiere callar, pero también de los silencios de los habitantes del pueblo ante esa muerte anunciada.
«Habría ocurrido de otra manera pero habría ocurrido algo. Se teme a quien calla, a quien no dice nada. A quien mira y no habla. ¿Cómo saber qué piensa quien permanece mudo?». (pág.226)
Se podría decir que es una novela construida sobre el engranaje de una palabra: el silencio. El informe Brodeck se enfrenta a esos momentos en que los hombres callamos y preferimos dar la vuelta a reaccionar. A esos momentos en los que el miedo en vez de conducir al heroísmo, nos lleva a no ayudar al vecino o al que sufre injustamente. Y Brodeck también cuenta en su relato esos momentos en los que él se ha comportado también como un hombre gris que calla y vuelve la cabeza y sólo intenta sobrevivir: «El campo me había enseñado esta paradoja: por muy grande que sea un hombre, nunca está a la altura de si mismo. Es una imposibilidad inherente a su naturaleza», (pág. 202).
En El Informe Brodeck, galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens 2007, como ya hiciese Claudel en Las almas grises (Salamandra, 2005) Claudel construye gracias una poderosa voz narrativa una fábula sobre el alma humana, sobre lo que somos capaces de callar ante el miedo y la soledad. Pese a ello El Informe Brodeck no es una novela pesimista sino que deja la puerta abierta gracias al relato de su protagonista a la esperanza, a la vida y al amor.
Estupenda entrada. Tengo pendiente de lectura cuyo argumento me pareció todo un hallazgo lleno de posibilidades que, por lo que cuentas, no decepciona.
ResponderEliminarSaludos.
“El informe de Brodeck” es una novela espléndida. Muy recomendable. Un vocabulario afilado, muy preciso y autorizado; y un texto repleto de imágenes contundentes -las del campo de concentración son, sin duda, las más espléndidas: cuando es encerrado con los perros y obligado a vivir como ellos y su voluntad, desde el principio, se pliega a los deseos de sus captores. Le vemos pasarse el día tumbado junto a los otros perros, rebozarse entre sus heces y compartir la misma escudilla que ellos. O la imagen de esa bella mujer que vive en el campo de concentración y amamanta un bebé y al tiempo ordena el inicio de los ahorcamientos-. Son solo dos de las muchas. La ambientación resulta precisa, absorbente y el subtexto se lee a la par. Quizá, el único pero, son los constantes saltos temporales (a la infancia, al campo, a su llegada al pueblo) que a veces obligan a algunos capítulos a una deriva con respecto a su intencionalidad inicial.
ResponderEliminarY aunque Claudel nos cuenta la historia de Brodeck (un hombre insignificante llamado a dar testimonio de la barbarie) y pretende que creamos a este pusilánime, lo que en realidad leemos es la metáfora del hombre disidente, una suerte de Pereira en versión de alta montaña.
es una descripcion continua de hechos e imagenes,cuando terminé..me dió pena el haber imajinado con tanto detalle un pueblo..unas gentes etc para terminar y cerrar el libro..
ResponderEliminarEs una novela magnífica cuyo tema principal es el miedo al diferente, al extraño. Miedo que, llegado el momento, dispara los mecanismos del odio. En un caso lleva al grupo -un pueblo de monatña austriaco- a la denuncia del que han acogido durante años para librarse ellos mismos del peligro y en otro, sin amenaza externa esta vez, a asesinar al que ven como un ser diferente, al que no comprenden y del que sospechan nadie sabe bien qué.
ResponderEliminarUna fábula terrible, pero que, a pesar de todo, tiene un atisbo de optimismo. Los hombres son capaces de las mayores bajezas, pero tambien de comprender y olvidar sin odio.
Excelente relato, una metáfora acerca de la discriminación, la tolerancia, el amor, la humanidad esencial.
ResponderEliminarEs una bajada a los onfiernos;a la inconfesada conciencia del individuo habitante del umbrio paraje del miedo
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