viernes, noviembre 03, 2006

Solo con invitación: Vicente Luis Mora

Pangea
Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2006. 272 pp. 17 €

Javier Fernández

De todos los desarrollos científicos originados en la segunda mitad del siglo XX, ninguno se me antoja más decisivo para nuestra contemporaneidad que la confirmación positiva de la dualidad materia/información surgida en el seno de la biología molecular, a partir de la evidencia de que los genes contienen el patrón generador de la forma del cuerpo, y hasta del cuerpo mismo. Dicho de otro modo: el cuerpo es la expresión de sus genes; y en palabras de N. Katherine Hayles: “la materialidad del cuerpo articula una estructura semántica preexistente”. Hablamos de la culminación de la vieja y célebre división platónica entre mundo material y mundo de las ideas, o, en terminología reciente, entre el mundo real y el mundo virtual.
He aquí la base de la fantasía más generalizada de cuantas pueblan el imaginario colectivo posmoderno: que la conciencia es independiente de la carne, que es posible –o, al menos lo será, soñamos, en un futuro inmediato– localizar aquello que antes denominábamos comúnmente “alma”, aislarlo y generarlo por medio de la tecnología. ¿Generarlo dónde? En el escenario de la realidad virtual, claro está, un nuevo mundo que despierta en nosotros el deseo imperioso de la llegada de un moderno Cristóbal Colón que pilote las naves de la informática y conduzca a su tripulación –la humanidad entera, una humanidad digital– al continente inexplorado de ceros y unos.
Entretanto, los usuarios de las nuevas tecnologías nos preparamos concienzudamente en ese gimnasio virtual que se denomina ciberespacio: vástago de la información, hermano del espectáculo y padre del anhelado paraíso interactivo. Así, siguiendo con la fantasía, el software del más avanzado videojuego sólo sería un pálido precursor –una pintura rupestre, digamos– de lo que ha de venir –el hiperrealismo, el infinito y más allá–; e internet, el precedente de un futuro enjambre compuesto por la suma y acción de las conciencias humanas individuales convenientemente descargadas desde los sujetos y cargadas de nuevo en un fabuloso servidor. Parafraseando al célebre capitán Kirk, de la USS Enterprise, tenemos delante todo un universo interior“where no man has gone before”.
Aun cuando las especulaciones sobre nuestro futuro se fundamenten antes en “la percepción cultural” que en las capacidades reales de la tecnología, pienso que lo interesante del asunto no es tanto la hipotética metamorfosis de lo humano como los cambios que ya está produciendo, en el seno del paradigma capitalista, la propia posibilidad de dicha metamorfosis, de la citada “desaparición de toda inercia corporal en una virtualización absoluta”, usando palabras de Slavoj Zizek.
Ahondando precisamente en estos temas, el poeta, narrador y ensayista cordobés Vicente Luis Mora, acaba de publicar un libro que compila y resume años de estudio, investigación y observación tanto de la teoría como de la práctica del intercambio biunívoco entre el mundo real y el ciberespacio. El libro en cuestión se llama Pangea y es un texto apasionante y clarificador que recorre aspectos culturales, políticos, económicos, sociológicos y psicológicos de la nueva realidad duplicada. Una lectura imprescindible para iniciarse en el conocimiento profundo del escenario digital que nos rodea inaprensiblemente, y que Mora se ha permitido bautizar acertadamente como Pangea: “Como sabemos, hace millones de años en el planeta no había más que un solo continente; los sismólogos e historiadores se refieren a aquella tierra unida y primigenia como Pangea. Los fenómenos sísmicos y las tensiones de las placas tectónicas provocaron luego la deriva continental, que aún no ha cesado. Pues bien: este mundo nuevo, paralelo, ha revertido ese proceso y ha devuelto la unidad al mundo. Por eso lo llamamos Pangea”.
Si la nueva reunión de territorios generará o no una deriva ulterior depende en buena medida de las respuestas que seamos capaces de aportar desde el presente a preguntas como las suscitadas por la lectura de Pangea. Por lo pronto, y para no perderse en el camino de viaje al nuevo continente, convendrá disponer de útiles adecuados como este tentativo mapa cartográfico de nuestro futuro inmediato.


Vicente Luis Mora: «Pangea está detrás de todos mis libros, los engloba y, en cierta manera, los explica»

—¿Qué es Pangea?
Pangea sería el "nuevo mundo" alternativo a este y constituido por Internet, la Realidad Virtual, los videojuegos y, en general, cualquier entorno informático donde las personas pasan buena parte de su tiempo, sea para trabajar o para divertirse; una "pantecnología" que está reuniendo de nuevo los continentes dispersos, para hacer una sociedad continua, instantaneizada, conectada en red y abierta las 24 horas.

—¿De dónde surge tu interés por las nuevas tecnologías y cuál es tu postura frente a ellas?
—Mi interés surge cuando en 1997 comienzo a escribir lo que luego sería Mester de cibervía (2000), un poemario donde el protagonista es un adicto a Internet y los videojuegos. La escritura del libro terminó, pero la investigación sigue; yo también me quedé atrapado, aunque desde fuera, porque mi postura (y respondo a la siguiente pregunta) es crítica, revisora: consciente tanto de los avances que la tecnología nos ofrece (esta entrevista, esta reseña, este blog de crítica, serían imposibles sin Internet), como de los peligros y limitaciones que genera.

—Recientemente has editado un poemario, un libro de relatos y un ensayo sobre la situación literaria española actual, ¿qué relación guarda Pangea con el resto de tu (prolífica) producción?
—Es el libro que está detrás de todos. Construcción es un poemario que se completa con unos ensayos colgados en mi web; en Subterráneos varios de los cuentos "suceden" en la Red, y Singularidades aborda en varias ocasiones el poder de los medios de comunicación de masas. Pangea está detrás de todos, los engloba y, en cierta manera, los explica.

—¿Cómo ves el futuro? ¿Te atreves a hacer un pronóstico?
—Si pudiera hacer pronósticos, no me dedicaría a la literatura, sino a la Bolsa. Supongo que será todo más o menos igual, con la diferencia de que lo que hasta hoy es casi opcional (el conocimiento de nuevas tecnologías) pronto será obligatorio, incorporándose como asignatura estrella a los planes de estudio. La Lengua, hasta hace poco, era la base de la educación en primaria y secundaria; como ahora los lenguajes son informáticos y se vertebran mediante interfaces, esa nueva Lengua técnica tendrá que nutrir la educación de las próximas generaciones.

4 comentarios:

  1. Bien, por Vicente Luis Mora. Un escritor sumamente interesante a quien sigo desde sus primeros libros. No podemos olvidarnos de las nuevas tecnologías, ni siquiera quienes escribimos porque nos acercan a todo aunque esto suene a perogrullada. Lo cierto es que lugares como este nos permiten leer desde cualquier rincón del globo. Con permiso de Colón. He leído y escrito sobre su último libro de ¿cuentos? y me parece fascinante la estructura de su prosa. Espero, personalmente, cosas interesantes de él. Pedro M. Domene

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  2. Viniendo de ti, es todo un cumplido, Pedro. Gracias.

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  3. Vicente, enhorabuena por este nuevo libro. Tan acertado en sus contenidos y en los análisis, como es habitual en tus obras. Por cierto que aludí a él, en mi columna del pasado domingo. Como señala Pedro Domene, hacen faltan autores que, desde la literatura, la crítica y el pensamiento, aborden con audacia y criterio temas actuales, al mismo tiempo que experimentan con las estructuras. Lástima que el mercado vaya por otro lado. Seguimos en espera de nueva obra, mientras nos detemos en tu bitácora.
    abrazos

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  4. Muchas gracias, Guillermo. Saludos y un abrazo.

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