Trad. Eduardo G. Murillo. Minotauro, Barcelona, 2007. 445 pp. 21 €
Alberto Luque Cortina
La ciencia ficción ha sido extraordinariamente prolífica en cuentistas, debido en buena medida al desarrollo moderno del género: durante muchos años, en la llamada “época dorada”, en la década de los años 40 y 50, los autores, la mayoría norteamericanos, subsistía gracias a sus colaboraciones en revistas especializadas: If, Galaxy, o Amazing, entre otras. En todas ellas participó Philip K. Dick (1928-1982), más celebrado por sus novelas, que por cierto han dado lugar a numerosas versiones cinematográficas, entre las que vale la pena recordar, por conocidas, Desafío total (1990), Screamers (asesinos cibernéticos) (1996), Infiltrado (2002), Minority Report (2002), Paycheck (2003) y, por supuesto, el clásico Blade Runner (1982), la lectura personal de Ridley Scott de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968). Las virtudes de la novelística de Philip K. Dick están igualmente presentes en su obra corta. De hecho, al leer alguno de estos cuentos, uno no puede evitar pensar que se halla frente al germen de una próxima adaptación para la gran pantalla, pero esta, como suele suceder salvo en contadas excepciones —Blade Runner es uno de esos casos—, difícilmente alcanzará el clímax que se experimenta tras la experiencia única y subjetiva de la lectura.
Philip K. Dick fue, al igual que su colega Isaac Asimov (1920-1992), un cuentista prolífico. Pero mientras los cuentos de Asimov, muy recomendables por cierto, muestran una cierta confianza en el hombre para superar los numerosos retos del futuro tecnológico, o los de Stanislav Lem (1921-2006) juegan con la abstracción de sus alegorías morales, Dick hurga en un futuro catastrofista producto de la insensatez de la colectividad, de la que esporádicamente surgen individuos que sobresalen del resto y luchan por sobrevivir, a veces infructuosamente. Este paisaje, fruto de la atmósfera opresiva vivida durante la Guerra Fría, se acerca estéticamente al lenguaje cinematográfico de la espléndida La invasión de los ladrones de cuerpos (1956), con la que el cuento titulado El ahorcado (1953), incluido en este volumen, guarda numerosas similitudes, aunque no se halle a la altura de la película de Don Siegel, basada a su vez en la novela The Body Snatchers (1955) de Jack Finney.
Con estos precedentes, la editorial Minotauro se halla embarcada en la edición de la obra cuentística completa de Philip K. Dick. Este volumen, el tercero de la serie, contiene algunos relatos fascinantes. Al no tratarse de una antología incluye también cuentos menores, pero este hecho no debe oscurecer el gran talento narrativo del autor ni el interés del conjunto. A lo largo de estos veintitrés cuentos el novelista esboza un presente amenazado por muy distintas invasiones extraterrestres o bien futuros alienadores y catastróficos, sociedades deshumanizadas y paisajes para después de una guerra, como en los cuentos “Y gira la rueda” o “El último experto”. “El hombre dorado” ofrece una interesante visión del tiempo con mutantes de por medio. Sus narraciones funcionan en muchas ocasiones como parábolas que alcanzan tintes proféticos: tales son los casos del inquietante “Nul-O”, el anticonsumista “Foster, estás muerto”, o el que sin duda es uno de los mejores cuentos incluidos en este volumen: “La paga del duplicador”. En definitiva un montón de buenos relatos de ciencia ficción que ahondan en la aventura existencial de sus protagonistas, inmersos siempre en situaciones asombrosas y desasosegantes, que dejarán en el lector un buen sabor de boca, horas de amena lectura y alguna que otra desazón. Una cierta dejadez estilística, parangonable con la producción de algunas películas de ciencia ficción de serie B de la época, en nada ensombrece la tensión narrativa de estos relatos y, si acaso, aporta un cierto encanto pulp a los mismos.
Tras su lectura, el inquietante futuro nos abre un gran interrogante: señores de Minotauro, ¿para cuándo el cuarto volumen?
Alberto Luque Cortina
La ciencia ficción ha sido extraordinariamente prolífica en cuentistas, debido en buena medida al desarrollo moderno del género: durante muchos años, en la llamada “época dorada”, en la década de los años 40 y 50, los autores, la mayoría norteamericanos, subsistía gracias a sus colaboraciones en revistas especializadas: If, Galaxy, o Amazing, entre otras. En todas ellas participó Philip K. Dick (1928-1982), más celebrado por sus novelas, que por cierto han dado lugar a numerosas versiones cinematográficas, entre las que vale la pena recordar, por conocidas, Desafío total (1990), Screamers (asesinos cibernéticos) (1996), Infiltrado (2002), Minority Report (2002), Paycheck (2003) y, por supuesto, el clásico Blade Runner (1982), la lectura personal de Ridley Scott de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968). Las virtudes de la novelística de Philip K. Dick están igualmente presentes en su obra corta. De hecho, al leer alguno de estos cuentos, uno no puede evitar pensar que se halla frente al germen de una próxima adaptación para la gran pantalla, pero esta, como suele suceder salvo en contadas excepciones —Blade Runner es uno de esos casos—, difícilmente alcanzará el clímax que se experimenta tras la experiencia única y subjetiva de la lectura.
Philip K. Dick fue, al igual que su colega Isaac Asimov (1920-1992), un cuentista prolífico. Pero mientras los cuentos de Asimov, muy recomendables por cierto, muestran una cierta confianza en el hombre para superar los numerosos retos del futuro tecnológico, o los de Stanislav Lem (1921-2006) juegan con la abstracción de sus alegorías morales, Dick hurga en un futuro catastrofista producto de la insensatez de la colectividad, de la que esporádicamente surgen individuos que sobresalen del resto y luchan por sobrevivir, a veces infructuosamente. Este paisaje, fruto de la atmósfera opresiva vivida durante la Guerra Fría, se acerca estéticamente al lenguaje cinematográfico de la espléndida La invasión de los ladrones de cuerpos (1956), con la que el cuento titulado El ahorcado (1953), incluido en este volumen, guarda numerosas similitudes, aunque no se halle a la altura de la película de Don Siegel, basada a su vez en la novela The Body Snatchers (1955) de Jack Finney.
Con estos precedentes, la editorial Minotauro se halla embarcada en la edición de la obra cuentística completa de Philip K. Dick. Este volumen, el tercero de la serie, contiene algunos relatos fascinantes. Al no tratarse de una antología incluye también cuentos menores, pero este hecho no debe oscurecer el gran talento narrativo del autor ni el interés del conjunto. A lo largo de estos veintitrés cuentos el novelista esboza un presente amenazado por muy distintas invasiones extraterrestres o bien futuros alienadores y catastróficos, sociedades deshumanizadas y paisajes para después de una guerra, como en los cuentos “Y gira la rueda” o “El último experto”. “El hombre dorado” ofrece una interesante visión del tiempo con mutantes de por medio. Sus narraciones funcionan en muchas ocasiones como parábolas que alcanzan tintes proféticos: tales son los casos del inquietante “Nul-O”, el anticonsumista “Foster, estás muerto”, o el que sin duda es uno de los mejores cuentos incluidos en este volumen: “La paga del duplicador”. En definitiva un montón de buenos relatos de ciencia ficción que ahondan en la aventura existencial de sus protagonistas, inmersos siempre en situaciones asombrosas y desasosegantes, que dejarán en el lector un buen sabor de boca, horas de amena lectura y alguna que otra desazón. Una cierta dejadez estilística, parangonable con la producción de algunas películas de ciencia ficción de serie B de la época, en nada ensombrece la tensión narrativa de estos relatos y, si acaso, aporta un cierto encanto pulp a los mismos.
Tras su lectura, el inquietante futuro nos abre un gran interrogante: señores de Minotauro, ¿para cuándo el cuarto volumen?
2 comentarios:
_The Body Snatchers_ de Jack Finney está publicado en castellano por Bibliópolis como _Los ladrones de cuerpos_(primera edición, 2002) e _Invasión. Los ladrones de cuerpos_ (segunda edición, 2007).
"más celebrado por sus novelas, que por cierto han dado lugar a numerosas versiones cinematográficas, entre las que vale la pena recordar, por conocidas, Desafío total (1990), Screamers (asesinos cibernéticos) (1996), Infiltrado (2002), Minority Report (2002), Paycheck (2003)"
Curiosamente, todas esas películas están basadas en cuentos, no en novelas.
De hecho, con la salvedad de Blade Runner y de A Scanner Darkly, todas las películas basadas en la obra de Dick están estraídas de sus cuentos, no de sus novelas.
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