viernes, agosto 29, 2008

Mi bruja estrafalaria quiere ser chef, Hiawyn Oram / Sarah Warburton

Trad. Estrella Borrego del Castillo. Beascoa, Barcelona, 2008. 96 pp. 7,95 €

Care Santos

Las aventuras de Horacio Conjurator Maúllez, el atribulado gato de Ágata Maga, la bruja que no quiere serlo, comenzaron para los lectores españoles hace algo más de un año, cuando Beascoa publicó el álbum ilustrado Las cartas de Horacio y su bruja estrafalaria. Las claves de estas historias posteriores se sentaron allí: Ágata es una bruja joven, inquieta y guapa, que no acaba de resignarse a las obligaciones de su trabajo. Horacio es un gato licenciado en acompañamiento de brujas que durante siete años, muy a su pesar, está unido profesionalmente a Ágata, a quien se encargará de hacer entrar en razón una y otra vez. Si en la primera —y deliciosa— entrega de la colección, ilustrada también por la estupenda mano de Sarah Warburton, Ágata se encaprichaba de un príncipe con quien deseaba asistir a un baile, en las nuevas aventuras —esta vez de pequeño formato—, la bruja mostrará sus inquietudes hacia actividades tan diversas como la danza, la canción o la gimnasia. En este cuarto título de la serie, recién aparecido, se convertirá por un día en una reputada chef de cocina que triunfa en televisión, mientras que en las dos próximas entregas, que Beascoa publicará en otoño, sentirá la necesidad de ser trapecista y supermodelo. Todos devaneos que Horacio, el sensato felino, se encargará de atajar con buena mano, utilizando la magia si es menester, como ha hecho en las anteriores ocasiones.
En la primera entrega, el gato desesperado pedía consejo a su tío Serafín —«Socorro. Mi bruja no quiere ser una bruja. No ríe con malicia. No se sube a una escoba ni por equivocación. (...) Se niega a asustar a los niños»—, dando pie así a un relato en forma epistolar, muy bien resuelto en las ilustraciones y enriquecido con diversas pestañas. Ahora, los nuevos libros recurren a la escritura diarística. El gato se desahoga escribiendo un cuaderno donde explica todas y cada una de sus cuitas diarias. A veces, el cansancio le vence, y se duerme en mitad de una frase, pero siempre logra retomar el hilo. Otras, debe interrumpir la explicación de sus aventuras para atender sus compromisos: «Te cuento más en cuanto pueda. Las ranas hambrientas están croando tanto que acabarán despertando a toda Villa Siniestra». Su existencia, en suma, es lo bastante trepidante y alocada para sustentar unas narraciones donde él siempre acaba metido en los líos que le correspondían a su bruja, a quien siempre libra de sanciones, castigos o ridículos. Es cierto que el menor formato resta vistosidad a la parte gráfica, pero el equilibrio entre texto e ilustraciones es mayor ahora. Texto y dibujo trabajan aunados en conseguir el dinamismo y el sentido del humor que forman parte del producto final, multiplicando así las cualidades que se apuntaban en el álbum.
La peripecia de esta cuarta entrega nos sitúa en el mundo de los humanos —«el otro lado» para Horacio, por el que su bruja siente predilección— donde Ágata descubre casualmente que puede ser una estrella televisiva de los fogones. Las Cuatro Arpías en persona están a punto de descubrir sus continuas negligencias, pero Horacio consigue gracias a su astucia y a una tele recién comprada que se distraigan de sus propósitos. Enm resumen, aventuras alocadas, cargadas de sentido del humor, para lectores de siete años en adelante. Y para aquellos que superáiteis esa edad hace tiempo, preparaos: después del éxito internacional de la colección —que ha seducido a muchos lectores en todo el mundo, de Estados Unidos a Japón—, la adaptación a la gran pantalla de la bruja sin vocación ya está en marcha. Sólo es cuestión de tiempo, y sentiréis a Ágata Maga como parte de la familia. Esa misma familia a la que también pertenecen Shrek, Baloo o Wall-E.

1 comentario: