viernes, mayo 30, 2008

Fiebre de guerra, J.G. Ballard

Trad. Javier Fernández y David Cruz. Berenice, Córdoba, 2008. 218 pp. 20 €

Julián Díez

La razón por la que creo que Ballard es uno de los más importantes escritores vivos no es su calidad literaria, que es indudable pero no única. Es por la pertinencia de su obra. Su capacidad, obvia tan pronto se pasa una docena de las páginas de uno de sus libros, de reflejar el signo de nuestros tiempos como nadie más lo ha conseguido.
El hecho de que lo haya logrado en un principio a través de la literatura que mal conocemos como “ciencia ficción” no es sino un excelente testimonio de la versatilidad de las herramientas que puede manejar este género, y que ahora con tanta frecuencia él mismo desdeña. Si hoy Cormac McCarthy, Kazuo Ishiguro o Michael Chabon recurren a su corpus temático no es por motivos caprichosos. Al extrapolar a partir de nuestra realidad de manera verosímil, la ciencia ficción se convierte en la versión contemporánea de la parábola, reforzada por la seriedad de la prospectiva. Y en un tiempo en que los problemas reales se conocen pero mejor se sepultan bajo toneladas de información banal, ese tipo de disección subrayada por el talento de la literatura se convierte en más necesaria que nunca. Aunque sea, por desgracia, tan poco relevante.
Casi desde el arranque de su carrera, Ballard se interesó por historias de un futuro próximo, cada vez más ligadas a nuestro presente; la práctica totalidad de las incluidas en esta antología tienen como escenario nuestro mundo, o como mucho en el de pasado mañana. Entroncan con la línea de novelas que arrancan con la extraordinaria Furia feroz, publicada de manera directa en bolsillo hace un par de años por Planeta, y continúan de forma algo irregular con su obra de los noventa, de la que puede destacarase Milenio negro. Se trata de historias, en resumen, que detectan síntomas del fin de la civilización que conocemos —que no de la raza humana— a partir de hechos triviales, pero significativos. Pinceladas del desastre; síntomas del vacío que muchos sentimos en los momentos en que podemos pararnos a pensar a qué conducirá cuanto nos rodea. Quienes vieran en su momento la adaptación cinematográfica de El club de la lucha pueden hacerse una idea del tipo de preocupaciones de Ballard, maestro incuestionado de la generación de escritores a la que pertenece Chuck Palahniuk, mejor que ellos pero menos conocido en España por el peso que en nuestro entorno tiene el etiquetado de “escritor de género”.
En “Fiebre de guerra”, que da título al volumen, Beirut se ha convertido en un parque temático de quienes necesitan la guerra como medio de vida. En “El desastre aéreo”, un fotógrafo busca a los fallecidos de una catástrofe de aviación y recibe una lección sobre en qué se ha convertido el periodismo. En “El espacio enorme”, el protagonista renuncia a la vida y se sumerge en el espacio interior para llegar a donde no se atrevió el protagonista de la austeriana El palacio de la luna. En “Memorias de la era espacial”, “El objeto del ataque” y “El hombre que caminó sobre la luna”, Ballard desarrolla su peculiar obsesión por transformar al astronauta en heroico paradigma de la soledad y el vacío contemporáneos.
El otro aspecto que destaca en este volumen es el de la experimentación en los formatos. Hay un cuento compuesto por respuestas a un cuestionario que no se incluye. Otro es un índice alfabético. Uno más está compuesto por una serie de informes. Ballard ha trabajado de forma casual con ese tipo de novedades desde hace cuarenta años, que no son caprichos o rarezas, sino puertas abiertas a formas de narrar útiles para historias puntuales.
En suma, un libro malsano, provocador, con cuentos a los que se debe hacer el favor de una lectura discontinua que permita pensar un poquito sobre lo que nos sugieren. Otra obra de un maestro, en suma; esperemos, deseemos, que Minotauro cumpla su anuncio largamente pospuesto —una década ya— de recopilar sus relatos completos como está haciendo con Philip K. Dick. Y si no, ya que Berenice ha tomado con buen pulso el relevo, que recupere otras de sus obras descatalogadas para que nuevos lectores se entreguen a la dolorosa tarea de mirarse reflejados en el espejo profético del niño de El imperio del sol.

4 comentarios:

  1. ¿Podríais incluir el número de ISBN? Me ha gustado mucho la crítica, estoy interesado por el libro, pero temo que, por el nombre de la editorial, no demasiado conocido, me puede resultar difícil encontrarlo. Cuantos más datos tenga para darle a mi librero, mejor. Gracias de antemano

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  2. Hola, Miguel, el número de ISBN de Fiebre de guerra es 978-84-96756-52-6. Para posteriores consultas, aquí tienes la web de la Agencia Española del ISBN.

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  3. ¿Por qué, señor Díez, cada vez que comenta un libro de ciencia ficción parece estar pidiendo disculpas por ello?

    Si la ciencia ficción se justifica por sí sola, por su calidad literaria, su empeño es superfluo.

    Si no tiene calidad suficiente para justificarse, sus intentos se me antojan baladíes.

    ¿No sería lo mejor quizá analizar simplemente el libro reseñado centrándose en sus características literarias, sin más?

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