miércoles, noviembre 12, 2008

Al–Rihla, Luis Luna

Amargord, Madrid, 2008, 108 pp. 9 €.

Eduardo Fariña Poveda

Al–Rihla (El viaje), es el primer poemario íntegro en castellano de Luis Luna (Madrid, 1975). Su trayectoria se ha desarrollado tanto en castellano como en gallego, publicó una plaqueta Cuaderno del guardabosque (Amargord, 2007) y junto a Óscar Curieses los poemarios Hidroemas e Ignicións, ambos por la editorial Acef. Ha figurado en diversas antologías, entre las que destacan Lévedos. Antoloxia de poesía galega en Madrid y Todo es poesía menos la poesía, 22 poetas desde Madrid. Además ha incursionado en las más diversas instalaciones artísticas y proyectos interdisciplinares, junto a otros creadores como Aleksandra Mir y Carlos de Gredos, espectáculos escénicos junto a diversos colectivos como máquina de Coser y nosomoscomodos producciones. Ha sido invitado a la I bienal de arte contemporáneo Cabo de Gata-níjar (Almería).
Al–Rihla es una propuesta, un proyecto que asume el viaje como una manifestación total del espíritu, capaz de alcanzar un lugar esencial para que todos los conceptos filosóficos, religiosos o políticos se puedan tomar a examen y trazar las claves de la observación, toda comunicación auténtica resiste al tiempo si se indaga la estructura espiritual inmanente que posee cualquier credo religioso. El libro está dividido en 3 partes ( Extramuros, Mensajes en el muro e Intramuros). Con citas de Avempace e Ibn Harabi, Luna nos invita a la mística, al reino de los Sufíes. Este viaje comienza en Siria, y la cita de Avempace nos recuerda que los sufíes designan a los solitarios como extranjeros, aunque residan en sus países, son y serán extranjeros en sus ideas. En todos los textos del libro (70) podemos hacernos eco de este pensamiento. Pensar es viajar y en los encuentros posibles que tengamos en ese trayecto lo importante residirá en la contemplación, como se nos revela en el poema 5: “Me encuentras/ como una piedra/ en tu camino/ No te inquieta mi calma/ te contempla”.
Extramuros
es la parte más grande del libro. En la subsección Zoco toman protagonismo los elementos como el agua y la arena, así la palabra se enfrenta a uno de los retos más cruciales, leemos en el poema 7: “ La palabra esperada/ derrota/ la experiencia/ perfila los matices/ delimita sus sombras". En Mensajes en el muro se centra el dilema existencial mayor, el que se vincula a tener un estado donde la experiencia del viaje quede de alguna forma materializada y pueda abrir un dialogo posterior. El poeta árabe Adonis en su célebre poema El tiempo nos hablaba de un camino que huye por todos los caminos y en donde se pudiera abrazar a la espiga del tiempo. Luna realiza una operación similar, cuando en los muros quien viaja observa su propio comienzo, un muro interior donde será posible el rezo necesario para la trascendencia de un lenguaje poético capaz de abrir camino en todos los caminos, sin necesidad de abrir los ojos. Leemos en el poema 50: “Desde esta perspectiva/ el muro/ no es el lugar/ sino un estado/ nacido en la ceguera". Finalmente en Intramuros, el poeta se reconoce en la memoria, la animalidad posible y necesaria que lo habita y la candidatura que su propio secreto busca. En su propio interior la búsqueda empieza y termina porque es el círculo lo que signa la plenitud de toda la experiencia humana. Y para eso requerimos por antonomasia al lenguaje, lo que el texto 69 nos dice: “Entonces el lenguaje/ las sílabas de la calcinación".
Economizando elementos descriptivos, Al—Rihla de Luis Luna aparece como un poemario interesantísimo dentro del panorama de la poesía joven española. En sus poemas hay posibilidad de narración, pero es la que tiene que ver con los fragmentos, con la posibilidad armónica de construir un discurso, una historia que nos habla de fusionar lo trascendental con la infinita posibilidad del lenguaje y la gramática. Podemos leerlo también como relatos breves en donde se nos cuenta la posible unión de dos eternidades (espíritu y lenguaje) a través de un viaje. Con un estilo depurado, conciso, de enorme competencia reflexiva, Luna no sólo da factura de un trabajo de ser observado con atención. Es probablemente uno de los pocos autores jóvenes en lengua española que asimila con gran destreza y preocupación la poesía en lengua árabe (varios de sus poemas han sido traducidos a esta lengua) sino que además ofrece poemas que son voces posibles en la inmensidad del desierto, voces que no temen a lo que cambia todo para siempre. En una cita de Hofmannstal que viene en el libro, se nos revela muy bien lo anterior: “Quien conoce la fuerza del círculo, ya no teme a la muerte”.

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